Esta misma semana, la multinacional Iberdrola ha presentado sus números con un descenso del 29 por ciento en su rentabilidad en España, retroceso importante que ha podido amortiguar con su éxito en América, tanto en Estados Unidos como en Brasil.
En los próximos días será ENDESA, el día 10 de mayo previsiblemente, la que rinda cuentas trimestrales si bien sus perspectivas también son discretas, acuciadas del mismo modo por el desorbitado precio del gas.
El precio de los combustibles fósiles –el barril de petróleo Brent ha tocado máximos desde 2008 por encima de los 140 dólares- dispara los beneficios de las empresas más contaminantes a máximos. Cada día es para las petroleras una auténtica “operación salida”.
Por eso resulta llamativo el funambulismo de la ministra “verde fake” que oculta ante la opinión pública los beneficios “emergidos del subsuelo”, visible en las calefacciones y en los depósitos de nuestros vehículos, mientras señala como culpables y trata de penalizar a las empresas que están a la vanguardia en el mundo de las inversiones renovables.
El Gobierno solo ha impuesto, de manera temporal hasta el 30 de junio, un descuento en los carburantes de 20 céntimos el litro, de los que 15 céntimos son subvenciones directas de los Presupuestos Generales: un “regalo trampa” en la medida en que no se tapona ni un techo ni un suelo de estos combustibles contaminantes. Entre tanto, criminaliza a las eléctricas, modifica el marco regulatorio y, por ende, pone en riesgo el horizonte verde en el que se solazaba en el pasado.