Estos días, su horario no suele variar demasiado, se sigue levantando a la misma hora, pero en vez de sentarse delante del ordenador, termina sentado delante de un plato de patatas bravas.

David suele contactar días antes con los locales a los que irá, “quiero saber sus horarios de cocina, y si tengo que reservar, aviso de que solo es para probar sus bravas, no quiero ocupar una mesa que puede aprovechar otro cliente para comer de carta”.

Cargado con su cámara, su móvil y su pareja (aunque si hay terraza y hace buen tiempo, también va con su perra —conocida ya como #labravera—, afirma que a las 8 o 9 de la mañana ya está comiendo la primera ración bravas.

Y, aunque puede parecer algo simple y rápido (ir, comer y escribir tu opinión), no lo es. “Entre fotos, vídeos y los respectivos apuntes y valoraciones, a veces me he terminado comiendo la ración fría”.

Cada ración de bravas tiene una historia detrás

Pero al decir esto, no se refiere a su particular aventura y viaje hasta el local, sino a que, detrás de cada ración, siempre hay un motivo y razón de elaborarla de ese modo.

“Me gusta saber el por qué de esas bravas, y cuando tengo la oportunidad y hay feeling, intento siempre que me cuenten la historia”, dice.

Son muchos los motivos que pueden llevar a un bar o restaurante, elaborar las raciones de una forma u otra, ya sea por tema económico, comodidad o simplemente por el hecho de que a ellos ya les va bien hacerlo así porque su público es fiel a ellas, afirma.

“Hay muchas que no deberían llamarse bravas”

Es totalmente lógico que en un “fast food” no vayan a servir una ración de patatas bravas como tal, no es su finalidad, y ese tapa tan adorada por David, no suele ser “el plato estrella”, de hecho, cuenta que, a pesar de saberlo, no deja de frecuentar este tipo de locales de comida rápida, “nunca sabes cuando te va a sorprender alguno de ellos, y a ninguna ración de bravas hay que desprestigiarla”.

Sin embargo, si que comenta que quedó sorprendido (para mal), al ver como llegaban a su mesa algunas raciones muy aclamadas en plataformas como Tripadvisor, o las propias reseñas de Google, y simplemente eran unas patatas congeladas con salsa rosa.

“Puedo entenderlo, pero no comparto para nada que se les llame patatas bravas cuando son simplemente patatas fritas ‘de toda la vida’”, dice.

Estos son dos ejemplos que publicó en su perfil de @vayabravas, en Instagram.

Las dos, servidas como “patatas bravas”, con la diferencia, de lejos, en la presentación y la calidad del producto, y también, en el precio.

https://www.instagram.com/p/CbBVNuNI9Y3/ (embed)

Local: Des-Tapa'T, en la Plaça de la Paeria, 13 de Lérida

https://www.instagram.com/p/CbGGPLgIYrG/ (embed)

Local: La Capital, en la Avenida de I'Estudi General, 1 de Lérida

Hay muchos ejemplos más en su cuenta de IG, y en los que también, siempre intenta sacarle una parte positiva, una crítica totalmente constructiva y nunca con el objetivo de tirar por el suelo las raciones que ha probado.

Como bien comenta, “a veces te sorprendes, para bien o para mal, pero al final no puedes desprestigiar el trabajo de otro por el simple hecho de que, a ti, no te guste”.

Queda claro entonces, que «sobre gustos no hay nada escrito», y que, aunque se siga encontrando “sorpresas”, este devorador de bravas seguirá su particular ruta hasta encontrar la mejor de todas.