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RETO FORMIDABLE

La victoria contra Putin exige una mayor ambición económica, energética y militar

La victoria contra Putin exige una mayor ambición económica, energética y militar

· Por el Dr. Alexandre Muns Rubiol, Profesor, EAE Business School

lunes 16 de mayo de 2022, 08:34h

Rusia tiene todo el derecho a recordar a los veinte millones de ciudadanos soviéticos perecidos en la Segunda Guerra Mundial. Hubieran sido muchos menos si Stalin no hubiera firmado el pacto Molotov-Ribbentrop de amistad con Hitler. Permitió al líder nazi centrar su esfuerzo inicial en la invasión de Europa occidental. Stalin y Hitler se repartieron Europa oriental. Ahora nos hallamos ante una trágica y surrealista situación con paralelismos muy preocupantes respecto a lo que aconteció entre 1939-41. Putin equipara su invasión brutal y guerra contra el pueblo ucraniano a la inepta pero costosa lucha de la URSS para doblegar a Hitler. A pesar de las advertencias de Churchill y sus propios espías, Stalin se negó a creer que la Wehrmacht y las SS habían lanzado un ataque en toda regla contra la URSS el 22 de junio de 1941. Los alemanes capturaron Minsk antes de que Stalin finalmente aceptara la realidad. En una semana de operación Barbarosa los alemanes habían capturado 324.000 soldados y 3.300 tanques soviéticos, además de destruir la mitad de su fuerza aérea. Stalin cayó en una breve depresión. Khruschev, Molotov y otros miembros del Politburó acudieron a su dacha para animarle. Pero el ataque de nervios fue una artimaña de Stalin para poner a prueba la lealtad del Politburó y consolidar su poder. Cuando retomó el mando, Stalin apeló no al comunismo sino a los valores nacionalistas rusos y la iglesia ortodoxa para motivar a sus ciudadanos.

Putin gobierna Rusia con mano de hierro desde el año 2000. A menudo ha expresado que el hundimiento de la URSS fue el peor suceso geopolítico del siglo XX. Se ha asegurado que Bielorrusia y todas las ex repúblicas de Asia Central estén gobernadas por dictadores fieles al Kremlin. En otros casos Putin alega falsamente que se atropellan los derechos de los rusoparlantes. Así justifica invasiones o presencia de milicias prorrusas en parte de su territorio. Sucede con la ocupación del Transnistria en Moldova desde 1993, Abjasia y Osetia del Sur en Georgia desde 2008, Crimea y el Donbás desde 2014 y 2.000 efectivos rusos desplegados en 2020 en Nagorno Karabaj, territorio que Armenia controlaba desde 1994 y que Azerbaiyán le arrebató. Putin mina la gobernabilidad de dichos países e impide su adhesión a la UE u OTAN.

Al igual que Stalin en 1941, Putin sermoneó a los líderes occidentales cuando le advirtieron de las consecuencias de atacar a Ucrania. Después de la fracasada incursión inicial el 24 de febrero, Putin recriminó a los pocos asesores que se atrevían a contarle la verdad. De la misma manera que Stalin se confió respecto a Hitler, Putin realmente creía que los ucranianos “no fascistas” acogerían cómo héroes a sus jóvenes e inexpertos soldados. También menospreció la capacidad de reacción de la coalición occidental integrada por EEUU, la UE, Reino Unido, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán y Singapur. Irónicamente dicha alianza (exceptuando Japón) es la que realmente salvó al mundo del fascismo no solamente en Europa, sino África, Asia y el Pacífico. Los errores de cálculo y crímenes de guerra de Stalin costaron la vida a millones de sus ciudadanos. Mando fusilar a miles de oficiales durante las grandes purgas de los años treinta. Mientras EEUU suministraba alimentos, municiones y armamento a la URSS, Stalin se mantuvo neutral en la guerra en África, Asia y el Pacífico.

La coalición contra Putin ha aprobado diversas rondas de duras sanciones económicas. Han congelado las divisas y propiedades de numerosos bancos rusos y decenas de sus políticos y oligarcas. Se ha prohibido la exportación de muchos productos y la importación de carbón. El G7 ha acordado vetar gradualmente la compra de petróleo a Rusia. La prestigiosa y actualizada lista de la Yale School of Management registra ya más de 1000 multinacionales que han reducido parcialmente sus actividades en Rusia. Del total, 432 han suspendido la mayor parte de sus negocios (inversiones, ventas, suministros) y otras 330 han abandonado Rusia de manera completa.

Hay que felicitar a la administración Biden y los líderes occidentales. Han pactado las diversas rondas de sanciones desde el reconocimiento de la desigual dependencia comercial y energética respecto a Rusia. Sus medidas pretenden menoscabar la capacidad de Putin de financiar su guerra sin perjudicar a la población rusa. Desgraciadamente, el enfrentamiento entre Occidente y Rusia es una apuesta arriesgada. Putin puede reorientar sus exportaciones de hidrocarburos, metales y materias primas agrícolas no solamente a China. India, Brasil, México, Indonesia y Turquía mantienen sus inversiones y comercio con Rusia. Las fuerzas armadas rusas adolecen de algunas de las deficiencias del ejército rojo de Stalin. Falta de oficiales intermedios capaces, soldados sin experiencia, armas obsoletas e incapacidad de bombardear objetivos militares móviles. También les cuesta coordinar su fuerza aérea, infantería, tanques y artillería. Los ucranianos luchan con ejemplar valor, mejores tácticas y unas fuerzas armadas modernizadas en su estructura y armamento. Occidente aporta material defensivo. Sin embargo, el arsenal nuclear ruso y sus amplias reservas humanas y de armamento impiden que Ucrania les pueda expulsar.

Si Occidente realmente quiere hundir a Putin, debe apostar a fondo en el ámbito económico, energético y militar. No es suficiente que China y algunos de los emergentes no se atrevan a exportar a Rusia productos tecnológicos vetados por Occidente. Hay que aislar completamente a Rusia de las potencias emergentes. EEUU debe suspender al acuerdo de 2015 mediante el cual proporciona la tecnología nuclear civil más avanzada a la India. Los aliados deben revocar las preferencias comerciales otorgadas a la India, Brasil e Indonesia. EEUU debe cortar el suministro de gas natural licuado (GNL) a Turquía, mientras que Bruselas debe suspender la unión aduanera con Estambul. La entrada en vigor del acuerdo UE-Mercosur debe condicionarse a que Brasil y Argentina no fomenten sus inversiones y comercio con Putin.

Un plan Marshall para construcción de plantas de regasificación de GNL

En 2021, Rusia vendió 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural a la UE, el 43% de su consumo. La Comisión Europea mediante su estrategia REPowerEU Plan de marzo se ha fijado objetivos muy ambiciosos. La UE debe importar el 97% del petróleo, 90% del gas natural y 70% del carbón que consume. Bruselas pretende reducir en dos terceras partes la importación de gas ruso a finales de este año y eliminar la de hidrocarburos antes del final de la década. No es suficiente que suministradores existentes como Noruega (23,6%), Argelia (12,6%) y EEUU (6,6%) aumenten sus aportaciones y se incorporen nuevos como los Emiratos Árabes Unidos. EEUU, Australia y Qatar deben incrementar sus envíos de GNL a la UE. El año pasado, España lideró la UE en importaciones de GNL con 21.300 millones de metros cúbicos, seguida de Francia (18.300 millones), Italia (9.300), Países Bajos (8.700 millones) y Bélgica (6.500). EU exportará aproximadamente 20.000 millones de GNL este año y se ha comprometido a alcanzar los 50.000 millones en 2030. Aunque se cumplan dichos objetivos, el desequilibrio frente a las exportaciones rusas no se cerrará con las renovables y ahorro.

Los estados miembros de la UE, el presupuesto comunitario e instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) deben movilizar capital público y privado. Hay que construir más de una decena de plantas de almacenaje de GNL y regasificación en el próximo bienio. Dichas instalaciones son una inversión cara. EEUU exporta el GNL a un precio relativamente alto. Su capacidad de licuar también es limitada. Por ello, la UE y sus fondos estructurales deben desempeñar un papel decisivo. Asimismo, organismos públicos como el BEI, el Banco Mundial y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) deben movilizar capital público y privado para construir capacidad de almacenamiento y plantas de regasificación de GNL en toda Europa. España (7), Reino Unido (4), Francia (4) y Turquía (4) disponen de más de la mitad (un total de 36) de plantas de regasificación de GNL. España, Reino Unido, Francia e Italia son los países europeos con más capacidad de almacenamiento. Los países con más plantas de regasificación de GNL y capacidad de almacenamiento son los que menos gas natural ruso consumen. Dicho grupo y los países más dependientes del gas ruso (Alemania, Austria, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria) deben actuar de manera concertada. Moscú ya intenta dividirlos con su exigencia de ser pagado en rublos. La Comisión quizás iniciará acciones legales contra las empresas europeas que paguen en rublos la adquisición de gas ruso. El próximo invierno los países más dependientes necesitarán ayuda. Se debe acelerar la interconexión de las redes eléctricas y promover las centrales nucleares. Europa debe replantearse su oposición al gas natural y petróleo de esquisto. Ha convertido a EEUU en el primer productor mundial de petróleo y gas natural. Australia y Qatar deben reorientar sus exportaciones de GNL hacia Europa manteniendo las que realizan a Japón y Corea del Sur.

Ya se ha expulsado a Rusia de la mayoría de federaciones deportivas mundiales y excluido de numerosos torneos. ¿Realmente se disputará un Mundial de fútbol en Qatar en noviembre? Su régimen no puede escudarse en contratos existentes para justificar su exportación de GNL a potencias asiáticas (India, China) que desafían a Occidente. Para entonces habrá ocho millones de refugiados ucranianos en la UE y más de diez millones de desplazados en su país. Habrán muerto decenas de miles de civiles y soldados ucranianos, además de los militares que se sumen a los 15.000 efectivos rusos ya perecidos. Muchas ciudades y amplias franjas de territorio de Ucrania oriental y meridional se hallarán en ruinas.

El aislamiento de Rusia debe ampliarse a los organismos internacionales tradicionales y recientes. Las instituciones que los Aliados fundaron en la conferencia de Bretton Woods en 1944 deben suspender la mayoría de operaciones y proyectos en países aliados de Rusia. Se pueden admitir aportaciones de divisas del FMI en casos de falta de alimentos y productos de primera necesidad. Los países occidentales aportan más capital y por consiguiente tienen más votos en los cinco bancos multilaterales de desarrollo. El Grupo del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el BERD, el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Africano deben financiar proyectos de desarrollo que beneficien directamente a la población civil de los países emergentes, no sus empresas o mandatarios. Los aliados deben abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI en inglés) y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB). Son organizaciones fundadas por Pekín para fidelizar y explotar a los países emergentes y en vías de desarrollo. Putin firmó acuerdos energéticos y de infraestructuras con Xi Jinping por valor de 117.000 millones de dólares antes de invadir Ucrania y destruir parte de sus infraestructuras. Cualquier presencia occidental en el AIIB y la BRI es incoherente.

La coalición occidental debe ser el arsenal de la democracia

Putin no recurrirá a su arsenal nuclear mientras la OTAN no ataque su territorio. Así lo estipula su doctrina militar. Si los líderes occidentales realmente pretender desalojar del Kremlin a Putin, hay que entregar decenas de tanques, piezas de artillería, cazas y bombarderos a Ucrania. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Pittsburgh en EEUU fabricaba más acero para armas, aviones y barcos que el resto de países aliados conjuntamente. Así se ganó el apodo de arsenal de la democracia. Los países occidentales deben convertirse en un arsenal para defender la democracia, la legalidad internacional y evitar más crímenes de guerra. EEUU ya cuenta con su plan de infraestructuras de 1 billón de dólares, aprobado en noviembre de 2021. La UE debe seguir el ejemplo de EEUU, Japón y Corea del Sur en la promoción de fabricación de semiconductores y minerales de tierras raras.

Putin continuará explotando toda división de la coalición occidental y recurriendo a las potencias emergentes. Ha planteado el conflicto actual como el que libró la URSS contra el nazismo. Además de absurdo, Rusia no tiene ninguna posibilidad de ganar si Occidente se emplea a fondo. El PIB de los nombrados países de la coalición asciende a más de 55 billones de dólares, mientras el de Rusia es de 1,8 billones con una contracción prevista este año de entre el 7,5 y 10%.

Los líderes occidentales redoblan su apuesta por expulsar a Rusia del sistema financiero, monetario, comercial y energético mundial. Para sostener dicha pugna, hay que movilizar y preparar a la opinión pública. Dicha colosal tarea requiere estadistas. No caer en la tentación de mantener los vínculos con Rusia requerirá mucha disciplina. Se necesita una complicidad entre sector público, privado, sindicatos, patronal, ONGs y la sociedad civil. Si los mencionados actores no defraudan cuando se cuenta con ellos, lograrán individualmente y las sociedades libres en su conjunto una confianza que les permitirá superar cualquier desafío en el futuro. Salvaguardar las libertades y derrotar la tiranía exigirá sacrificios. Muchas voces respetables abogarán por ofrecer una salida digna a Putin, especialmente si su avance militar se estanca. Desde una posición de fuerza y pragmatismo sano se puede pactar con Putin un acuerdo que garantice la seguridad de Ucrania.

Por ahora ningún bando cede. En junio se cumplirá el octuagésimo aniversario de la batalla de Midway. Dio la vuelta a la guerra naval en el Pacífico entre EEUU y el Imperio japonés. Uno de sus héroes fue el teniente Richard Best, uno de solamente dos pilotos en la historia de su país que en un día bombardeó con éxito dos portaviones enemigos. Los pilotos de los Dauntless de la Marina de EEUU se lanzaban en picado ametrallados por cazas japoneses y las baterías antiaéreas hacia la cubierta de los portaviones y otros buques japoneses. Cuando decaía la confianza de los pilotos del escuadrón que lideraba, Best les recordaba que la única manera de ganarse el respeto del contrario es nunca abandonar la lucha. Si Occidente realmente quiere acabar con Putin, deberá aplicar dicha tenacidad en muchos ámbitos.

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