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LA TAREA DE ESTAR AL DÍA PARA BUSCAR EMPLEO

La marca del desempleo

La marca del desempleo
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· Por Miriam Hernandez, experta en gestión de RRHH

viernes 17 de junio de 2022, 08:45h

A veces la situación de desempleo se alarga demasiado, parece que no va a acabar nunca y el tiempo va pasando. No se reciben apenas llamadas. En la bandeja de entrada del correo electrónico sólo entran mensajes de acuse de recibo por haber dejado tus datos en algún lugar, u ofertas de todos los miles de portales de empleo a los que se está inscrito, pero pocas citas de entrevistas o toma de contacto para conocerte.

Muchas páginas web de empleo, empresas que tienen la pestaña en su menú “Trabaja con nosotros”, formularios de contacto larguísimos… Acabas dejando tus datos en medio mundo. ¿Con qué seguridad? De que te llamen, pocas. De que se pierdan los datos, puede ser. De ser víctimas de estafas, también es posible. Esos datos parecen quedarse en un limbo virtual del que nunca más se vuelve a saber nada.

Pero, pensando en el sentido lógico de las cosas, esa información, debería registrarse, ser analizada y tener la acción de contactar con la persona que ha dejado su información. Hacer un breve proceso de Onboarding para saber qué pretende, qué quiere conseguir y conocer un poco mejor de quien se trata. ¿Sería posible?

Creo que sí.

¿Qué se necesita entonces?

Recursos. También humanos. Plan de acción, atención al cliente, conocimiento profundo de la empresa y sus necesidades actuales, futuras y potenciales.

Sería posible y además una fuente de talento continuo, ágil, vivo, donde podría conseguirse un abanico multidisciplinar de perfiles a encajar en la empresa, según el momento.

En definitiva, no se trata tanto del resultado exitoso de conseguir un empleo, que es el objetivo final, sino de que esa búsqueda, ese camino que se recorre por conseguir un trabajo, mantenga el aliciente, la motivación y las ganas de seguir porque es posible alcanzarlo, una meta real.

Se trata de no contribuir al hundimiento moral de la persona que busca, pero no encuentra.

Ese “parado de larga duración”, que a veces para mantener su salud mental, tiene que desapegarse del resultado para no caer en el desánimo más absoluto. Intentar disfrutar del camino y ver aprendizajes en todo lo que se le pone delante, mientras espera que llegue su oportunidad, esa primera mano tendida que le dé la ocasión de demostrar su valía.

Cuando el tiempo pasa inevitablemente y los resultados siguen sin llegar, te empiezas a plantear, qué estaré haciendo mal. ¿Seré invisible? ¿Alguna vez lo conseguiré?

La sensación de soledad, pese a ser muchas personas las que lo sufren y de abandono, es muy grande. Si le añadimos una “edad”, la carga es aún más pesada.

Porque por mucho que abunden las frases ideales y perfectas (estamos muy rodeados y a veces saturados de ellas), no siempre funciona el “si quieres, puedes”.

A veces solo es necesario que alguien perciba tu presencia, para lo que es necesario hacerte notar, si no, tampoco sirve… Una persona que tienda su mano, te mire a los ojos y pregunte: “¿Qué tal, cómo puedes ayudar tú en nuestra organización o equipo, qué podemos hacer juntos?”

Se habla que existe un 80% de mercado laboral oculto, que es cubierto sin publicar ninguna oferta, a través de candidatos referenciados y Networking, en centros de estudios y formación o directamente postulando a las empresas mediante algún contacto. Son puestos de trabajo que no publican, que se transmiten de boca en boca y funciona, porque se consiguen.

Entonces, ¿por qué tanta oferta publicada? ¿Por qué no siempre va implícita una respuesta atenta y personalizada a quien opta a ellas?

Sin generalizar en exceso, se piensa poco en la persona desempleada. En lo que lleva a sus espaldas buscando el ansiado trabajo.

Socialmente si alguien lleva mucho tiempo en situación de desempleo, surgen las suspicacias y las sospechas de si estará haciendo todo lo que está en su mano, si podría hacer algo más o si hace lo suficiente. Siempre hay “gurús” que tienen la solución adecuada y perfecta.

Llega a condicionar tanto, la falta de empleo, que el entorno se ve afectado y la repercusión social y personal es cada día más acusada. Las relaciones se resienten porque sin dinero, es muy difícil interactuar y compartir cosas. La prioridad de lo que se necesita se centra en lo básico, dejando radicalmente de lado, lo superficial, el ocio o el disfrute. La urgencia por conseguir un trabajo es el padrenuestro de cada día con el que te levantas y te acuestas.

Pero estar en desempleo no nos define. No somos un salario, “tanto ganas, tanto vales”. Infravalorar y reducir a las personas por atravesar una situación difícil, por un complicado paréntesis, es muy injusto y de una visión tremendamente limitada.

La marca del desempleado, no la genera la falta de trabajo, sino el tiempo. Ver cómo a pesar de los esfuerzos, la ansiada oportunidad no llega.

Son muchos los momentos de hacerse preguntas: lo estaré haciendo bien, qué puedo cambiar, podría estudiar esto o lo otro, voy a contactar con… Y aún tocando todos esos “palos”, el tiempo sigue pasando como un estigma, una señal que nos condiciona más de lo que nos gustaría, pero no solo al buscar un empleo, sino al tener un hijo, al casarte o tener pareja, etc.

En el fondo, se trata de hacer todas esas cosas aprobadas socialmente y que marcan tiempos.

Estar en el tiempo correcto.

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