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¿ECOS DE LOS 70?

La coyuntura de inflación actual comparte algunas de las características con la que imperaba en la década de 1970

La coyuntura de inflación actual comparte algunas de las características con la que imperaba en la década de 1970

  • Por Erik S. Weisman, Economista jefe y gestor de carteras de MFS Investment Management

lunes 15 de agosto de 2022, 13:48h

Gasto en defensa y en programas sociales En los años 70, una década tristemente célebre por la escalada desbocada de los precios, tuvo lugar una confluencia de factores que trajo consigo un incremento galopante de la inflación. Algunos de estos factores aparecieron por primera vez en la década de 1960, cuando Estados Unidos que se hallaba inmerso en la guerra de Vietnam y tenía que hacer frente a la amenaza que planteaba la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría implementó una política centrada tanto en las capacidades de defensa como en los programas sociales que llevó al Gobierno a destinar ingentes cantidades de dinero a estos dos ámbitos. Ese contexto resulta en cierto modo análogo al que vivimos en la actualidad, si tenemos en cuenta el elevado gasto militar en EE.UU. y los rápidos aumentos del gasto en defensa en toda Europa debido a las acciones de Rusia en Ucrania, a lo que se suma un incremento del gasto social ante el envejecimiento de los baby boomers. Además, si nos atenemos a las medidas que ha tomado el Gobierno estadounidense en respuesta a la pandemia, también cabe esperar que este conceda generosas ayudas públicas adicionales más adelante. En otras partes del mundo, las nutridas redes de seguridad y los experimentos con cuestiones como la renta básica universal sugieren una manera más sólida de enfocar el bienestar social.

El petróleo y los alimentos La similitud más evidente entre los 70 y el periodo actual es el elevado precio del petróleo. Tanto el embargo del petróleo que impuso la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1973 como la revolución iraní de 1979 conllevaron perturbaciones para el abastecimiento mundial de energía.

Hoy en día, lo que está generando turbulencias en los mercados es la invasión de Ucrania por parte de Rusia y sus repercusiones sobre el suministro de petróleo y gas natural. La invasión también ha tenido el efecto colateral de afectar significativamente al suministro de alimentos a escala mundial, dado que Ucrania está teniendo dificultades para exportar grano y, por otro lado, los cargamentos rusos están sujetos a las limitaciones derivadas de las sanciones internacionales. La escasez de alimentos también constituyó uno de los factores que explicó el marcado repunte de sus precios en la década de 1970. En vista de que la Unión Soviética y otras regiones del mundo obtuvieron unas magras cosechas a principios de dicha década, EE.UU. vendió cargamentos de grano subvencionados a la URSS, lo que contribuyó a la escasez de alimentos a escala mundial.

Evaluar erróneamente la capacidad disponible de la economía Otra de las similitudes con los años 70 estriba en que la Reserva Federal estadounidense no evaluó adecuadamente algunos fundamentales económicos importantes, algo que sucedió tanto en aquel entonces como a lo largo del último año aproximadamente. En la década de 1970, la Fed partía del supuesto de que existía una considerable brecha de producción negativa, y asumió que ello implicaba que podía esperar para subir los tipos. Ahora sabemos que la brecha de producción en aquel periodo era bastante positiva lo que implica que la economía estaba operando muy por encima de su potencial y únicamente se adentraba en terreno negativo durante las recesiones, lo que se traducía en una inflación que se mantenía obstinadamente en cotas elevadas. Justo cuando la inflación estaba repuntando desde niveles cercanos a cero tras el confinamiento a escala mundial impuesto durante la etapa inicial de la pandemia, la Fed, después de no haber conseguido alcanzar su objetivo de inflación durante una década al no superar el umbral objetivo establecido, adoptó un objetivo flexible en relación con la inflación media. Ello implicaba que, de cara a compensar el hecho de que la inflación llevase años situándose por debajo del 2%, la Fed dejaría que superase el objetivo durante un tiempo para que acabase promediando el nivel objetivo con el tiempo. El momento escogido por el banco central para adoptar este enfoque no podía haber sido más desafortunado.

Los cuellos de botella relacionados con la COVID-19, la escasez de mano de obra y el cambio en los patrones de consumo de los servicios a los bienes provocó una rápida subida de precios. La Fed consideró que esos factores revestían un carácter transitorio y tardó en reaccionar. Ahora se ha visto obligada a compensar el tiempo perdido.

La solidez del mercado laboral En los años 70, la afiliación sindical era mucho mayor que en la actualidad, y muchos contratos salariales estaban vinculados a la inflación, por lo que las nóminas aumentaban a la par que los precios. Hoy en día, la sindicalización representa una ínfima parte de lo que representaba hace cinco décadas.

Sin embargo, habida cuenta del contexto de mercados laborales tensionados y de las tendencias demográficas, los trabajadores parecen tener más poder en nuestros días del que han tenido en muchos años, a lo que se suma el modesto repunte de la sindicalización, aunque resulta demasiado pronto para determinar si esta tendencia puede mantenerse en el tiempo.

Diferencias

Unas políticas macroeconómicas laxas Las políticas fiscales y monetarias en los 70 revestían un carácter persistentemente laxo, lo que se tradujo en un largo periodo de excesiva liquidez monetaria. En nuestros días, las políticas resultan relativamente más estrictas a pesar de los niveles excepcionalmente significativos de estímulos que se inyectaron en la economía durante y justo después de los momentos más aciagos de la pandemia. En efecto, la mayoría de la extraordinaria relajación monetaria y fiscal reciente duró tan solo un año, mientras que en los 70 duró casi una década.

La independencia del banco central y las previsiones de inflación Los bancos centrales son más independientes en la actualidad debido a las reformas emprendidas tras el episodio de inflación de los años 70, lo que ha propiciado que ahora tengan más credibilidad y que las previsiones de inflación estén mejor ancladas.

El crecimiento de los salarios reales En los años 70, el crecimiento de los salarios superaba a la inflación con bastante frecuencia, lo que contribuyó a generar una espiral de salarios/precios: los trabajadores contaban con los recursos para gastar libremente y ello favorecía que se diesen alzas en los precios, y así sucesivamente. En la actualidad, el crecimiento de los salarios se sitúa en niveles claramente inferiores a la inflación en promedio, lo que se traduce en un crecimiento de los salarios reales negativo desde una óptica histórica.

No son los 70, pero...

Si bien algunos de los factores que catapultaron la inflación en la década de 1970 guardan similitudes con la situación actual, otros presentan importantes diferencias. No obstante, considero que, para que la inflación se mantuviese muy por encima del objetivo, los salarios reales deberían ser al menos ligeramente positivos, y la Fed tendría que persistir en su error de no endurecer lo suficiente la política monetaria. Aunque creo que resulta poco probable que la situación se desarrolle de esta manera, la Fed tendría que mostrarse contraria a infligir el daño necesario al mercado laboral para lograr situar la inflación bajo control. A mi juicio, el escenario más probable es que la Fed endurezca su política en antes de lo previsto y sume la economía en una recesión considerable. Ello ejercería una presión a la baja sobre la inflación, que se encaminaría rápidamente hacia el objetivo establecido.

La situación se complicaría en caso de que la inflación disminuyese pero terminase estabilizándose en un nivel superior al objetivo (en una horquilla de entre el 3,0% y el 3,5%, por ejemplo). En tal caso, los responsables políticos podrían llegar a la conclusión de que el daño infligido a la economía mediante un mayor endurecimiento para alcanzar su objetivo de inflación no merece la pena.

Si bien no creo que vayamos a presenciar los niveles de inflación obstinadamente elevados de los años 70, considero que podríamos acabar en una situación donde la inflación se sitúe más bien en el rango del 2% alto que imperó durante los dos ciclos económicos anteriores a la crisis financiera mundial (a grandes rasgos, la década de 1990 y gran parte de la década de 2000), en lugar de situarse en el nivel medio inferior al 2% que observamos durante el ciclo posterior a la crisis financiera mundial (la década de 2010). En otras palabras: el entorno de inflación excepcionalmente reducida del ciclo posterior a la crisis financiera mundial probablemente no constituya el marco adecuado para pensar en el régimen de inflación del futuro.

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