En términos de calendario, la recurrente frase "Se acerca el invierno" de Juego de tronos resulta una banalidad. Sin embargo, aunque efectivamente el invierno se acerca en el hemisferio norte, esta afirmación es mucho más compleja desde el punto de
vista económico: la cuestión no es si llegará, sino lo difícil que será. Es probable que la demanda de energía, y especialmente de gas, evolucione en consecuencia. A diferencia del petróleo, no existe un mercado mundial para el gas. Esto puede observarse, por ejemplo, en los precios del gas en los diferentes centros de negociación. Debido a la falta de gasoductos entre los continentes, se produjo un problema de suministro en el viejo continente provocado por la pérdida del gas ruso. Como
consecuencia, se produce un incremento considerable en el precio del gas para Europa. Esto presiona a la industria, que se enfrenta a una crisis de precios que genera incertidumbre en el suministro, así como al consumo, ya que se reduce el poder
adquisitivo. En este sentido, el invierno sigue siendo un factor de incertidumbre para la economía y la inflación, que solo se puede mitigar mediante la ampliación de capacidades como, por ejemplo, las terminales de gas natural licuado.
Sin embargo, tampoco hay que olvidar que el precio del petróleo, especialmente el WTI, tan importante para Estados Unidos, tiende a la baja desde junio. La variedad Brent, más importante para Europa, siguió el mismo camino casi en paralelo. Al mismo
tiempo, el incremento sobre el precio del gas europeo también se ha reducido. Todavía estamos muy lejos de la normalidad, pero nos encontramos ante algo más que señales de esperanza.
Señales de esperanza que también deberían suponer el respiro que la economía necesita. En este caso, las previsiones invernales se han intensificado considerablemente. Nuestro indicador de amplitud macroeconómica, que registra la evolución económica en todo el mundo, se ha debilitado aún más, al tiempo que se han reducido aún más las expectativas de crecimiento. La recesión parece que se abre paso en Europa. La economía estadounidense, en cambio, se muestra más resistente.
"Winter is coming". Sí, se acerca el invierno, pero es cierto que después de cada invierno llega la primavera. Esto puede aplicarse también a los mercados financieros. No solo los precios de la energía podrían ser una señal de ello, sino también el hecho
de que muchos indicadores de confianza ya están anticipando una edad de hielo. Anticipar lo que va a pasar nos evita sorpresas negativas.