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EL DISCURSO DEL REY

El Rey desgastado

El Rey desgastado
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· Por José Luis Barceló, Editor-Director de ElMundoFinanciero.com

domingo 25 de diciembre de 2022, 17:13h

EDATV.news ha publicado este análisis de neustro Editor-Director, José Luis Barceló, que, dado su interés, reproducimos a continuación: -"Es probable que Su Majestad el Rey Don Felipe VI esté padeciendo algo parecido a un síndrome del burnout, o del “quemado”, como se dice en las empresas. Queda claro que también padece mobing, especialmente desde algunos de los miembros del propio Gobierno de España, que lo mantienen apartado y desplazado o que incluso proponen nuevas formas de régimen que pasarían por la proclamación de una República. Cuando se pone mucha atención en el mensaje del Rey es porque esperamos más, un mensaje que tranquilice nuestra impaciencia e incluso que contribuya a visualizar una solución a algún problema. En el caso que nos ocupa, son varios los problemas y algunos gravísimos. Lo que ha elevado el nivel de exigencia para el discurso de Navidad del Rey de este año, es precisamente la situación convulsa.e indeseable que vivimos, y todos hemos esperado de Su Majestad más de los que realmente él puede dar en un solo instante de televisión. La recomposición necesaria de la imagen de la jefatura del Estado recae necesariamente sobre la gestión de situaciones como las del mensaje de Navidad, una de las pocas ocasiones en las que el Rey tiene oportunidad de dirigirse a todos los españoles por igual. Pero pretender que todos los desmanes cometidos por el Gobierno en los últimos meses pueda arreglarlos el Rey con un solo mensaje es mucho pedir. ".- (Continúa...)

Habitualmente el mensaje Navidad de Su Majestad el Rey no suele generar mucha expectación. Y debe ser así. Por parte de los analistas suele ponerse el acento en cuestiones menores, como la indumentaria, el lenguaje no verbal, el fondo de la sala desde donde se ha grabado, lo que decora la estancia, las fotos que se ven o se tapan, en lo que el Rey pone el acento… e incluso lo que no menciona.

En esta ocasión hemos podido comprobar la austeridad de la puesta en escena, sin fotos familiares (para que nadie apunte a ratas o presencias indeseables). Ha durado más o menos como otras ocasiones, 12 minutos justos, lo suficiente para no decir más de la cuenta. Solo había una representación de la Navidad por un Belén, una foto de la Cumbre de la OTAN -toda una alusión directa los compromisos necesarios con nuestros aliados-, y un momento en el que la luz directa sobre su rostro parecía de un solo foco, como si se hubiera estropeado alguna parte de la iluminación.

El Rey se centró en su discurso en tres cuestiones fundamentales en las que insistió: tener cuidado con la división de la Sociedad, fomentada a rede por algunos, porque lamina poco a poco nuestra Democracia, lo que nos hace más frágiles; aludió al claro y progresivo deterioro de nuestra convivencia; y mencionó la necesidad de defender nuestras Instituciones, ahora todas ellas muy perjudicadas, y entre las que se encuentra lógicamente la Corona.

Destacó el Rey que en estos momentos no “podemos dar por hecha nuestra Democracia”, tras casi 45 años de la aprobación de nuestra Constitución, un valor “único” en nuestra Historia que todos debemos estar comprometidos en su defensa y que el mantenimiento de nuestro sistema de convivencia, es “obra de todos”.

Hay una cuestión clara que es además una mala noticia para todos: probablemente la Guerra de Ucrania es ahora lo único que puede mantener unidas la Unión Europea y la OTAN, dos organizaciones de las que España es miembro.

El Rey aludió a los compromisos de España con sus aliados y enfatizó que no “debemos renunciar a mejorar” pese a las gigantescas dificultades a las que nos enfrentamos recordando que ya hemos superado en el pasado crisis semejantes.

Esta ocasión ha sido una de las pocas en los mensajes de Navidad en que el Rey ha tirado de los ciudadanos, enfatizando que debemos creer en nosotros mismos y en los siglos de Historia de España.

Para muchos queda en el tintero alguna alusión más directa que nos aclare hacia dónde va nuestro país ante escalofriantes problemas como la sedición, la posición de España ante la guerra de Ucrania, el acecho progresivo y victorioso del separatismo y la ya casi segura ruptura de la unidad de España. La afrenta a la separación de poderes y al Tribunal Constitucional hubiera requerido alusiones más precisas, por mucho que el mensaje este condicionado a la aprobación de Moncloa, es decir, “censurado”.

Son asuntos acuciantes para la inmensa mayoría de los españoles, que no tenemos seguridad acerca del inmediato futuro ni un horizonte tranquilizador, con una crisis que atenaza nuestra prosperidad y la seguridad de nuestras familias, negocios o empleo.

Que el Rey eluda conceder interés y mención a estos asuntos no es buena señal: es necesario y urgente afrontar la realidad cuanto antes, sin perder ni un minuto. Y el rey debe dar el paso que se espera de él, como Jefe del Estado, y que se implique en las serias preocupaciones que todos tenemos.

Don Felipe VI ha pasado ya por el trance de tener que pronunciar discursos trascendentales: en 2014 mencionando la lucha contra la corrupción. En 2017, mencionando la necesidad de evitar el enfrentamiento entre españoles. La pantalla de humo sobe el oscuro legado de su padre Don Juan Carlos, exiliado de España desde el 3 de agosto de 2020, no ha puesto tampoco fácil la gestión para el joven Rey, de 54 años, y que en 2023 cumplirá 9 años de reinado. Aún hay que calcular que le queden al rey los peores años.

Los separatistas tienen su punto de satisfacción con la inquietud de la generalidad de los españoles porque buscan precisamente eso, generar inseguridad que conduzca al enfrentamiento entre los españoles, desestabilizar las Instituciones de la Administración y el Estado y lograr sus objetivos de fracturar España.

Una paz buenista, poniendo la responsabilidad de la salvación en los actos de los españoles, como la propuesta por el Rey con su tono excesivamente conciliador, no es la solución, justo en el momento en él mismo que gana protagonismo y el cariño de los españoles, especialmente cuando contemplamos estupefactos los gestos de abuso y desprecio que el Presidente del Gobierno de propicia cada vez que puede: los abucheos y pitos van contra Pedro Sanchez, mientras que los aplausos y vivas se lanzan al Rey, que gana el aprecio de los ciudadanos.

Es algo que Don Felipe debe aprovechar: más delante puede ser tarde.

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