Cómo imaginamos a los asendereados españoles meditando sobre su pertenencia o no a la “gente de bien”, políticamente, y acongojados ante la horrible posibilidad de pecar y ser expulsados de ese colectivo de gente de bien, sobre todo a la hora de votar, podríamos proponer una referencia de choque que les simplificara la zozobra vital que les han producido las palabras del opositor gallego por excelencia. Digamos, por ejemplo, que gente de bien, políticamente, es quien actúa por el interés general de los españoles, o de la inmensa mayoría de los españoles, o, por lo menos, quién no actúa abierta o subrepticiamente contra dicho bien general, que es un valor toral en la Constitución, y por lo tanto, legal. Pero amigos, ¡menuda caja de Pandora hemos destapado! Surgen dudas y preguntas existenciales aún más desquiciantes. Por ejemplo, ¿favorece la inmersión lingüística el bien común, el de los niños españoles? O ¿Cuánto tiempo llevan atentando contra el interés general de España el PNV o la Generalidad de Cataluña? ¿Y Bildu, la CUP o ERC? ¿Y los malversadores no autolucrativos? ¿Favorece el interés general indultar a golpistas y retirar del código penal su delito o blanquear ETA? ¿Favorece el bien común no hacer un indispensable plan hidrológico nacional o incumplir las sentencias del Supremo? ¿La imposición del gallego en la Administración y educación favorece el interés general de España?
Seguro que Uds. habrán encontrado otras dudas y más terribles, sobre todo si no son juristas, como yo, y utilizan el sentido común y la lectura como fuente de conocimiento. Por lo tanto podemos deducir que antes de las próximas elecciones generales sería bueno que sucediesen dos cosas: 1/ que el Tribunal constitucional estableciese doctrina aclarando qué es, para él, desde un punto de vista legal, el interés general de España y 2/ que los Partidos que se presenten a futuras elecciones inminentes nos expliquen muy muy bien que entienden por interés general de España, para ver si son “legales”. Eso ayudaría, no ya a saber si somos gente de bien o no (¡qué angustia!) sino, sobre todo, si nos gobierna gente de bien. No vaya a ser que la fastidiemos otra vez.