La empresa Funko, fabricante de las populares figuras que son réplicas de personajes de series, películas, súper héroes, de ficción y toda animación que hemos visto a lo largo de nuestra vida, está sufriendo una crisis financiera de alto nivel. Sus últimos datos económicos, revelan que no se encuentra en la mejor situación empresarial, por lo que necesitan tomar drásticas y urgentes decisiones si quieren salir a flote.
La primera, el despido de empleados de su plantilla. Aproximadamente un 10% de sus trabajadores en todo el mundo dejará la empresa.
Desde que se fundó en 1998, su actividad se concentró en juguetes y productos de Merchandising. No fue hasta 2005 cuando dio el gran salto al cerrar acuerdos con grandes empresas del mundo del entretenimiento y cultura como Lucas film, Hasbro, HBO, usando sus licencias para crear muñecos. Justo lo que supondrá otra de sus medidas de emergencia para superar este bache, reducir y minimizar las licencias de las que hacía uso.
Pero dentro de estas decisiones, la que quizá ha llamado más la atención a la sociedad en general, es la posible destrucción de cientos de miles de figuras y productos que se encuentran almacenados en sus centros de distribución. Un exceso de inventario, de alto valor económico que hace que sea más costoso el almacenaje, mantenimiento, custodia, etc., que la eliminación del stock.
Y es que no todos los muñecos han tenido la misma aceptación, ni la misma acogida entre el público, sin embargo, no se han dejado de producir. Todo ese exceso hace referencia a una producción que no ha tenido la venta esperada.
¿Falta de planificación? Quizás.
¿Falta de control sobre la producción? Tal vez.
El hecho es que en estos momentos, si la empresa quiere salir adelante, debe tomar decisiones extremas y urgentes.
No está del todo claro, cómo se llevará a cabo esa destrucción, quizás se valoren las donaciones o acciones comerciales alternativas con el fin de sacar esa gran cantidad de producto y obtener algunos ingresos, aunque no sean los esperados. Habrá que observar en los próximos meses cuál es la decisión final que se lleva a cabo.
Esta situación nos demuestra que las empresas al igual que cualquier otro proyecto, no puede centrarse solo en el momento presente, sino que debe tener una mirada siempre al futuro, con una adecuada planificación, previsión y análisis de la situación actual para prever y sobre todo adaptarse a los imprevistos.
Funko sufre una situación inestable, pero su imagen también lo está.
Es difícil entender cómo se ha llegado a una situación así, pero si ampliamos un poco la vista, vemos otras decisiones empresariales igual de extremas. Funko no es la única, ni es el único sector donde suceden.
Algunas marcas de lujo, en determinados momentos, han decidido destruir su material textil antes que sacarlo a la venta con un valor inferior al que habitualmente tienen. Consideraron, que sería devaluar y menospreciar la marca si se ponía a precios inferiores a los que normalmente tienen.
¿Qué se valora aquí? No es un problema de rentabilidad, no es un problema de stock, es un asunto de imagen, de trayectoria de marca, para que siempre siga la misma línea dirigida a un tipo de público muy específico.
¿Qué se transmite? Que prefieren destruir antes que llegar a todos los públicos. Entramos en valores y modos de actuación de variada interpretación, pero respetables a nivel empresarial.
Prevalece la economía, la marca, la imagen y la reputación, antes que otros conceptos más actuales como la sostenibilidad, el equilibrio, la igualdad, el ahorro…
Cada vez, más empresas, con una misión y visión más innovadora y actual, apuestan por crear sistemas de reciclado, de donación, de venta en distintos formatos y entornos (ferias, outlets, mercadillos, etc.), dando una segunda vida a prendas que todavía pueden prestar su servicio.
Resulta casi obsoleto, no entender que estas medidas forman parte de una planificación, de un control del mercado y de la producción, así como de evolución acorde al entorno VUCA que nos rodea. El cliente mira cada vez más el origen de las prendas, conoce los procesos y en muchas ocasiones participa de ellos, no solo en la primera compra. Obviar todo esto, es ir con el freno puesto y a un ritmo mucho más lento.
Igual que buscamos un salario emocional que nos satisfaga porque el factor económico no es el único aspecto a tener en cuenta, queremos empresas que con sus procedimientos y procesos, nos den un servicio acorde a la imagen que transmiten. El público quiere ver coherencia entre su slogan y lo que venden.
Algo no encaja cuando no compensa mantener, cuidar, crear y merece más la pena, destruir y eliminar. Algo se escapa, cuando existe tanta desigualdad en la sociedad y se llevan a cabo estas medidas.
Los supermercados, de un tiempo a esta parte, también han empezado a aplicar descuentos o bajadas de precio cuando la fecha de caducidad está próxima. Este gesto, supone un ahorro bidireccional. El cliente puede ahorrar en gasto y el establecimiento tiene que deshacerse de menos mercancía porque se vende, ganando además un beneficio económico. Es su manera de contribuir a equilibrar su posible exceso de producción, una forma de acercarse al cliente, que se siente “ayudado” en la cesta de la compra y globalmente, se evita el desperdicio y el derroche. Win-Win para todos.
Se trata de buscar alternativas antes de llegar a un punto sin retorno.
De planificar y prever.
De analizar y crear de una forma equilibrada para no llegar nunca a decisiones extremas.