La problemática euroatlántica irrumpe en la campaña electoral americana mientras en el Senado debaten si aprobar las nuevas ayudas militares a Ucrania e Israel. El solapamiento no es fortuito. En los últimos días el ex mandatario ha abordado la cuestión de manera pueril y trivial, al puro estilo Trump. El llamamiento a la Rusia del autócrata Vladimir Putin a bombardear aquellos países de la OTAN que, en su opinión, no destinan suficientes presupuestos a la defensa ha encendido todas las alarmas. En un comentario en la red social Truth, creada ad hoc por la defenestración de Twitter, el candidato republicano hizo hincapié en que durante su anterior mandato los socios europeos “pagaban todas las cuentas… un espectáculo hermoso”.
El polémico discurso ha coincidido, tras meses de duras negociaciones, con la aprobación en la Cámara Alta del esperado paquete que garantiza a Kiev y Jerusalén una importante financiación y el necesario armamento para repeler los ataques de Moscú y seguir ocupando la franja de Gaza. Pero la medida necesita ser validada por el Congreso en manos de los republicanos. Las funestas palabras de Trump han soliviantado a los gobernantes del viejo continente, hasta el punto de que vuelve a imponerse el debate sobre la necesidad de mayor autonomía y de un sistema de defensa común de la Unión Europea (UE).
Arancha González Laya, ex ministra de Asuntos Exteriores, en una entrevista concedida al diario La Vanguardia, subraya la necesidad de que “Europa debe fabricar más munición y armamento (…) e impulsar su industria de defensa”. Un concepto refrendado por la misma donostiarra y otros cuatro responsables de importantes Think Tanks a nivel continental en un artículo publicado en la prestigiosa revista Foreign Affairs. “Es necesario complementar la OTAN”, inciden los autores, “y entender que, independientemente de quien sea el futuro presidente, EE.UU. investirá menos en seguridad exterior”. Lo corroboran las reacciones favorables de numerosos políticos republicanos a las palabras del tycoon. Prueba del total y absoluto control que Trump desprende sobre el partido del elefante.
Los más optimistas afirman que se trata de eslóganes confeccionados para intereses electorales. El responsable diplomático transalpino, Antonio Tajani, ha tachado de “extrañas e interesadas” las intervenciones. Pero no debe olvidarse de que la reducción de la ayuda militar ha sido uno de los argumentos más utilizados por el magnate televisivo en 2016. Entonces se limitó a exigir que los aliados europeos presupuestaran más en defensa e integrar la aportación americana. Una postura defendida otrora también por George W. Bush y Barack Obama.
La aparente despreocupación en Roma contrasta con el alarmismo de Berlín. El canciller Olaf Scholz amonestó suavemente al neoyorkino al recordarle que “nadie debería jugar con la seguridad de Europa”. Un discurso pronunciado en ocasión de la conferencia de prensa conjunta con el recién elegido primer ministro polaco Donald Tusk, acérrimo europeísta. El ex presidente de la Eurocámara parafraseó el conocido lema de “todos para uno y uno para todos” de Alexander Dumas haciendo hincapié en “la amenaza del imperialismo ruso”.
En Bruselas quién más se ha expuesto ha sido la sucesora Roberta Metsola: “Europa debe fortalecer su seguridad y crear un nuevo marco que se complemente con la Alianza Atlántica”. Estas declaraciones han sido realizadas durante un viaje oficial a Estonia, miembro comunitario y de la OTAN. Su mandataria, Kaja Kallas, ha sido declarada por el Kremlin como “persona en busca y captura” junto al responsable de cultura de Lituania, Simonas Kairys. Ambos están acusados de “haber contribuido a la destrucción y a la degradación de monumentos en memoria de los soldados soviéticos”. Las repúblicas bálticas y la misma Polonia son los estados más expuestos geográficamente a la presión rusa. Además el servicio de inteligencia de Tallin ha desvelado en una publicación abierta la intención de Moscú de duplicar el número de tropas estacionadas en la zona fronteriza.
Una de las sociedades más afectadas, la finlandesa, ha respondido a la potencial amenaza entronizando a Alexander Stubb. El nuevo mandatario es un firme defensor de la ayuda a Ucrania y ha sido una de las personalidades más activas en el abandono del país de una estudiada neutralidad a favor de su ingreso en la OTAN.
Es muy probable que el ascenso a la Casa Blanca no se decidirá en función de las grandes cuestiones de geopolítica internacional. Los estadounidenses priman complicaciones y necesidades internas. Pero las crisis en Europa del Este y Oriente Medio tendrán una importancia considerable antes de noviembre. No es un misterio que la administración democrática esté sufriendo las consecuencias del conflicto en Gaza, y mientras tanto su opositor está hilvanando un éxito tras otro. Además, como indicado, una gran mayoría de los republicanos ha defendido al magnate y atlantistas muy convencidos como el senador de Dakota del Sur Mike Rounds invitan a “fijarse más en sus acciones que en sus palabras”.
El control de Trump sobre el partido en cuestiones de política exterior parece más que consolidado. Es altamente probable que en los próximos meses escucharemos nuevas declaraciones controvertidas y destinadas a alimentar el debate. Todo vale para lograr un mayor consenso.
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