Hoy, en una tendencia que no ha dejado de consolidarse, esa financiación alternativa ya no es un último recurso o incluso una solución que se busca casi a la desesperada cuando el conjunto de los conductos por los que puede circular el capital quedan obstruidos o están casi vacíos (el efecto es el mismo).
El empresario, cada día más, diseña su propio esquema financiero para su compañía y para sus proyectos, precisamente delimitando cuándo, cómo y por qué en cada uno de los tramos de las iniciativas que pretende llevar adelante recurre a su propio ‘equity’, tienta a socios inversores, acude a la financiación alternativa u opta por la bancaria: ése es un ‘pool’ que se dibuja, de forma creciente, con total naturalidad y persiguiendo siempre la viabilidad empresarial y, en última instancia, los márgenes y el beneficio.
Esa rampa de total ascenso de la financiación extrabancaria -una tendencia llamada no sólo a consolidarse sino a acentuarse en este 2024- no es fruto de la casualidad, ni flor de un día, ni puede considerarse un fenómeno repentino, algo equiparable a una moda que pronto desaparecerá o girará a la marginalidad. Han sido varias las causas que, impulsadas de la mano de gestores e intermediarios financieros, han generado esta situación.
La mayor profesionalidad de quienes operan en el campo de la financiación privada, la cercanía, la transparencia, la seguridad… son todos ellos elementos que están contribuyendo grandemente a que se expanda esta ruta de acceso al crédito, cuando éste se demanda en pequeños tickets -por debajo de los 500.000 euros- o cuando las necesidades son grandes, superando los 10 ó los 20 millones de euros, por ejemplo, para el desarrollo de ambiciosas promociones residenciales en cualquier punto de nuestro país: norte o sur, este u oeste, interior o costa, capitales consolidadas o nuevas urbanizaciones.
También aquí radica otro de los ejes y otra de las variables que se está moviendo, en la buena dirección, ampliando el abanico de oportunidades de los empresarios. Ya no sólo la deuda privada en España se observa desde la óptica prioritariamente del sector inmobiliario -sea éste de oficinas, comercial, hotelero, logístico…-, sino que se ha ampliado el foco para extenderse a firmas que, casi en cualquier sector de la economía, buscan tocar y abrir esta puerta para proseguir su crecimiento, habitualmente con una garantía más hipotecaria que corporativa, en aras de la celeridad.
La profesionalización de la financiación alternativa está sirviendo, en paralelo, para hacer que brillen si cabe con más fuerza notas absolutamente distintivas, diferenciadoras, que la convierten en un producto atractivo para el emprendedor. La inmediatez y la velocidad, la agilidad y el sentido de urgencia para ‘montar las operaciones’ y proceder a su preaprobación siguen siendo ventajas competitivas innegables respecto de lo que son capaces de ofrecer otros operadores financieros clásicos.
En efecto, el tiempo es dinero. Y son incontables las ocasiones en las que no sólo es recomendable sacrificar coste financiero para poder cerrar un negocio en los mejores términos sino que ese sacrificio es la única opción para el emprendedor. Pero incluso esta lectura, que tradicionalmente ha costado entender en nuestro país, resulta hoy mucho más comprensible y aceptable en la generalidad de nuestro tejido empresarial.
Así, el coste financiero, como tantos otros -personal, materias primas, administrativos- ha dejado de tener el estigma de ser el único especialmente observado con lupa para ser uno más. Dicho en otros términos, la rentabilidad o el interés que el prestamista reclama al prestatario ha dejado de ser una especie de obsesión para este último, evitando así su bloqueo.
El viejo genio de los negocios, Warren Buffet, sostiene que “el precio es lo que pagas mientras el valor es lo que recibes”. En este sentido, el capital privado seguirá prolongando su momento de oro en España, en gran medida, siempre que quienes se entregan a la gestión e intermediación financiera lo hagan con plena conciencia de que el dinero que se abona por unos servicios tan necesarios tendrá que ser indefectiblemente correspondido por la generación de valor añadido, de valor real, de valor que impulse y estimule un tejido empresarial que reúne a clientes… cada día más preparados y exigentes.