El brote de un cordón sanitario tiene origen en motivos varios, ninguno aceptable dentro de la ley, pero, además, revela características ocultas que conviene advertir: Es síntoma de la condición no demócrata de quienes lo impone. Y consecuencia de dos circunstancias: Falta de convicción en tesis y principios ideológicos propios. Y miedo a perder en un examen-litigio público en controversia con otros. Frente al contraste de principios, ideologías, ofertas y razón, la imposición de fango, muro y verborrea. En vez de opinión libre con diálogo, deducciones y hechos razonados, sentimiento hereditario, vísceras en agallas, humores y aflicciones. Con ello, se busca y consigue, además del aislamiento sociopolítico de grupo, al que se priva de publicidad, la condena al ostracismo de un rival, al que se niega la oportunidad de contraste y debate.
Con discurso único, impuesto por los fabricantes del cordón sanitario, la libertad, claridad y limpieza propias del sistema político actual menguan, pueden quedarse en muy poco o desaparecen. En consecuencia, si se sigue como se ha iniciado y estamos, hay que esperar, y temer, lo que puede venir en el futuro: Ambiente y entorno hechos a medida del Gobierno. Sociedad más pobre y retrasada, entretenida y adormecida por los medios de comunicación con finaciación pública o subvencionada. Ciudadanía silente domada. Casta política única, monolítica, copando puestos y aprovechando el fruto del trabajo y penurias de obreros y clase media. Una situación distinta a las habidas a lo largo de la historia, mezcla de Comunismo si éste aflora y evoluciona hacia adelante o atrás, Socialismo post socialdemocracia si sigue o mantiene parte de su esencia. Los restos del ‘sanchismo’, que ahora denuncia y combate parte de la oposición si, como medio de vida, sigue y sirve con o después de Pedro Sánchez. Y lo nuevo en una sociedad nueva dificil de prever.
Es posible que a la vuelta de la esquina espere cualquier cosa: pobreza, con pobres. Caciquismo con caciques. Populismo con o sin líderes del pueblo. Dictadura, con un dictador o varios de izquierda o extrema izquierda. Dura o blanda, una forma de convivencia que no es democracia. En el ágora, con miedo o sin él, de momento solo hay fango, muros y un cordón sanitario.