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LA VERDAD POR DELANTE

Autonomías con afán de parcas. Parte I

· Por Enrique Calvet, ex europarlamentario

martes 05 de noviembre de 2024, 08:10h
Autonomías con afán de parcas. Parte I
No puedo menos de empezar este billete semanal con mi más rotunda manifestación de solidaridad y duelo para todos los afectados por la gota fría que asoló y arrambló España la semana pasada. Así mismo manifiesto toda mi admiración y respeto a todos los ciudadanos que por profesión o humanismo, voluntarios o servidores públicos, se han dedicado a paliar directamente el sufrimiento de tantos y, cómo no, a salvar la mayor cantidad de vidas posibles. A partir de ahí, y con la más absoluta desesperación y desolación, vienen la politiquería repugnante (por ejemplo Rufián el bien nombrado) y el mísero debate partidista de nivel estercolero, pero también análisis técnicos rigurosos y evaluaciones estructurales de cara al futuro. Y en este punto voy a tocar un solo aspecto, tal vez el menos tratado, que ya me ha producido el estallido de una indignación que dificulto en controlar.

Gran parte de las reacciones políticas posteriores al luctuosísimo acontecimiento, bien regadas por el afán de morbo y el desinterés por el bien común, se han centrado en señalar con dedo justiciero a los culpables del desastre organizativo y humanitario posterior a las inmensas catástrofes torrenciales. En situaciones naturales tan desgraciadas como estas nadie ha sido perfecto, se habrán cometidos errores antes, durante y después; se deben analizar y comprender para mejorar el futuro. Pero hay un claro culpable, culpable de mayor número de muertes de las inevitables y de un mucho mayor sufrimiento de los supervivientes (las víctimas más necesitadas) que pretenden, una vez más, que se vaya de rositas aupado por el cinismo y la hipocresía.

Y ese culpable, reincidente, no es ni más ni menos que el sistema autonómico, o el particular desarrollo disparatado y suicida que se le ha dado desde 1978 y desde 1996. Un sistema de convivencia social y patriótica que deviene en un Estado fallido que desprotege a los ciudadanos hasta el absurdo debe ser denunciado, estudiado y reconducido por los gobernantes y políticos de la Nación, y más si se dicen progresistas o preocupados por los derechos humanos. Y, Señores, cuando ante la probable mayor catástrofe natural en España, en número de muertos, desde hace siglos, la inmediata intervención masiva de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y de todos los especialistas de la Nación se retrasa, letalmente, durante días, por la necesidad “de facto” o “de jure”, que tanto da para los no rescatados a tiempo, del permiso de un gobernador regional; estamos ante un Estado fallido, sin vuelta de hoja. Un Estado fallido que lleva a más muertes de las inevitables.

Y es, por lo menos, la tercera vez que ello acaece, como veremos la semana que viene. Y me indigna sobremanera que los gobernantes y la inmensa mayoría de los políticos, que realmente son conscientes del hecho y que deberían trabajar para el bien común, por interés o cobarde pereza, no admitan el fracaso del sistema autonómico, cuando llega a ser deletéreo, y se pongan a transformarlo radicalmente. Ya que habíamos empezado a hablar de soluciones a nuestro albañal político, veremos cómo esta situación nos aclara algunas cosas. Pero esta vez me sofoca la indignación y sufran Uds. que les ruegue a todos los apologetas de la co-gobernanza, a los sicofantes de la cooperación multinivel, a los propagandistas de las inexistentes bondades de una descentralización inexistente (realmente hemos multicentralizado España), a los adoradores del caos y de la fragmentación, todos los que desprecian el bien común, que se metan su hipocresía y su cinismo donde no les quepa. Y sin vaselina.

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