En este sentido, cuando uno viaja a Azerbaiyán percibe con claridad como los habitantes de este país consideran que el restablecimiento de la plena integridad territorial no hubiera sido posible sin los heroicos sacrificios de miles de personas, entre los que deben ser recordados los mártires del Enero Negro de 1990.
Recordemos brevemente estos trágicos acontecimientos que supusieron un punto de inflexión en la historia del país.
Analicemos brevemente la historia: nos encontramos en un momento que viene marcado por la desintegración de la Unión Soviética y una situación de tensión y conflictos no resueltos en la región del Cáucaso Sur, que en esos momentos quería ser independiente dando lugar después a las actuales repúblicas de Azerbaiyán, Armenia y Georgia.
Concentrándonos en los acontecimientos trágicos vividos en Azerbaiyán, durante las semanas previas a la invasión miliar soviética, a la vez que se producían protestas por parte del pueblo azerbaiyano ante la inacción de Moscú ante la que ya presagiaba iba a optar por Armenia como aliado estrecho en la región. Esta situación la provechó Armenia para anexionarse Nagorno Karabaj, que entonces era una región autónoma del Azerbaiyán soviético. Ante este malestar, el pueblo azerbaiyano intensificó sus protestas con gritos de independencia que fueron reprimidos brutalmente por el ejército soviético.
Durante los días 19 y 20 de enero de 1990, 35.000 soldados soviéticos con la excusa de mantener la paz y el orden llevó a cabo una brutal represión sobre el pueblo azerbaiyano haciendo fracasar su deseo de independencia y libertad ante un régimen soviético que ya se encontraba moribundo y a punto de colapsar y desintegrarse como veríamos que ocurriría finalmente el 8 de diciembre de 1991 con la firma del Tratado de Belavezha que supondría el final de la URSS.
En esos tristes días, de enero de 1990, como consecuencia de esa represión militar que tenía como objetivo aplastar e impedir cualquier intento de consecución de la libertad por parte del movimiento independentista azerbaiyano, las fuerzas militares soviéticas ejercieron una brutal represión sobre la población civil desarmada que tuvo como resultado la muerte de casi 150 civiles y gran cantidad de heridos. Tales sucesos se conocen en la historia de la República de Azerbaiyán como el “Enero Negro”.
Se intentó justificar por parte de la propaganda soviética el derramamiento de sangre de civiles inocentes con el pretexto de que se había logrado mantener el orden en la ciudad de Bakú. Sin embargo, tal narrativa no fue efectiva y sirvió para desacreditar más las acciones totalmente desproporcionadas por parte de Moscú. Todo esto contribuyó a que gracias a esas semillas de la sangre de los mártires germinara un sentimiento nacional de independencia en el pueblo. Gracias a la sangre derramada por civiles se comenzó un camino glorioso que culmina con el éxito actual del moderno Azerbaiyán de 2025.
Estos sucesos vividos en enero de 1990 provocaron que cientos de azerbaiyanos decidieran abandonar las filas del Partido Comunista y provocó que incluso el Soviet Supremo, el parlamento de entonces, de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán condenara los actos cometidos por el ejército soviético y ordenados desde Moscú. Como consecuencia en 18 de octubre de 1991, 71 años después de la pérdida de su independencia, que se había logrado brevemente durante el periodo de la República Democrática de Azerbaiyán (1918-1920), la República de Azerbaiyán restauró su independencia. Una independencia que en realidad era parcial, pues el país se encontraba mutilado, al encontrarse parte de su territorio ocupado por la vecina Armenia.
Se había logrado la independencia de la URSS, pero quedaba pendiente la plena restauración de la integridad territorial.
Restauración la integridad territorial: mirando al futuro con orgullo y responsabilidad
A principios de la década de 1990, Armenia lanzó una guerra contra Azerbaiyán, que provocó que alrededor de 700.000 azerbaiyanos fueran expulsados de su tierra natal en la región de Karabaj y distritos circundantes. Todo esto provocó una crisis humanitaria a la que tuvo que hacer frente el reciente nuevo Estado azerbaiyano. Aprovechando la inestabilidad que se vivía en Azerbaiyán, Armenia lazó una guerra a gran escala contra Azerbaiyán con el objetivo de hacerse con el control de la región de Karabaj, donde vivía una minoría armenia. Durante casi 30 años estos territorios permanecieron bajo ocupación de Armenia.
Durante décadas, en Azerbaiyán, el Enero Negro fue un día de luto y de recuerdo a las víctimas de la opresión soviética de 1990 que además permitieron que Armenia iniciara una campaña militar contra el territorio de Azerbaiyán. El sacrificio de los mártires del Enero Negro se convirtió en fuente de inspiración para el pueblo azerbaiyano frente a la opresión y como motivación para recuperar los territorios ocupados por Armenia después de la primera guerra del Karabaj.
En el año 2020 tuvo lugar la segunda guerra del Karabaj, y en 2023 una decisiva operación antiterrorista liderada por el presidente Ilham Aliyev contra las fuerzas separatistas de la región de Karabaj se puso fin a la ocupación de los territorios azerbaiyanos. Por último, con la retirada de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz de la región de Karabaj, en abril de 2024, el país culminó el restablecimiento de su soberanía sobre los territorios reconocidos internacionalmente conforme al derecho internacional y las insistentes resoluciones de las Naciones Unidas.
Los ciudadanos azerbaiyanos que en la actualidad visitan el Callejón de los Mártires en Bakú lo hacen con un renovado sentido de orgullo. La tristeza se ha transformado 35 años después de su muerte en una celebración que recuerda al pueblo azerbaiyano que sus muertos tuvieron un sentido y un por qué. Los “shahids”, es decir, los mártires en lengua azerbaiyana, que sacrificaron sus vidas en enero de 1990, son vistos en la actualidad como adalides de la soberanía e independencia del actual Azerbaiyán, aportando un profundo sentido de justicia y reparación por los sacrificios que tuvieron que llevar a cabo entregando sus vidas y siendo recordados por su sacrificio como los mártires del Enero Negro por parte del pueblo de Azerbaiyán. Su muerte ha tenido un sentido y se ha producido una justicia y reparación.
En este mes que iniciamos el 2025, Azerbaiyán conmemora el 35º aniversario de los acontecimientos del Enero Negro, pero lo hace de una manera distinta. El país ahora es otro. Ahora el país debe también saber ganar y gestionar la victoria de manera inteligente para que esta se convierta en un éxito no sólo nacional sino también compartido para toda la región y la comunidad internacional.
Azerbaiyán recuerda su pasado con orgullo y mira al futuro con determinación y una renovada seguridad en sí mismo, sabe, que ya es un país unido. Podrá aspirar de manera colectiva a un mejor y prometedor futuro. Azerbaiyán es ahora un país fuerte, unido e independiente, pero además posee una gran responsabilidad como líder regional como fuente de desarrollo económico y estabilidad regional, no sólo con relación al Cáucaso sur sino también atendiendo a su vecindad ampliada.