Pero no nos engañemos: esto no es un homenaje a las mujeres de la Transición, es una provocación cuidadosamente orquestada. Una ofensiva más del Frente Popular reciclado que hoy ocupa el Palacio de la Moncloa, con Pedro Sánchez a la cabeza, para reescribir nuestra historia, blanquear a los criminales de la izquierda y arremeter contra todo lo que no se arrodille ante su ideología totalitaria. Y todo con la complicidad cobarde del Partido Popular, que hoy aplaude con entusiasmo estas tropelías históricas, traicionando hasta la memoria de quienes fundaron su partido y defendieron la unidad de España frente al comunismo.
Dolores Ibárruri no fue una figura de consenso. No fue una demócrata ni una pacifista. Fue una comunista acérrima, defensora de un régimen criminal como el soviético, y protagonista, junto a sus milicianas del Partido Comunista, de algunos de los episodios más salvajes, crueles y sangrientos de nuestra historia reciente. La retórica encendida de la Pasionaria no solo alimentó el odio de clases, sino que alentó directamente la persecución, el asesinato y la tortura de miles de españoles por el único “delito” de no comulgar con la hoz y el martillo.
Esta operación de blanqueamiento histórico no es nueva. El PSOE ya lavó la imagen del genocida Santiago Carrillo, responsable directo de la matanza de Paracuellos, donde miles de civiles, entre ellos mujeres, religiosos, niños y ancianos, fueron asesinados por las hordas rojas. También rindieron homenaje al golpista y separatista Lluís Companys, responsable de crímenes atroces en Cataluña y de declarar unilateralmente el “Estado catalán”. Y ahora es el turno de Ibárruri. ¿Mañana quién será? ¿Lenin? ¿Stalin? ¿Che Guevara?
El PSOE no conoce límites en su maldad. Su concepto de reconciliación no pasa por la concordia ni el respeto a la verdad histórica. Para ellos, reconciliarse es volar cruces, derribar monumentos, profanar tumbas y perseguir a los muertos si estos son católicos, de derechas, falangistas, tradicionalistas, militares, burgueses o simplemente desafectos, mientras levantan altares ideológicos a criminales de la izquierda. Para el PSOE, las víctimas del terror rojo deben ser olvidadas o, peor aún, insultadas con el homenaje a sus verdugos. Porque eso es lo que hacen cuando glorifican a Ibárruri: asesinan por segunda vez a los mártires de la barbarie comunista.
Y lo más repugnante de todo esto es que el Partido Popular, ese partido acomplejado y desnortado, se pliega a este relato sin rechistar. El mismo PP que fue fundado por ministros del franquismo, el mismo que alguna vez presumió de defender a las víctimas del comunismo y de la ETA, hoy aplaude con entusiasmo que se rinda tributo a quienes querían destruir España desde dentro. Han comprado la narrativa del enemigo. Ya no se distinguen del PSOE más que en el tono. En el fondo, son parte del mismo régimen podrido.
Esta campaña de revisionismo histórico tiene un objetivo claro: atacar a VOX, el único partido que planta cara al consenso progre, el único que denuncia la mentira oficial, el único que honra a los verdaderos defensores de España. El PSOE quiere frenar el ascenso imparable de VOX agitando fantasmas del pasado que ellos mismos crearon. No les basta con controlar las instituciones, los medios y las universidades. También necesitan controlar el relato de la historia. Porque saben que un pueblo sin memoria es un pueblo esclavizado.
Pero no podrán con la verdad. No podrán con los que aún recordamos quién fue la Pasionaria, qué hizo el Partido Comunista durante la guerra, qué crímenes cometió la izquierda en Paracuellos, en la Checa de Bellas Artes, en el convento de las Salesas o en la cárcel Modelo. No podrán borrar la sangre de las víctimas ni silenciar a quienes todavía tienen el coraje de levantar la voz.
El PSOE puede seguir ensalzando a sus criminales, y el PP puede seguir aplaudiendo como palmero, pero mientras exista un solo español dispuesto a defender la verdad, la justicia y la memoria de los inocentes asesinados por el odio marxista, no lograrán imponer su farsa.
Porque España no necesita más pasionarias. Necesita pasión por la verdad. Y esa pasión no la encontrará jamás en quienes mancharon de sangre la historia de este país.