“Pocas piedras angulares de la democracia merecen ser protegidas y preservadas con más ahínco y convicción que la instituida por el derecho de defensa. No sólo en nuestro ordenamiento jurídico. Ya la Declaración Universal de Derechos Humanos asienta la idea de que toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial para el examen de cualquier acusación contra ella”. De esta guisa inicia el prólogo, el ex ministro de Justicia, Rafael Catalá, de un manual fundamental que ha puesto en circulación el joven abogado Juan Gonzalo Ospina, hoy diputado del Colegio de Abogados de Madrid. “La actitud de un abogado no suma, multiplica. Es vital en el inicio profesional”, señala el autor de “El Abogado Líder” (Aranzadi).
Ospina se propone ayudar a los noveles en el nada sencillo inicio profesional. De ahí que haya escrito, página tras página, sugerencia tras sugerencia, en el estilo más directo y sencillo posible, pensando en una lectura rápida y amena pero, sobre todo útil: sin duda de las experiencias personales se pueden extraer lecciones generales.
Ya en su introducción refiere que no se trata de una obra científica sino simplemente una guía para que “los nuevos compañeros puedan orientarse en las habilidades y cualidades que todo buen abogado debe tener o desarrollar: empatía, sacrificio, dedicación y, sin duda, constante estudio de la ley. Nadie nos dijo que este apasionante oficio era fácil”.
Emerge sobre otras consideraciones en una obra que tiene mucho de ‘coaching style’ la trascendencia del liderazgo y la actitud: “sin duda adquiere una dimensión importante, en nuestro tiempo y en nuestro sector, la capacidad para influir en los demás con el fin de hacer el bien. Por ello, creo que todo letrado debe contar con esa vocación de influir, para crear opinión o convicción sobre la base de que la versión de los hechos y los derechos aplicables al caso del cliente son los correctos en la búsqueda de lo justo”.
La Abogacía con mayúsculas, al servicio de la sociedad, el respeto a la ley y a la profesión como baluarte del derecho de defensa recorren unas páginas que están esbozadas desde el orgullo de ser abogado y la tarea incansable de defender la libertad de las personas.
Catalá destaca de Juan Gonzalo Ospina que “su trayectoria, experiencia y buen hacer al frente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid, así como su rutina ya cuajada de despacho, le dan un especial peso y valor a sus argumentos y recomendaciones. Porque, en efecto, y más allá del trasfondo intelectual y de rigor, nos topamos con una obra eminentemente práctica y de lectura muy adecuada para cualquier jurista que se encuentre dando los primeros pasos de su andadura profesional”.
De forma comprehensiva y con la justa densidad, capítulo a capítulo se abordan cuestiones cruciales: desde el marketing más moderno de servicios profesionales hasta las técnicas más eficaces de negociación, desde la retórica y la comunicación hasta la organización de reuniones operativas o la gestión del tiempo. Y todo ello, con pocas concesiones a los vericuetos estériles y ninguna a los circunloquios, en un relato en el que Ospina pondera lo que significa el sacrificio, el espíritu de superación o el afán de excelencia para dotar de alma y de recursos económicos a un bufete. Vale la pena adentrarse.