Como es sabido, difamaciones, injurias y calumnias ya están recogidas en el Código Penal, por lo que la norma creada con su Institución al frente, el “Miniver”, lo que busca no puede ser otra cosa que poner en manos de un Gobierno de obsesiva tendencia totalitaria, el control de las redes sociales, tras haberse hecho con el de los medios de comunicación y la educación. Y baste con observar el momento elegido para dar este paso totalitario. No sólo por el Estado de alarma, sino contestando a una pregunta sencilla: con todo lo que está acaeciendo ¿Es prioritario para la ciudadanía española dedicarse, supuestamente, a perseguir arbitrarias “fake news”? La intención es clara, y el destrozo en las libertades y capacitación de los votantes españoles también.
Pero poco antes se había perpetrado un acto definitivo de lesa-sociedad de brutal efecto destructivo. El Gobierno ha decidido suprimir la condición de lengua vehicular del Español en todo el territorio nacional, dejando a cada región ADMINISTRATIVA (llamada Autonomía) la decisión de utilizarlo o no en la enseñanza y como lengua oficial de facto. Desde el punto de vista técnico apenas merece la pena recordar el efecto destructivo de tal delito: destrucción final de la unidad de mercado, anulación de la movilidad de las personas y de la libertad de establecimiento, multiplicación de los costes de transacción con la consecuente pérdida de productividad, gigantesca multiplicación de las desigualdades personales, creación de españoles de distintas categorías, etc… Una carrera desbocada hacia más miseria, más pobreza y más enfrentamientos entre desiguales.
No olvidemos que es el único caso en las democracias occidentales en que se destruye ese poderosísimo instrumento de prosperidad, solidaridad, libertad e igualdad que supone el poseer una lengua común. No hay precedente de tal suicidio colectivo, (Bélgica y Suiza nunca tuvieron idioma común) y todas las grandes democracias de nuestro entorno, aun con más lenguas regionales que nosotros, han conseguido tener una lengua común y no van a renunciar a ella.
Pero el peor crimen no es material, es de destrucción política, histórica, social, ética, y convivencial de la ciudadanía españoles. Es un clavo de acero reforzado y definitivo en el ataúd de una España de Ciudadanos libres, iguales y solidarios. Es el fin de cualquier atisbo de una España de progreso. O de cualquier atisbo de España, tal vez. ¿Por qué pensamos tan lejos? Por el motivo por el que se ha producido la tropelía. Una cesión a los Partidos cuyo objetivo declarado es la destrucción y desaparición de España.
Hemos tocado fondo, nos demos cuenta o no, y la semana que acabó ayer fue la semana de difuntos.