Reparemos que el escrito destinado a estigmatizar los periodistas “malos” con el propósito de impedirles ejercer su profesión, es decir impedir que llegue a la ciudadanía una parte de la información, buena o mala, sectaria o no, pero siempre tan legítima, mala o buena, sectaria o no, como la que proporcionan los profesionales “buenos” que firman la orwelliana petición, venía impulsado por unos Partidos, dizque demócratas, que agolpan más o menos la mitad de los Parlamentarios españoles. Son, para más INRI, los Partidos que gobiernan en esa constelación confederal que es la España de hoy. Es decir que la mitad de los padres de la Patria tienen una visión totalmente anti democrática y perversa del papel de la información en la sociedad española. Hasta sorprende la soflama, naturalidad y desparpajo con la que ejercen el totalitarismo rampante. Cómo si hubieran entronizado ya que España ha dejado de ser una democracia al uso y camina hacia el totalitarismo de manera natural. O peor, como si no tuvieran ni idea de lo que es una democracia ni de los horrores del totalitarismo.
¿Dónde ha quedado aquella idea expresada por Churchill para los parlamentarios del Partido nazi, o fascista, inglés, asegurando que se opondría a muerte a sus ideas, pero que moriría para que tuvieran el derecho a expresar su opinión? Un excelente ejemplo de lo que es esencial para que se pueda hablar de una sociedad de hombres libres. Es peligrosísimo que la mitad de nuestra cámara baja demuestre su total desprecio hacia valores democráticos básicos y su apego a la deriva totalitaria.
Pero, tal vez, lo más peligroso sea en éste, como en otros temas claves, sea la absoluta falta de reacción, la inconsciencia de la llamada sociedad civil, es decir de la “polis”. Ni a través de sus organismos ¿han existido reacciones de sindicatos, academias, ONG, Consejo Económico y Social, Fundaciones, Asociaciones…? Ninguna. La sociedad española parece reaccionar un poco cuando se dirige al matadero económico, pero se deja llevar impasible al matadero político. Y cuando vengan a por nosotros, será demasiado tarde.