Una pandemia que lo ha cambiado todo
Tratándose de uno de los fenómenos sanitarios de mayor relevancia y preocupación en la era contemporánea, la pandemia de la Covid-19 ha alterado nuestro estilo de vida en múltiples y diversos estadios. Desde una primera barrera social cuyo objetivo no es otro que el de evitar contagios y hasta una mayor percepción sobre nuestra salud en el ámbito vírico y epidemiológico, queda claro que el mundo ya no es el mismo. Tanto es así que el desarrollo de algunas actividades de mayor necesidad, como el trabajo o la educación, han tenido que evolucionar y redefinirse para adaptarse lo mejor posible a esta nueva normalidad. Escena donde la distancia de seguridad toma el rol principal.
En ese sentido, y como se ha mencionado, el trabajo y la educación a distancia han traído consigo toda una serie de cambios que, posiblemente, antaño jamás hubiéramos tenido en cuenta. Uno de sus elementos más destacables, por ejemplo, es el de la gran cantidad de videollamadas con motivo de clases o reuniones a las que todo alumno o trabajador a tenido que amoldarse. Si bien se trata de un hecho relativamente sencillo de asumir, este nuevo ecosistema académico y laboral ha acarreado también un vasto abanico de requisitos de calidad y protocolo que es preciso acatar. Sobre todo, ante la expectativa de que las actividades a distancia se prolonguen todavía más en el futuro.
¿Cómo afectan a nuestra vida las reuniones telemáticas?
En un principio, muchos se tomaron el trabajo o la educación a distancia muy a la ligera. La idea de estudiar o trabajar desde casa, más que un problema de incompatibilidad, se convirtió en una opción plausible para diversos estudiantes y trabajadores. Pero, pese a la aparente facilidad de conciliación entre lo doméstico y lo laboral o académico, la realidad es que buena parte de ellos han experimentado cierta pérdida de interés en algunas formalidades. De hecho, las redes sociales contienen todo tipo de anécdotas sobre empresarios y profesores escandalizados ante una notable falta de modales, fruto de la actitud demasiado relajada tras la pantalla ante eventos que requieren seriedad.
Las pantallas han sido testigos de infinidad de individuos que, pese a la importancia de su encuentro telemático, han desacostumbrado una conducta formal frente a ciertos acontecimientos que lo exigen. Y, con ello, causando una reducción de su concentración o productividad al no tomarse en serio una reunión a distancia. Por lo general, esto tiene que ver con el halo doméstico —búnker contra el frenesí de las responsabilidades del exterior—, cuya predominancia nos ha llevado a olvidar que, a distancia, estamos más expuestos al juicio de quien nos observa. O, dicho de otro modo, al crecido interés por elementos como nuestros medios o incluso nuestra apariencia física y conductual.
¿Es necesario que actualice mi webcam?
Bajo ese prisma de entendible crítica frente al modo en que nos proyectamos ante algo serio fuera del hogar, pero aún en él, ingredientes como una calidad de imagen buena o un código de etiquetasegún el ámbito en el que nos movemos han ganado interés. De hecho, y en relación al aspecto técnico de cualquier videoconferencia, la resolución de nuestra webcam puede determinar el resultado tanto de una reunión en el trabajo a distancia, como de una buena relación con nuestro profesor en el estadio educativo telemático. Una de las razones es que, al prestar atención a los detalles aparentemente insignificantes como una webcam, denotamos mayor disposición a cuanto tratamos.
Es por ese motivo que muchas empresas de electrónica como Logitech han sacado al mercado cámaras para conferencias versátiles y de gran calidad para facilitar el día a día de nuestros estudios o trabajo a distancia. Una sublimación de este recurso que tiene por objeto aumentar la resolución de vídeo y audio para que, además de mostrar un mayor interés por cómo nos proyectamos en una videollamada importante, podamos normalizar lo mejor posible estas circunstancias. Así, encontrando entre los muchos modelos disponibles tanto cámaras de conferencia portátiles y para salas de reuniones, como webcams que permiten movilidad y incluso a control remoto.
Una conexión más inmersiva
Asimismo, las ventajas que puede acarrear una webcam de calidad en las reuniones a distancia no sólo tienen que ver con la impresión que proyectamos. Además, esto es importante para afinar nuestra concentración y, por ende, capacidad de inmersión y comprensión, en la reunión que tengamos. A partir de una imagen y audio nítidos, nos será muchísimo más sencillo calar en la reunión sin perder detalle.
En conjunto entre todas las partes, tanto si se trata de escuchar a la perfección las directrices de nuestro jefe, como de anotar sin fallos lo que nuestro profesor escriba en la pizarra. Porque, en el fondo, nuestra productividad y satisfacción para con nuestro trabajo o curso también depende de la calidad de sus medios de proyección. Y, en tiempos de pandemia, adaptarse bien al cambio es un carácter de supervivencia.