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SILENCIO, EN EL TEATRO ESPAÑOL

Juan Mayorga y Blanca Portillo juegan a guardar un hermoso “Silencio” en el Teatro Español

Blanca Portillo y Juan Mayorga.
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Blanca Portillo y Juan Mayorga.

· Por Mariano Velasco

En lingüística se habla de “colocaciones” para referirse a esas combinaciones estables de palabras que - por los caprichos del lenguaje, que los tiene - se utilizan para decir algo que parece que no es exactamente lo que decimos, pero que definen claramente un concepto. Es el caso de “vino blanco”, que en realidad no es blanco, de “caer en desuso”, cuando nada ni nadie se cae, de “tocar el violín”, que en lo que consiste es en hacerlo sonar, de “dinero negro”, que tiene el mismo color que el otro, o de esa tan bonita que es “guardar silencio”, como si de un tesoro se tratara.

Resulta que el dramaturgo Juan Mayorga dedicó su discurso de ingreso en la Real Academia Española al silencio, relatando con un enfoque muy personal y original lo que significa para el teatro en particular y para la vida en general eso de “guardar silencio”. Él, que se confiesa “enfermo de teatro”, ahora va y le da una vuelta de tuerca más a la idea para llevar aquel brillante texto al escenario, con la colaboración de una actriz que también presenta síntomas de estar “enferma de teatro” una sublime Blanca Portillo, y entre ambos nos brindan esa clase magistral de dramaturgia que es la obra “Silencio”, que se representa en el Teatro Español de Madrid.

Situados en tal contexto lingüístico, recordaremos que Juan Mayorga ya adelantaba en el solemne momento de pronuncia su discurso ante los académicos que era muy probable que “quien ahora lee o finge leer estas palabras no sea el que las escribió, sino un representante”. Una fantasía literaria que se hace ahora realidad, porque lo que hace Blanca Portillo en “Silencio” es precisamente eso, representar al propio Mayorga, transformar en teatro, si es que antes no lo era ya, aquel discurso y reflexionar sobre la importancia del silencio en la comunicación, en el teatro y en la vida misma.

Hay mucho de juego en esta propuesta del tándem Mayorga/Portillo, seguramente sabedores de que a ningún aficionado al teatro le resultará sorprendente concebir este arte precisamente como eso, como un juego en el que tan importante es lo que se dice como lo que se calla. Así nos lo cuenta Portillo hablándonos de la importancia del silencio en - cómo no - la Bernarda Alba de Lorca, en la tragedia griega de Antígona; en La Vida es Sueño de Calderón, en la obra y los personajes de Chéjov, en el propio Quijote incluso, y en otros cuantos reconocibles ejemplos literarios con los que Portillo luce toda su capacidad de dramatización, jugando a representarlos mejor que a narrarlo.

Pero cuando más brillante es la obra y más luce también Portillo es en el juego personaje/autor, cuando el discurso se adentra en las argumentaciones más farragosas, que si las matemáticas, las ecuaciones de onda y las dimensiones par e impar, y la actriz va y se planta ante el académico, imaginándonos cómo pudo haber sido ese proceso de creación previo a la representación y, puestos a seguir jugando, cómo el “representante” le sale rebelde al autor y al final le manda también guardar silencio.

Con todo ello es como se consigue que una situación dramática que de entrada no se presentaba como la ideal para entretener al público, con una sola actriz sobre un escenario sobrio y un monólogo de casi dos horas por delante sobre ¡el silencio!, se nos convierta en un espectáculo maravilloso y completísimo que tiene de todo: diversión, fantasía, imaginación, inteligencia, emoción, juego, drama, comunicación… y silencio.

Silencio

Teatro Español

Texto y dirección: Juan Mayorga

Con Blanca Portillo

Juan Mayorga y Blanca Portillo juegan a guardar un hermoso “Silencio” en el Teatro Español
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