Análisis y Opinión

Una de las prioridades de Feijoo, si antes cumple

CARTA DEL PRESIDENTE

· Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

Alfonso Merlos | Domingo 16 de octubre de 2022

Sucede con el paso de los años en las legislaturas políticas, y en las de otra índole, que se van sembrando y cosechando errores garrafales por parte de los dirigentes de turno y, así, los que aspiran a suceder a éstos, van esbozando y pergeñando su plan, en el que establecen una serie de prioridades: aquellas áreas que antes conviene tocar y voltear para devolver las cosas a su estado natural, para enmendar lo equivocado. Pocas dudas caben ya, a estas alturas del partido, de que una de esas prioridades, si Feijoo consigue antes el apoyo de los ciudadanos y cuajar entre las bases del centro y la derecha (no es tarea fácil), será la de desmontar el disparatado Ministerio de Igualdad con sus disparatadas políticas y sus disparatadas gerifaltes (¿o serían gerifaltas?): sus insultantes decisiones, reiteradas y graves, desatinadas de forma continuada, son una afrenta para millones de españoles.



Es simplemente un escándalo que Montero y sus huestes (¿o serían ‘huestas’?) hayan incrementado el número de funcionarios de su área en un 1.380% desde que asaltaron el poder, un crecimiento que no puede sino obedecer (siendo público y notorio como es), a que la ex pareja del ex líder de la coleta ha transformado su departamento, lisa y llanamente, en una burda agencia de colocación fundada sobre el principio de arbitrariedad.

Deberá ser una prioridad de Feijoo acabar con este engendro, burocráticamente creado y asentado, puesto que es una prioridad pasar la página de la ineptocracia y el enchufismo, del sectarismo y las alucinaciones, de todas aquellas determinaciones que van en la senda de enfrentar a la sociedad, de criminalizar al sexo masculino, o de relegarlo a la ciudadanía de segunda, o de sentenciar de antemano su culpabilidad en caso de cualquier tipo de conflicto.

No sólo es aberrante, no sólo es insana la práctica de medidas que ahondan en esta dirección de manera tan sorprendente como trágica. Es que la factura que, en plena crisis, se están dejando los españoles para soportar sobre sus espaldas este caprichoso e injustificado chiringuito es elevadísima. Un 1.380%.

Cuando se es tacaño con policías y guardias civiles, con jueces y fiscales, con médicos y profesores… el último dispendio que necesita España, y que está en la causa de la profunda crisis que atraviesa como nación, es el de “cargar a cuestas con los peores” y, en gran medida en este caso, “las peores”. De cada uno de los ciudadanos depende que esta legislatura aciaga y empequeñecida quede en simple anécdota de la historia de una nación que (siempre pensamos ¿ingenuamente?) no merece a su frente tan poca cosa y de tan baja calidad.