Vivimos un momento de cambio en todos los ámbitos de la sociedad. Lo que antes funcionaba, ahora ya no. Necesitamos buscar alternativas que realmente funcionen y la Abogacía no es una excepción. En estos momentos nos encontramos inmersos en elecciones a Decano/a de uno de los Colegios de la Abogacía más importantes de España, el de Madrid. Los candidatos están haciendo sus propuestas, en muchos casos técnicas, que son importantes, pero ¿es ese realmente el cambio que la Abogacía necesita? La Abogacía está sufriendo una crisis sin precedentes de autoconfianza. No siempre nos sentimos orgullosos de lo que somos y esta situación se ha producido porque cada uno de nosotros sin excepción, no hemos sabido trasladar a la sociedad qué es realmente un Abogado.
Los Abogad@s no hemos sido conscientes que nuestro comportamiento en nuestro ejercicio profesional, afecta a lo que los ciudadanos perciben de nosotros y un mal comportamiento de uno, el boca a boca, hace que nos afecte a todos. El cliente habla mal del Abogad@, no del nombre del compañero en concreto y esto ha ocasionado que la imagen de la Abogacía se haya ido deteriorando.
Hemos permitido faltas de respeto por parte de los distintos órganos de la Administración de Justicia que no han tenido consecuencias. La pandemia agravó la situación, considerando el Ministerio de Justicia que los Abogados no teníamos derecho a vacaciones. Arriesgamos en muchos casos nuestra salud. Los despachos perdieron actividad e ingresos poniendo a muchos compañeros en situaciones precarias no sólo para mantener su actividad sino incluso para pagar las facturas familiares.
Hemos permitido que todas las Administraciones y Asociaciones (con la correspondiente subvención de la administración) presten asesoría jurídica gratuita, lo que ha motivado que los ciudadanos piensen que la asesoría no tiene valor. No hemos sabido trasladar que rellenar un formulario en forma de demanda no es la labor que realmente realiza un Abogad@.
Hemos permitido cobrar por debajo del valor real de nuestros servicios pensando que así veíamos garantizada nuestra supervivencia. Nada más lejos de la realidad. Al final el no dar valor a nuestro trabajo hace que nos sintamos mal, porque el precio que cobramos representa nuestro valor como profesionales. Lo que está ocasionando que se hayan realizado estudios que nos dicen que hay un 80% de los Abogad@s en situación de burnout, stress, ansiedad, depresiones…
La persona que salga elegida como Decan@ del ICAM tiene que liderar un verdadero cambio que permita recuperar a la Abogacía el prestigio y la autoridad necesaria para poder cumplir con nuestra misión, imprescindible para garantizar el Estado de Derecho.
El verdadero cambio que la Abogacía necesita consiste en que cada uno de nosotros nos comprometamos con la excelencia, como personas y profesionales, con un propósito claro de mejorar la sociedad. Hasta ahora hemos puesto el acento en la parte técnica para ser un buen Abogad@, pero está en constante cambio, y no es la que nos va a dar seguridad, dado que su interpretación final depende de otros. La técnica la podemos aprender, pero los comportamientos los tiene que decidir la persona y aquí está la gran dificultad del cambio. Los ciudadanos nos están reclamando comportamientos ejemplares.
Comprometernos con valores como la lealtad, el amor a la profesión y a las personas con las que nos relacionamos en nuestro día a día, la generosidad, la humildad, la integridad, la justicia, la honestidad y la libertad convirtiéndolos en nuestra guía de comportamiento, hará que esa coherencia nos permita conseguir la confianza de los demás y esa autoridad necesaria para influir en la sociedad para liderar. El comportamiento lo decidimos nosotros y por tanto nos da seguridad porque sabemos que lo estamos haciendo bien.
Los Abogados tenemos vocación de servicio a la sociedad. La Abogacía es una profesión esencial.
Debemos trabajar para convertirnos en verdaderos líderes de servicio, lo que nos permitirá lograr la autoridad necesaria para desempeñar con excelencia nuestra profesión y cumplir nuestra misión como Abogad@s.
El nuevo Decan@ tendrá la obligación de liderar este cambio y su principal herramienta será el ejemplo, por tanto, cualquier candidato incoherente en su comportamiento con esos valores que tenemos que cumplir, no nos servirá.
Las principales acciones a desarrollar deberían ser:
1.- Recuperar la salud de nuestros compañeros.
2.- Exigir comportamientos ejemplares a los Abogad@s y garantizar el respeto a los mismos.
3.- Labor de comunicación que informe del efecto pernicioso de no valorar nuestro trabajo.
4.- Formar a los Abogados en Liderazgo de servicio.
5.- Formar en habilidades blandas como la comunicación, toma de decisiones, estrategia, gestión de conflictos, gestión del tiempo, proactividad, inteligencia emocional, relacional y social, proactividad, cuidado de la salud.
6.-Perseguir la vulneración del Estado de Derecho en la promulgación de normativas. Las Leyes son nuestra herramienta de trabajo y de su calidad dependerá nuestros resultados como profesionales.
7.- Tomar conciencia que todos y cada uno de nosotros somos importantes para que la marca Abogacía sea excelente. Promover que nos sintamos parte de ella.
8.- Los líderes tienen que tener una remuneración de acuerdo a lo que son, no podemos seguir permitiendo que seamos infravalorados.
9.-Destruir ese mantra que los Abogad@s somos contrarios a la tecnología, nada más lejos de la realidad. Los Abogad@s lo que no nos podemos permitir es que se nos obligue a utilizar un sistema cuando no está suficientemente probado como ocurrió con Lexnet o como está ocurriendo en la actualidad con las plataformas de las distintas administraciones, especialmente las de la Seguridad Social.
10.- Los Abogad@s necesitamos descansar y no trabajar cuando estemos enfermos.
11.- Impulsar la colaboración entre compañeros.
Lograr el cambio de la Abogacía depende exclusivamente de cada uno de nosotros, pero nos tenemos que comprometer con él, si queremos que los jóvenes quieran seguir apostando por ser Abogad@s.
Tenemos que ser conscientes que sin excelencia en la Abogacía, el Estado de Derecho del que tanto se habla, acabará deteriorándose y la salud democrática también.
El cambio en la Abogacía está en nuestras manos.
¿Te unes?