Análisis y Opinión

La hipoteca comunista de Sánchez y las secuelas que dejará a España

CARTA DEL PRESIDENTE

· Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"

Alfonso Merlos | Domingo 27 de noviembre de 2022

No hay mal que cien años dure ni país que lo resista. Hay refranes que forman parte del acervo popular con los que se pretende, como en este caso, consolar a quien padece una desgracia con la esperanza de que el mal trago no será duradero o eterno. Todo comienza y concluye. No cabe duda de que el deterioro de España, bajo el manto gubernativo del actual y extraño bloque socialcomunista (más socialcomunista que bloque) está produciendo unos daños terribles, no sólo pero especialmente en el plano material, económico a vastas capas de la población. Ahí están, y es obvio que se acrecentarán en los próximos meses, por desgracia para lo que era una nación próspera y, con sus más y sus menos, con un camino relativamente despejado por el que transitar.



Pero el problema ya es otro, independientemente de que Sánchez y sus chantajistas socios comunistas y separatistas (valga la redundancia, en algunos casos) sean desalojados del poder a un año vista -¡qué largo se puede hacer!- o más allá. El drama lo constituyen ya las secuelas indisimuladas e imparables que quedarán; esto es, las consecuencias y los resultados, las lesiones y las afecciones que surgirán como consecuencia de esta trágica forma de ejercer el poder, de manera casi accidental y en gran medida esperpéntica, protagonizada por un nutrido grupo de personas, en un elevadísimo e insólito porcentaje, indocumentadas y descerebradas.

Ojalá estemos ante un paréntesis histórico. Ojalá se cierre pronto. Más allá de liderazgos y de siglas. Porque el desastre con raíz ideológica que está generando la hipoteca del presidente Sánchez con sus huestes y con sus socios conoce escasos precedentes en nuestra historia.

Quedan serios interrogantes sobre el punto hasta el que el principal partido de la oposición es verdaderamente conocedor y consciente del terraplén por el que nos deslizamos, de la ingente cantidad de tiempo que costará devolver a la vía un coche casi siniestro total. ¿Dónde está la alternativa? ¿Dónde está el plan de acción para neutralizar tantas y tan perniciosas actuaciones, algunas de las cuales significan heridas de muerte en la división de poderes, en la configuración propia del Estado de Derecho y, por ende, en la misma esencia de nuestra democracia?

O el Partido Popular se carga de razones y de fuerza, o acredita capacidad para estar a la altura en los verdaderos y más duros momentos de crisis que estamos empezando a atravesar, o las secuelas causadas por el inquilino de Moncloa se contarán más en décadas que en años. ¿No se ve claro desde la atalaya de Génova?