Los analistas de Monex Europe han detectado 9 principales impulsores temáticos para el mercado FX mundial en 2023. Simon Harvey, analista senior de Mercado FX en Monex Europe y María Marcos, analista de Mercado FX en Monex Europe, consideran que estos factores serán decisivos para las políticas monetarias y el mercado de divisas: La volatilidad de las divisas seguirá siendo elevada: en 2022 los mercados de divisas se han caracterizado por elevados niveles de volatilidad y una alta correlación entre los pares del G10 frente a una tendencia persistentemente alcista del dólar, especialmente hasta octubre. Los numerosos factores de riesgo a los que los mercados han de seguir enfrentándose en 2023 (endurecimiento excesivo o insuficiente de la política monetaria, inestabilidad financiera, errores de cálculo de la política fiscal, capacidad de la economía china para reabrirse de forma sostenible, riesgos geopolíticos y suministro mundial de energía, principalmente) nos hacen prever otro año complejo para el mercado de divisas, con niveles de volatilidad superiores a la media, un dólar resistente y tendencias más cortas en sus pares.
Sin embargo, y aunque los riesgos persisten a corto plazo, las condiciones de crecimiento han mejorado recientemente en Europa y China, lo que ha llevado a los mercados a pivotar fuera del dólar estadounidense a principios de este año.
Una nueva fase para los bancos centrales: se amplifica la disyuntiva crecimiento-inflación: con una inflación todavía incómodamente alta, la mayoría de los bancos centrales han reiterado a los mercados que los ajustes de los balances siguen siendo una herramienta secundaria frente a los ajustes vía tipos de interés. Sin embargo, con los tipos oficiales entrando ahora en territorio restrictivo y los riesgos de un endurecimiento excesivo en aumento, es probable que el énfasis de la política monetaria en algunas economías del G10 pase a centrarse en el endurecimiento cuantitativo, lo que supondría una amenaza menos directa para las condiciones de crecimiento.
La escasez de mano de obra y su impacto en el mercado laboral ganarán peso: el ciclo de endurecimiento monetario más agresivo y coordinado que hemos visto desde los 80´ pesará sobre el crecimiento en 2023. Con ello, los responsables políticos pretenden frenar la inflación reduciendo la rigidez del mercado laboral mediante una ralentización de la actividad económica, lo que amortiguaría las presiones salariales. Normalmente, la política monetaria, la producción económica y los mercados laborales tienden a moverse en sincronía a lo largo de un ciclo económico.
Sin embargo, desde la pandemia de Covid-19 se ha observado una dislocación entre los mercados laborales y la economía en general. Aun cuando los tipos han subido y las condiciones de crecimiento se han enfriado, las tasas de desempleo y de participación de la población activa se han mantenido bajas, las empresas han seguido contratando y los salarios crecen muy por encima de una tasa coherente con el objetivo de inflación. Dado que las presiones inflacionistas mundiales se han desplazado desde los bienes hacia los servicios, alimentadas en parte por el aumento de los salarios, una cuestión clave para los responsables políticos de cara a 2023 es cómo responderán los mercados laborales a la desaceleración económica. La reducción de la presión salarial debida a la moderación de la demanda de mano de obra dará credibilidad a una narrativa de aterrizaje suave, pero si está impulsada por el aumento del desempleo, esto no hará sino inflar las preocupaciones de recesión. Por el contrario, una respuesta mínima del mercado laboral podría aumentar la necesidad de subir los tipos más de lo previsto actualmente.
Los riesgos para la estabilidad financiera pasan a primer plano: como consecuencia de las políticas monetarias adoptadas en 2022, y a medida que las condiciones de financiación más restrictivas se vayan filtrando a la economía real durante 2023, crecerán los riesgos para la estabilidad financiera. Esto, no sólo podría exacerbar la ralentización del crecimiento mundial, también podría tener enormes ramificaciones para las políticas monetarias y fiscales. Los riesgos son especialmente importantes para los sistemas muy apalancados y para las economías en las que es probable que se produzcan recesiones. Para Monex Europe, los principales riesgos para la estabilidad financiera en 2023 son la desaceleración del mercado inmobiliario, la inestabilidad del mercado de bonos, el riesgo de impago, la disminución de la liquidez del mercado y la posibilidad de una recesión mundial perturbadora liderada por China.
La crisis energética europea se retrasa hasta la segunda mitad de 2023: aunque se ha evitado una recesión prolongada impulsada por la energía este invierno, persisten los riesgos a la baja para la economía de la eurozona en 2023, ya que es probable que Europa se enfrente al reto de reconstruir los inventarios energéticos sin el gas ruso y, al mismo tiempo, hacer frente a una mayor demanda energética de una China reabierta.
La reapertura de China no será fácil: en el escenario actual donde las presiones inflacionistas y los tipos de interés al alza están lastrando el desempeño de las principales economías, la tasa de crecimiento de China será clave para impulsar las condiciones de crecimiento mundial en 2023. En cualquier caso, es probable que el impacto de la expansión económica de China se distribuya de forma desigual entre los activos mundiales. A escala regional, el aumento del turismo y de la demanda de materias primas puede resultar positiva para los activos de Asia-Pacífico. Sin embargo, dependiendo del alcance de la recuperación, la reapertura de China podría también repercutir en una mayor inflación mundial y mayores déficits a los importadores de materias primas, ya que su demanda de insumos industriales y de energía podría coincidir con una oferta limitada en los principales mercados de materias primas.
Hasta que se consiga la inmunidad de rebaño y los factores estacionales reduzcan la prevalencia del Covid en la China continental, el ritmo y la sostenibilidad de la reapertura económica de China será un tema dominante para los mercados financieros durante el próximo año. En, Monex Europe esperamos que los vientos de cola de la reapertura impulsen la economía China en la segunda mitad de 2023.
Los riesgos geopolíticos seguirán siendo importantes: el conflicto entre Rusia y Ucrania sigue estando en el punto de mira de los inversores. La retirada de la presencia política y militar rusa de su esfera de influencia histórica aumenta el espectro de una mayor inestabilidad en la región. Además, los nuevos éxitos militares del ejército ucraniano plantean el riesgo de una intensificación de la guerra.
En Asia, la postura cada vez más asertiva de China respecto a Taiwán también será seguida de cerca por los inversores mundiales, dada su posible repercusión en el orden mundial. En cuanto a las tendencias políticas internas de los países democráticos, la incertidumbre económica derivada de la elevada inflación puede conducir a una creciente polarización política. Este riesgo es pronunciado en Europa, donde el coste de la vida debido a la dependencia energética concentrada podría reducir la popularidad de los partidos tradicionales en favor de los partidos verdes.
La política fiscal deberá ser más restrictiva: si bien en la pandemia el apoyo fiscal fue clave para evitar un mayor deterioro de la oferta económica global y respaldar la demanda, tanto durante los cierres como en la posterior recuperación, casi tres años después la situación ha cambiado significativamente. El momento económico global poco tiene que ver con lo que era entonces y la principal preocupación de los gobiernos se cierne ahora sobre la necesidad de proteger la economía de las crisis exógenas de estanflación. Esto es especialmente evidente en Europa y Reino Unido, donde los gobiernos se encuentran ahora en una dolorosa disyuntiva entre una política fiscal más laxa, que no hace sino exacerbar la necesidad de un mayor endurecimiento monetario a costa de proteger el crecimiento, o una más restrictiva, consistente con la monetaria, más orientada a la reducción de la inflación y a evitar los riesgos de impago.
En 2023 la política fiscal no sólo se verá limitada por los efectos que tendrá en el perfil de los tipos de interés, sino también por la capacidad de los mercados para absorber el aumento de las emisiones, donde el entorno de financiación para los gobiernos será sustancialmente más difícil. No sólo los costes del servicio de la deuda serán más elevados, sino que los perfiles de crecimiento serán más débiles.