Lo más bochornoso y lo inédito (desde luego en una democracia pretendidamente desarrollada como la nuestra) es que esta exhibición incesante de paletismo, tan rústica y tan falta de modales, va acompañada de desprecios y descalificaciones (el atrevimiento del lego) a miembros del Poder Judicial que acumulan décadas de estudio y aplicación del Derecho y las leyes… hasta que miembros de éste han dicho ‘basta’.
En efecto, como están proclamando -¡por fin!- asociaciones de jueces, no es tolerable que una ministra-lega y sus mantenidas amigas socaven injustificadamente la independencia y la confianza pública en el poder judicial; no lo es que una ignorante total en Ciencia Jurídica decida cuál es la correcta interpretación de las normas y divida a los miembros de la carrera judicial entre buenos y malos, obedientes y desobedientes; no lo es que este lego personaje y sus también legas compañeras hayan precipitado una reforma de tanto calado sin haberla realizado de forma sencilla, ordenada, carente de controversia.
Y aun así, lo más grave de todo es que el ataque perpetrado por las culpables de estar beneficiando en masa a execrables depredadores sexuales tenga respuesta en asociaciones de jueces pero no en el Consejo General del Poder Judicial, cuando se está poniendo en duda la profesionalidad de los magistrados de este país, a los que con toda seguridad la pandilla de Montero no les valdría ni para hacer fotocopias, poner sellos o llevar cafés en los tribunales.
En el ejercicio del poder público, con especial visibilidad, la ignorancia es la carga más pesada. Pero, como agregaba algún político de la Europa del Este, lo dramático es que quien la lleva perece no sentirla.