Eso se llama total asunción de responsabilidades políticas y ética democrática. Una buena idea, que tiene mayor campo de reflexión cuando se sabe que, pese a su derrota, la Señora Marin es aún muy popular, y, sobre todo, ha tomado decisiones muy trascendentes para el futuro de Finlandia y ha mostrado unas envidiables capacidades de gestión en momentos difíciles. Citemos dos hechos: Finlandia ha vadeado mucho mejor que otras democracias, incluso cercanas, la tragedia de la COVID, y, hecho histórico, ha hecho ingresar a Finlandia en la OTAN (con el apoyo del 75% de la población) culminando su muy difícil emancipación de la secular agresión o presión rusa sobre su país (recordemos Carelia). Vemos que, por lo menos, Finlandia tiene dos problemas conceptuales que solventar similares a los de España: Una frontera muy delicada permanente objetivo de preocupación, y su relación con la OTAN. Parece que la ex primera ministra no lo ha hecho mal, dentro de sus particularidades. Las comparaciones son odiosas… Interesante también es valorar por qué la joven primera Ministra, nada incompetente y con aciertos, ha perdido las elecciones. Los análisis rigurosos parecen coincidir. Aunque se le achaque fallos groseros de protocolo, coqueteos con la ideología woke, y falta de respeto a la solemnidad de su cargo (que siempre es falta de respeto a la ciudadanía) parece que ni ha sido tanto ni ha influido tanto. Tal vez haya escandalizado tanto a algunos pocos como para arañarle unos votos, pero no explican el cambio de rumbo. No, los analistas coinciden en que el debate central de las elecciones ha sido el económico, y muy concretamente el problema de la deuda pública creciente con la subida de impuestos inevitable para contrarrestarla. Muchos votantes finlandeses de centro parecen preferir en este momento una política de contención de gasto público, aunque reduzca medidas sociales populistas o no, y , precisamente, para no comprometer ni fragilizar a medio plazo su sagrado estado de bienestar antes que una política gastona en parches, poco cuidadosa con los equilibrios macroeconómicos. Eso es lo que habría propiciado un importante corrimiento de votantes desde el centro izquierda al centro derecha vencedor. No sé a Ustedes, pero nos llama la atención el nivel del discurso y la madurez del razonamiento de los votantes, esté equivocado o no. Nos recuerda que una democracia (Schumpeter) consiste en elegir y votar libremente, pero nunca, nunca, desde la nesciencia o la ignorancia. Lo que también nos recuerda una de las gigantescas diferencias entre Finlandia y España: el país nórdico es modelo universal de excelencia en su sistema educativo, con profesores muy bien preparados y bien pagados, valoradísimos por la sociedad, con “curriculum” nacional único y dedicado a formar ciudadanos tanto como profesionales, con apoyo al “meritoriaje” sin dejar caer a nadie, etc… Sobre los quince o diecisiete sistemas educativos españoles no se puede escribir ni hablar…sólo llorar.
Claro que hay otras enormes diferencias entre la Nación finlandesa y nuestro amalgama de taifas, por ejemplo tenemos mucho mejor clima y “douceur de vivre”, somos mucho más hospitalarios y extravertidos, Carlos I hizo un castillo en Turku y no se recuerda el paso de ningún finlandés ilustre por España, porque nuestra Historia es mucho más trascendente y rica en vestigios…Pero todo eso no tiene nada que ver con la democracia y su calidad…