Análisis y Opinión

La disyuntiva catalana del PP

· El mediatizado aterrizaje de Alberto Núñez Feijóo en la séptima planta de la calle Génova resultó ser balsámico por los intereses populares

Luca Pollipoli | Sábado 01 de julio de 2023
La formación conservadora en primavera de 2022 se encontraba sumergida en un caos organizativo y estructural marcado por la lucha cainita entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. El palentino, una buena persona que siempre ha carecido del necesario instinto asesino, se rodeó de asesores mediocres y ególatras que optaron por enfrentarse a la guardia pretoriana de la lideresa madrileña, un colectivo avezado en las prácticas maquiavélicas. La derrota sentenció la muerte política del ex responsable de Nuevas Generaciones y catapultó al jurista orensano al frente de un partido mermado por los escándalos judiciarios.


Desde entonces Feijóo se ha volcado en la recuperación mediática del PP y en conformar una alternativa a la pésima y desastrosa gestión de Pedro Sánchez. El próximo 23 de julio los electores decidirán quién será el futuro inquilino de la Moncloa, y basándonos en los estudios más fiables – Tezanos y la credibilidad son entidades paralelas – es muy probable que el secretario general del PSOE tenga que reubicar su famoso colchón viscoelástico.

Los resultados de las municipales y autonómicas vaticinan un holgado triunfo conservador, pese a desajustes internos y una gestión más que cuestionable de los acuerdos locales de gobierno. El PP se impuso claramente en la Comunidad de Madrid, Andalucía, Castilla y León y logró recuperar Valencia, la pieza más cotizada. Asimismo, consiguió dar la sorpresa en una región históricamente socialista como Extremadura, retiene Murcia y gobierna en Cantabria mediante un acuerdo programático con el incombustible Revilla. Se le resisten el País Vasco y Cataluña, territorios que exhiben una singular idiosincrasia y precisan de estrategias fabricadas ad hoc.

En un siguiente artículo intentaremos esclarecer los motivos que han relegado el constitucionalismo a un papel de mero espectador en Bilbao, Vitoria y San Sebastián. Pero la actual coyuntura obliga a dirigir nuestra mirada hacia Barcelona y formular eventuales hipótesis que refuercen el margen de actuación de los populares.

Todo analista mediamente informado conviene en la imperativa necesidad de una revolución estratégica del PP en Cataluña. Los retumbantes errores y la visión cortoplacista durante la presidencia de Mariano Rajoy, que alcanzaron su cénit el 1-0 con el envío de unidades antidisturbios, no pueden repetirse.

La irrupción de Vox en el parlamento autonómico y todas las capitales de provincias de la región se explica también por la incapacidad de los populares de articular un modus operandi eficaz y atractivo. Competir con los de Santiago Abascal en patriotismo y ortodoxia de la unidad territorial únicamente daña la imagen de una formación que necesita asimilar una visión polifacética y camaleónica de la realidad política. Ser más papistas que el papa no conduce a ninguna parte.

El triunfo de las ideas más reaccionarias del catalán Jorge Buxadé sobre el posibilismo de Iván Espinosa de los Monteros otorga al PP la facultad de alejarse de maximalismos desfavorables y recalibrar la mira. Esto no significa desperdiciar todo lo conseguido, sino amoldar la exuberancia de Xavier García Albiol, regidor de Badalona con mayoría absoluta, a los tonos más irónicos y sagaces de Alejandro Fernández, el mejor orador del Parlament con diferencia.

El PP debe asimilar que la recuperación de cotas de poder en Barcelona y en las restantes localidades no será inmediata. Hace falta una labor minuciosa y constante y un proyecto a largo plazo que tenga como objetivo reconquistar los corazones y las mentes y no vaya a remolque de los acontecimientos, sino que se anticipe a los mismos.

El último gran virtuoso y representante de esta línea estratégica fue Josep Piqué. Supo conciliar la faceta de empresario con la de político y responsable de la acción exterior del Estado. Mantuvo una excelente relación con los poderes fácticos de Cataluña y presidió corporaciones influyentes del sector aeroespacial. Una figura muy alejada del folklore de Cayetana Álvarez de Toledo, que logró ser diputada por Barcelona en las generales de noviembre de 2019.

La decisión de facilitar la llegada de Collboni a la alcaldía de la Ciudad Condal ha sido todo un acierto. La exclusión de Ada Colau del acuerdo municipal significa la desaparición fáctica de los Comuns, y es importante que el PP exija a los socialistas acuerdos que fortalezcan el eje constitucional en detrimento de cualquier pacto con fuerzas independentistas.

Carpe diem escribía Quinto Horacio Flaco. Los populares aprovechen el contexto de total y absoluta descoordinación entre fuerzas separatistas, con ERC trasquilada por los menguantes resultados electorales y JxCat parapetada en una estrategia de confrontación que la sentencia a una paulatina y definitiva irrelevancia, como bien explicaba Josep Martí Blanch en un acertado editorial (1). Igualmente, cabe recordar la guerra interna que hará implosionar a la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y la incapacidad de Òmnium Cultural para capitanear un movimiento debilitado y sin rumbo.

Pero toda maniobra será infructuosa sin el refuerzo de aquellas entidades que se significaron por una férrea defensa de los valores constitucionales y democráticos ante el embate independentista. Pepe Domingo, referente de Impulso Ciudadano, lamentaba en 2017 “el nulo apoyo de las instituciones centrales” en su desempeño a favor de la unidad territorial.

Como indicado, el PP se enfrenta a un desafío mayúsculo. La eventual llegada de Feijóo a la Moncloa faculta colocar el primer ladrillo. No desaprovechen la oportunidad.

(1).- El Confidencial, Junts apuesta por la irrelevancia política: no pintar nada en ningún sitio, 27/06/2023.