En este sentido, las energías renovables van a jugar un papel fundamental en la ecuación “inteligente” de estas ciudades del futuro, que cada vez serán más eficientes, conectadas y sostenibles.
GENERACIÓN INTELIGENTE
Teniendo en cuenta que la energía dentro de un núcleo urbano se utiliza en todos los aspectos de la vida cotidiana de una ciudad, y que su gestión incluye la generación, el transporte, la distribución, el almacenamiento y el consumo, uno de los grandes retos para hacer más eficiente una smart city es la transición hacia las energías renovables, que proceden de fuentes naturales y que, a su vez, no emiten gases contaminantes a la atmósfera, por lo que el impacto medioambiental es reducido. Y esto es muy importante si tenemos en cuenta que las políticas europeas penalizan el uso de combustibles fósiles desde 2020 y que, para 2030, la Unión Europea ha planteado un ambicioso plan de reducción del uso de este tipo de fuentes de energía fósiles.
Así, tener ciudades verdes e inteligentes requiere de un fuerte enfoque en la producción de energía, reemplazando los combustibles fósiles, que tienen un mayor coste en contaminación, por energía derivada de fuentes renovables.
CONSUMO INTELIGENTE
Pero hay que tener en cuenta que las energías renovables que proceden de fuentes naturales, si bien no se agotan, tienen una producción intermitente (no constante), dada la misma esencia de su fuente. Así, para poder tener una generación suficiente en un sistema energético donde se introduzcan fuentes de energías renovables, será necesario tener mayor cantidad de recursos intermitentes, como la energía eólica y la solar en el sistema energético, mayor capacidad de almacenamiento, así como tener un enfoque inteligente en la forma en que esta energía se consume. Es decir, las ciudades inteligentes deben cambiar también su enfoque para garantizar la flexibilidad en el lado de la demanda.
En este punto, conviene recordar las bondades del autoconsumo colectivo, un modelo ideal para compartir la energía de una sola planta fotovoltaica entre varios consumidores. Esto permite la optimización del binomio generación-consumo, pues al incorporar más actores al sistema siempre habrá alguno de ellos que aproveche la energía generada, reduciendo así el desperdicio energético.
Además, otros beneficios del autoconsumo colectivo es que permite desasociar la localización de los usuarios participantes de la ubicación física de la planta fotovoltaica, dando así la posibilidad de acceder a estos beneficios a usuarios que no disponen del espacio necesario para una instalación; y que reduce el coste de los proyectos a cada participante, ya que ciertos gastos fijos son distribuidos entre todos ellos en lugar de ser pagados de forma individual.
OTRAS CLAVES DE LAS SMART CITIES
Otros puntos clave que van a marcar la diferencia en las ciudades del futuro son:
Ya están viendo la luz proyectos pioneros como los de Songdo City, en Corea del Sur, o Malta Smart City, en Malta. Y dentro de las fronteras españolas, tenemos la Smart City Valladolid-Palencia o la Smart City Málaga. Y es que, con la ambición de una transición ecológica y sin combustibles fósiles para 2050, son cada vez más las ciudades que apuestan por adoptar un enfoque inteligente hacia las soluciones que permiten la integración del sistema energético. Eso sí, para llegar a buen puerto resulta vital que las empresas de servicios públicos y los ayuntamientos colaboren con la industria para demostrar cómo la integración del sistema de energía puede brindar soluciones más económicas y ecológicas para beneficiar a los habitantes de una ciudad.