Análisis y Opinión

Una Barbie transgénero

Laverne Cox inspira esta nueva Barbie trans.

· Por Luis Sánchez de Movellán de la Riva, Doctor en Derecho. Profesor y Escritor

Luis Sánchez de Movellán | Martes 12 de septiembre de 2023
Si nos paramos a observar esta muñeca posmoderna, podemos apreciar que, a primera vista, no hay nada que la distinga (salvo la coloración oscura) de la Barbie clásica, pero la propia casa fabricante certifica que sí es transgénero. Lógicamente y de buena fe nos lo tenemos que creer, pues, de lo contrario, podríamos ser tachados, ya no solamente de “políticamente incorrectos”, sino -y esto sería lo peor- de patriarcales y machistas. Creada hace unos meses, en base a la imagen de la actriz y activista LGTBIQ, gringa y prieta, Laverne Cox, el juguete nos muestra un rostro más o menos parecido al original “femenino”. La similitud entre uno y otro modelo, el “femenino” y el transgénero, lo podemos constatar en cualquier momento. Pero quizás no seamos muy sutiles ni “políticamente correctos” al no captar las ‘diferencias’. En todo caso, este juguete, novedoso y ultramoderno, seguro que ha hecho y seguirá haciendo las delicias de los niños, niñas y niñes, totalmente confundidos y turbados por los estereotipos al uso.

Ante los padres, modernísimos y sorprendidos, llegará el momento de la verdad, el acto de desnudar a la muñeca. Se producirán momentos de suspense, se preguntarán ¿qué pasará? ¿Qué es lo que tendrá la muñeca entre las piernas, largas y afiladas? La decepción empezará a asomar en los rostros y será como un jarro de agua fría para toda esa gran familia tan comme il faut, según los cánones de la political correctness. Será toda una frustración para cualquier buen transgénero, pues se nos ofrecerá un espectáculo desolador de un espacio neutro.

La contemplación de los diferentes modelos de la muñeca referenciada es en sí misma todo un espectáculo, divertidísimo y sorprendente. El consumidor se preguntará: ¿el aspecto más lúdico de esta avalancha de nuevos modelos no estará enmarcado en una serie de ofertas infinitas destinadas a seducir al movimiento woke? ¿O quizás el equipo de marketing de la juguetera no será más divertido que los propios juguetes que ofrece? ¡Son cómo niños!

Los diabólicos torturadores del wokismo más extremo, han propuesto toda una gama de adefesios sin género. No mucho Ken, bastante poco Barbie, y, por supuesto, muy vacilante en cuanto a la naturaleza de su ¿matrimonio? Sin saber muy bien como escapar de las locuras de las minorías deconstructoras, los directivos de la transnacional juguetera ponen en el mercado unos modelos imposibles que parecen destinados más a una clientela adulta y psicológicamente trastornada que a una infancia ingenua y no corrompida. Así, tenemos una muñeca Barbie en silla de ruedas, un Ken discapacitado con prótesis en una pierna, otro muñeco sin pelo por estar incurso en tratamiento oncológico o -como colofón del espectáculo- un Ken sufriendo de vitiligo, es decir, con pérdida de color en la piel. Ya sólo falta que el departamento comercial nos ofrezca la versión con peste bubónica o el modelo con paperas.

La actriz transgénero, Laverne Cox, en la que se inspira esta innovación invisible, ha manifestado (sin saber muy bien lo que dice y por qué lo dice) que “los niños de todas las identidades de género podrán mirar esta Barbie y soñar” ¿Serán los monstruosos sueños que la razón no entiende? ¿Podremos esperar con impaciencia hasta la próxima Navidad para regalarnos la vista con este surtido de ensueño?