Economía

Los BRICS y la desdolarización

¿MÁS COMPETITIVOS SIN EL USO DEL DÓLAR?, LOS EXPERTOS LO DUDAN

· EE.UU. tiene, con mucha diferencia y con respecto al resto de potencias, los mejores mercados financieros del mundo. Inversores de todo el mundo demandan acciones bursátiles y derivados emitidos y negociados en las bolsas estadounidenses

Pablo Sanz Bayón | Martes 19 de septiembre de 2023
La liquidez engendra liquidez y el resultado es un mercado global donde se necesitan dólares para participar. Por tanto, la desdolarización no ocurrirá pronto. Ahora bien, los ejes del poder global están cambiando y no cabe descartar que algunos proyectos, como el que lideran los BRICS -dentro de lo que se ha dado en llamar el “Sur Global”-, puedan fraguar políticas efectivas que conduzcan a la economía mundial hacia una paulatina desdolarización. El comercio intra-BRICS ya no depende del dólar en un 30-35% del total del volumen de sus transacciones, y la cumbre de Johannesburgo, el pasado mes de agosto, ha supuesto una ratificación de este criterio comercial y monetario.

Ya se está observando una tendencia en esta línea en el mercado de hidrocarburos. No obstante, este movimiento de los BRICS se topa con una barrera de momento infranqueable: los futuros de petróleo para cubrir la exposición a la fluctuación del precio dependen de un mercado de derivados que está a día de hoy vinculado a instituciones de EE.UU. y esto requiere, en definitiva, que algún operador obtenga dólares. El sistema del petrodólar todavía condiciona que las empresas y bancos de los países BRICS y de la OPEP tengan que pasar por los circuitos financieros y monetarios de Wall Street.

Del mismo modo, la cobertura del riesgo cambiario requiere un mercado líquido de pares de divisas y derivados correspondientes. Los mercados líquidos sin dólares son aún menos eficientes que los dolarizados. Ningún creador de mercado abandonaría la liquidez que ofrece el dólar sin unos incentivos. Por tanto, la realidad empírica muestra el potente efecto red del dólar, que convierte a esta divisa en la más arraigada en el funcionamiento interno del sistema financiero global y cuyo reemplazo, al menos en un corto o medio plazo, se antoja sencillamente improbable.

Además de proporcionar una sólida infraestructura financiera que da servicio a todo el mundo, EE.UU., a diferencia de otros países, posee una considerable masa de territorio con abundantes recursos naturales. Los dos océanos más grandes, el Atlántico y el Pacífico, sirven como protección natural contra los conflictos que podrían poner en peligro sus infraestructuras estratégicas (energía, transporte y telecomunicaciones). EE.UU., por contraste a la Vieja Europa, puede ser completamente autosuficiente como país si tuviera que serlo o lo eligiera. Este elemento geopolítico también repercute en el modo en que la política exterior de la superpotencia norteamericana determina las decisiones mercantiles y financieras que luego impactan en sus socios, el llamado “Occidente colectivo”, y particularmente, en los europeos.

Sus condiciones geográficas y económicas permiten a la superpotencia norteamericana desarrollar una política exterior que el resto de Occidente, y sobre todo Europa, no puede asumir sin un altísimo coste en términos económicos, como ha quedado en evidencia con la guerra ruso-ucraniana. El efecto boomerang de las sanciones de Washington contra Moscú ha impactado sobre todo en Europa, y principalmente en la economía germana, que ha entrado en recesión. El músculo industrial alemán ha quedado muy afectado al encarecerse la factura energética por la desconexión del gas ruso y el “misterioso” sabotaje del gaseoducto Nord Stream. Ello unido al nuevo proteccionismo desarrollado por la Administración Biden, que ha golpeado a muchas empresas estratégicas teutonas, y, por tanto, arrastrando a toda la economía europea. A este respecto, el completo informe de Judith Arnal, publicado en Agenda Pública (El País), “Germany in Recession: What are the causes, and what does it mean for the European Union?” (29 de junio de 2023).

Precisamente, la constatación de que los efectos de las sanciones económicas no son asumibles más que por la superpotencia que las ha decretado, junto con el hecho de que la política sancionadora ha sido ignorada completamente por los BRICS, hace ver en el resto de los países no occidentales -o no alineados (con Occidente)-, la acuciante necesidad de no depender demasiado del sistema-dólar, es decir, de las infraestructuras financieras y bancarias estadounidenses, y en un sentido más amplio, del marco institucional que conforma la Pax Americana, esto es, básicamente, Bretton Woods y SWIFT.

A pesar de la eficiencia y liquidez que ofrece el dólar a la economía global, su politización -su “militarización”-, genera un cierto riesgo para una parte de la comunidad internacional. Esto explica mayormente que la dependencia de la economía mundial del dólar haya comenzado a disminuir, de forma gradual. El impacto a largo plazo de esta tendencia sigue siendo incierto, pero no cabe duda de que la posición de dominio del dólar en la economía mundial ya no es tan asegurada como antes.

El significado literal de la desdolarización es un proceso de sustitución del dólar estadounidense como moneda utilizada para transacciones financieras, comerciales y como divisa de reserva. La participación de las reservas en dólares en los bancos centrales se redujo en un 12%: del 71% en 1999 al 59% en 2023, como se observa en los datos arrojados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Desafiar la posición de absoluta primacía de la moneda estadounidense parece una tarea titánica, pero la historia reciente nos muestra que nada es inexorable o determinista en política y economía. Una divisa puede verse muy afectada por situaciones y escenarios geopolíticos. No hay mejor ejemplo que la libra esterlina y las consecuencias de dos guerras mundiales, que precipitaron el final del Imperio Británico.

En lo que llevamos de año, se han producido hechos significativos que pueden considerarse un punto de inflexión. India y China anunciaron que llevarían a cabo operaciones comerciales utilizando sus respectivas monedas, alejándose así del uso del dólar estadounidense. La decisión de India de centrarse en el comercio con su propia moneda, la rupia, y reducir la dependencia del dólar viene con la nueva política del gobierno indio que apunta a ser autosuficiente (atmanirbhar). Para un análisis de los fundamentos de esta política nacionalista india dirigida a la autosuficiencia económica, consúltese el trabajo de Ronojoy Sen y Vani Swarupa Murali, “India's Self-Reliance Initiative: Old Idea or New Direction?”, publicado por el Institute of South Asian Studies, Singapur (octubre 2021).

China y Francia han cerrado transacciones de gas natural licuado, liquidado en yuanes (Reporte Asia, “China cierra el primer acuerdo de GNL con Francia en yuanes”, 30 de marzo de 2023). Brasil y China también han acordado evitar el dólar estadounidense para operaciones bilaterales (Agence France Presse, “China, Brazil Strike Deal To Ditch Dollar For Trade”, 29 de marzo de 2023). Incluso Kenia ha firmado un acuerdo con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos para comprar petróleo utilizando chelines kenianos en lugar de dólares estadounidenses. Actualmente, el yuan chino ha reemplazado al dólar estadounidense como la moneda más negociada en Rusia (Bloomberg News, “China's Yuan Replaces Dollar as Most Traded in Russia”, 3 de abril de 2023). Ya desde 2020 la participación del dólar en el comercio bilateral entre China y Rusia cayó por debajo del 50%. Rusia había acelerado el proceso de desdolarización tras empeorar las relaciones con EE.UU. Tras el estallido de la guerra ruso-ucraniana, el 23 de marzo de 2022 Putin firmó una orden que prohíbe a los países "enemigos" comprar gas ruso en cualquier moneda que no sea el rublo.

Otro factor clave en este panorama lo está protagonizando Lula da Silva. El mandatario brasileño ha instado repetidamente, e incluso insistentemente, a abandonar el dólar. En su visita a China, elogió al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) -el banco de los BRICS-, como el “gran banco del Sur Global”, y pidió la creación de una moneda comercial dentro de los BRICS similar al euro. Afirmó que esta medida podría ayudar a reducir la dependencia de los países en desarrollo del dólar estadounidense (Business Insider, “Brazil's president wants to end dollar dominance and backs calls for BRICS nations to use their own currency”, 13 de abril de 2023). Todo esto ha ocurrido en un periodo muy corto, y es lógico que preocupe mucho en Washington.

Este movimiento de desdolarización está alimentado en buena medida por la insatisfacción de muchos países con la política exterior de EE.UU., y más concretamente, con el aumento del uso de sanciones económicas por parte del gobierno estadounidense. La eliminación del dólar como moneda de reserva mundial facilitaría que muchos países eludan posibles restricciones derivadas de la imposición de sanciones por parte de Washington contra ellos. Pero de momento no hay una alternativa al dólar en el horizonte. El yuan chino (o renminbi) no representa ninguna amenaza para el dólar porque China tiene fuertes controles de capital. Esta razón descalifica por el momento al dragón asiático como posible centro de una infraestructura financiera global. Sencillamente, no está en posición de ofrecer la suficiente confianza, estabilidad y transparencia. Incluso si ignoramos el hecho de que las tenencias de dólares en las reservas son más de 20 veces mayores que las reservas de yuanes, los chinos no pueden usar su propia divisa libremente. Todavía menos los extranjeros.

Por otro lado, el proyecto de los BRICS es probablemente la narrativa sobre la desdolarización que está recibiendo más atención en la actualidad. Los principales logros de los BRICS han sido en el área de la cooperación financiera, como lo demuestra el establecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), el Acuerdo de Reserva Contingente (CRA) y varios otros mecanismos de coordinación financiera. Tanto el NDB como la CRA se crearon para ayudar a los BRICS a reducir su dependencia de financiación en dólares estadounidenses. De esta manera, el NBD surge para proporcionar crédito en la moneda local del país en el que se realiza la operación comercial. Además, el NDB brinda más ventajas a los miembros de los BRICS que el Banco Mundial (BM). Los préstamos del NDB tienen menos condiciones y al denominarse en moneda local permiten a los prestatarios evitar el aumento de la deuda externa en dólares estadounidenses. Por otro lado, la CRA fue concebida como una suerte de FMI propio de los BRICS porque constituye la base para una protección efectiva de las economías de este grupo ante una crisis en los mercados financieros.

La estrategia de los BRICS va más allá de reformar las instituciones de Bretton Woods. Si el FMI y el BM no se reforman según las exigencias que entienden los BRICS, de acuerdo a las características de la economía global -menos occidentalizada-, entonces ya tendrían preparado un sistema institucional paralelo y alternativo. Aunque el grupo aún tiene que recorrer un largo camino antes de que pueda desafiar de manera creíble el dominio del dólar, sigue siendo el rival más capaz para catalizar la desdolarización, como reconoce la mismísima Foreign Policy, “A BRICS Currency Could Shake the Dollar’s Dominance” (24 de abril de 2023), un interesante artículo firmado por Joseph W. Sullivan, asesor principal del Grupo Lindsey y ex asesor especial y economista del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca bajo la anterior presidencia.

No obstante, los países que componen el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) son tan diferentes cultural, política y económicamente que la cooperación orientada a acordar una moneda común sería una tarea diplomática extraordinariamente compleja. Los países miembros deberían ceder parte de su soberanía monetaria, lo que expondría a cada país individual a tensiones comerciales y fiscales que no pueden corregirse con métodos tradicionales. Teniendo en cuenta que los BRICS en 2024 integrarán a Emiratos, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y Argentina, una moneda común entre países tan dispares sería algo irrealizable.

Cada país dentro del BRICS individualmente tiene un incentivo para "hacer trampa" al adherirse selectivamente solo a algunos de los términos económicos acordados. Por ejemplo, si los países convinieran eliminar gradualmente sus respectivas monedas nacionales, cualquier operador que retenga una moneda nacional aún podría tener alguna ventaja ofrecida por la política monetaria soberana. El resultado bien puede ser que la moneda compartida no gane mucha tracción porque algunos gobiernos, según la coyuntura, podrían hacer esa trampa.

Quizá el mayor desafío para una moneda BRICS es que sus miembros necesitarían construir la infraestructura del sistema financiero para la liquidación y compensación de los pagos transfronterizos. Sustituir al sistema SWIFT no es tan simple como parece, porque requiere un alto nivel de estandarización tecnológica y homogeneización de la mensajería interbancaria internacional. Un bloque compuesto por tantas diferencias políticas y culturales tendrá a buen seguro dificultades para llegar a un consenso básico sobre tales regulaciones financieras y tecnológicas. Una posible solución es que los bancos centrales de los países que conforman los BRICS acuerden la emisión de Monedas Digitales de Banca Central (Central Bank Digital Currencies, CBDC), mayoristas e interoperables, siguiendo las especificaciones técnicas de los proyectos que está llevando a cabo el Innovation Hub del Banco de Pagos Internacionales (BIS).

Además, los BRICS tendrían que potenciar algunos frentes comunes para poder alcanzar una desdolarización coherente y completa entre ellos. Los mercados financieros requieren creadores de mercado y centralización de la liquidez. De lo contrario, los inversores no se sentirán cómodos realizando transacciones. En los mercados con sede en los EE.UU., los creadores de mercado son generalmente empresas especializadas que dedican importantes recursos a publicar cotizaciones, influir en grupos de inversores y tejer operaciones. Los creadores de mercado tienden a preferir los activos que se pueden arbitrar, reduciendo el riesgo y obteniendo rendimientos adicionales. Este es otro gran problema de los BRICS porque el arbitraje financiero requiere ventas a corto y muchos de los países BRICS mantienen restricciones sobre estas prácticas especulativas. No tendría sentido desde el punto de vista económico que un creador de mercado proporcionara liquidez a un mercado BRICS aislado.

El llamado “Sur Global”, del cual el grupo BRICS es su principal exponente, es demasiado diverso, y posee intereses heterogéneos. No queda claro si el deseo de eludir el sistema hegemónico de EE.UU. al final pesará más que el pragmatismo que dicta la razón de Estado. Cualesquiera que sean los problemas que tenga el sistema de EE.UU., que son muchos y de bastante entidad para la geopolítica de los BRICS, estos podrían quedar más que compensados ​​por la estabilidad general y liquidez que ofrece el dólar al momento presente.

Una moneda común requiere un banco central común con amplios poderes regulatorios y un mínimo de coordinación de políticas fiscales. Lograr esto entre economías tan diversas como China y Sudáfrica -cuya brecha es mucho mayor que la que existe entre Alemania y Grecia en el caso del euro- requiere mucha voluntad política y puede crear limitaciones de competitividad en países cuya antigua moneda se intercambiaba por menos que la nueva moneda común. Dado que todos los países BRICS importan grandes cantidades de bienes de China, quizá por el momento solo veamos acuerdos para ampliar el uso del yuan en el comercio intra-BRICS y uno menos inmediato para establecer una moneda común a medio plazo.

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