El viernes tuvo lugar una cumbre informal de los 27 miembros del sistema comunitario. Una vez más el conflicto entre Kiev y Moscú y la gestión de los flujos migratorios han sido los temas más importantes. Como acontecido en Madrid durante la cumbre OTAN de julio de 2022, también en Granada ha habido espacio por la relajación familiar y la degustación de la gastronomía local. Pedro Sánchez ha querido repetir la exitosa formula que posibilitó fortalecer su estatus diplomático. Ojalá quede como lejano recuerdo el vergonzoso pasillo con Biden despachado por sus acólitos como cumbre bilateral.
El líder socialista está consiguiendo mayor prestigio a nivel internacional que doméstico. La presencia en Granada de Volodymyr Zelensky es un éxito que debe ser reconocido. El mandatario ucraniano defendió la petición de nuevos cargamentos armamentísticos para articular una eficaz contraofensiva. En sus declaraciones recién aterrizado recalcó que “nuestro objetivo común es garantizar la seguridad y la estabilidad del continente europeo”, precisando que “estamos trabajando para mejorar la arquitectura de la seguridad continental”. Un mensaje presumiblemente concordado de antemano y avalado también por la administración estadounidense.
El pasado lunes la responsable alemana de Asuntos Exoteriores, Annalena Baerbock, precisó que “el corazón de Europa late con más fuerza en Ucrania”, y que “la comunidad europea tiene la obligación de extenderse desde Lisboa hasta Lugansk”. Afirmaciones que colocan a la UE ante una sensible disyuntiva. Las preocupaciones de aquellos que consideran la eventual incorporación de Kiev como un potencial terremoto diplomático y, en el peor de los casos, bélico chocan con el frente de partidarios de la apertura hacia Ucrania.
El Financial Times informaba de que la entrada en el sistema comunitario garantizaría a Kiev alrededor de 186 mil millones de euros como ayuda durante los próximos siete años. Esto convertiría a muchos de los 27 en contribuyentes netos, mientras que otros países se verán obligados a renunciar a una quinta parte de las subvenciones derivadas de la Política Agraria Común (PAC). Una contribución que ha paliado el enorme descontento de los cada vez más combativos agricultores locales.
Como es sabido, y que se lo pregunten a los separatistas catalanes, no existen vías rápidas para convertirse en miembros de la UE. La concesión en tiempo récord del estatus de país candidato a Ucrania y Moldavia es consecuencia directa de la inestabilidad geopolítica. Contrariamente a la narrativa independentista, que definía la aceptación como “mero trámite”, se trata de un proceso agotador especialmente para aquellos países que deben adoptar todo el corpus legislativo. Además cabe recordar el derecho de veto de los actuales integrantes que dificulta alcanzar eventuales convenios por unanimidad o la mayoría calificada. Los intereses y las visiones son cada vez más diferentes al estar la ampliación paralizada desde 2013.
Fuentes diplomáticas citadas por la prestigiosa revista Político, la más leída en los despachos bruselenses, aseguran que se anunciará luz verde a la incorporación de 8 países (Ucraina, Moldavia, Serbia, Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Albania y Montenegro) hasta sumar 35 estados. En Granada se ha intentado acercar posiciones y llegar a un compromiso que no se vislumbrará hasta el Consejo Europeo de Diciembre.
Otro tema espinoso que se trató mirando la Alambra es la cuestión migratoria. Las divergencias entre Giorgia Meloni, primer ministro de Italia, y el gobierno alemán sobre el desempeño de las ONG han sido atemperadas después de que se alcanzara un acuerdo sobre el nuevo pacto en materia de crisis y situaciones de fuerza mayor. Pero la negativa del presidente tunecinode no querer aplicar el acuerdo ha enfriado las expectativas. Según Kais Saied los 1200 millones de dólares son “una miseria”.
Una cumbre de especial trascendencia que el presidente en funciones ha instrumentalizado para alimentar la propaganda a favor de la concesión de la amnistía a los golpistas. Una maniobra furtiva y mezquina en línea con el modus operandi de Pedro Sánchez. Entristece la falta de honestidad y la ruindad, Rajoy docet, de un mandatario que subyuga el interés común a los intereses personales y la continuidad en la Moncloa. España no sale más reforzada de la cumbre de Granada.