Análisis y Opinión

Sumar para Restar

· Luca Costantini, el periodista que mejor ha investigado el firmamento morado –recomendable su libro “Aquí mando yo: Historia íntima de Podemos -, define a Yolanda Díaz como “la Uma Thurman española en Kill Bill”

Luca Pollipoli | Sábado 14 de octubre de 2023
En su última monografía, íntegramente dedicada a la sindicalista gallega, disecciona la trayectoria política de la vicepresidenta en funciones y su pasmosa metamorfosis. De protagonista de “Archipiélago Gulag” de Solzhenitsyn a aprendiz de brujo de Miranda Priestly en “El diablo viste de Prada”. Parapetada detrás de una sempiterna risita, la hija del comunista Suso no ha dejado títeres con cabeza desde su desembarco en el Parlamento en 2016. Un modus operandi afinado en la alcaldía de Ferrol – “se doctoró en apuñalarte por la espalda”, precisa un ex concejal socialista – y que utiliza a diario para silenciar cualquier voz discrepante y cuestionadora de su absoluto liderazgo.

Algunos podrían considerar que le debemos el más que necesario arrinconamiento de Irene Montero, sin lugar a duda la peor ministra/o/e de la historia democrática de España. Pero la momentánea evanescencia de la psicóloga es más consecuencia directa de su harakiri político, la denominada ley “Sólo sí es sí” como zenit de su total y absoluta incompetencia, que de un plan maquiavélico orquestado para destronar a la generación del 15-M.

Díaz capitanea un movimiento deforme en el que se imponen las teorías de Vilfredo Pareto. Según el economista transalpino en cualquier ecosistema político se impone la voluntad de una estricta oligarquía sobre las masas. Resulta anecdótico que el pensamiento del que ha sido un referente de la ideología fascista mussoliniana se aplique en su totalidad a un proyecto que se autodefine como progresista y de izquierda. La enésima demostración de la inconsistencia y vacuidad de la ideología.

Desde la presentación de Sumar en el polideportivo Magariños el pasado 2 de abril, la ferrolana ha impuesto su voluntad sobre todos aquellos que le reprochan modales absolutistas e inherentes a autócratas latinoamericanos, entre ellos la venerada Cristina Fernández de Kirchner. Ione Belarra, cuyo protagonismo actual es equivalente al de una jarrita china, acierta en denunciar el caudillismo acicalado de la ministra de Trabajo. La decisión de no conceder el mínimo espacio a los portavoces morados durante la fallida sesión de Nuñes Feijóo es la enésima afrenta a un espacio próximo al desmoronamiento.

Juan Carlos Monedero, la cabeza pensante de Unidas Podemos, advirtió a sus pupilos del riesgo de conceder excesivo mando en plaza a Díaz. Consejos que Pablo Iglesias, el máximo responsable del ocaso morado, ignoró al designar a la ferrolana como su sucesora mediante una grabación casera. Un episodio berlanguiano en el que destacaron el caudillismo del politólogo, nunca dedazo fue tan contraproducente, y la hipócrita indignación de la gallega.

Iglesias había diseñado una sucesión lampedusiana. Escoger directamente a su compañera sentimental como lideresa in pectore de UP hubiese encolerizado a unas bases molestas por el plebiscito que legitimó la adquisición del chalet de Galapagar. De tal manera que pensó a Yolanda Díaz como solución momentánea. Craso error de quien había asesorado a la ministra en funciones. Curtida en todas las maléficas artes de la política, la sindicalista recuperó a quienes el mismo Iglesias había destronado – Iñigo Errejón in primis – y vilipendiado – Ada Colau y muchos más – creando una guardia pretoriana más interesada en ajustar cuentas que en dar a luz a un proyecto cautivador y atractivo.

El resultado es una inestable torre de Babel en el que más de una docena de formaciones compiten para imponer sus exigencias territoriales al carecer de un mínimo denominador común y de un organigrama funcional. Díaz acapara todas las miradas y nada se mueve sin su consentimiento. Sorprende que Ernest Urtasun haya querido sumarse a este Titanic proletarizado. El catalán ha sido uno de los europarlamentarios españoles más respetados durante su periplo en Bruselas y se debe a la política por vocación al haber aprobado la dificultosa oposición a la carrera diplomática.

A Yolanda Díaz le crecen los enanos a diario. Al más que justificado enfado de la dirigencia morada, que amenaza con privar a Sánchez del apoyo de sus cinco diputados, cabe sumar también el malestar comedido de Izquierda Unida. Alberto Garzón lleva un tiempo enojado por la displicencia de la ministra a sus propuestas. Tampoco las relaciones con Enrique Santiago, líder del Partido Comunista de España (PCE), mantienen la fluidez anterior. Pero su imagen ha sufrido un importante desgaste a raíz del encuentro bruselense con Carles Puigdemont.

Los abrazos, las plásticas sonrisas y la complicidad exhibida con el prófugo restaron la credibilidad adquirida mediante el diálogo y la habilidad negociadora. En Moncloa no perdonan una extralimitación que obliga a una perpetua búsqueda de protagonismo. No es baladí que la gallega también intentara sin éxito pactar una cita con la fugada Marta Rovira en Suiza. Desde aquella reunión en la eurocámara la ministra ha sumado un sinfín de errores y desaciertos.

Perfectamente coadyuvada por Marta Lois, recién estrenada portavoz de Sumar en el Congreso. Algo de razón tiene Ione Belarra en sus críticas a esta desconocida apadrinada por Díaz que justifica una eventual ley de alivio penal – o sea amnistía encubierta – con el objetivo de encontrar una solución a “cientos de personas anónimas que se vieron envueltos en un conflicto”.

Habría que explicar a la diputada que aquellos que protagonizaron un golpe autonómico, despilfarraron centenares de millones de euros en un proyecto absolutista y pusieron en entredicho los cimientos democráticos y constitucionales de nuestra sociedad de ninguna manera fueron sujetos pasivos durante el procés. Asimismo, victimizar a quienes convirtieron la Ciudad Condal en Belfast en octubre de 2019 es una broma de mal gusto que vilipendia la entrega y abnegación de las unidades antidisturbios en contener la furibunda violencia de centenares de radicales. Ángel H.S. tuvo que jubilarse al no reunir las condiciones físicas necesarias para poder seguir ejerciendo como policía. Un adoquín lanzado con un tirachinas le perforó el casco causando daños cerebrales irreparables.

Asimismo, los detenidos en septiembre de 2019 en el marco de la operación Judas habían planeado un detallado asalto a la cámara autonómica. Según las investigaciones los Equipos de Respuesta Táctica (ERT) de los CDR disponían de la colaboración del mismo Quim Torra, ex presidente regional, y del entorno del fugado de Waterloo. La Guardia Civil logró captar imágenes de estos separatistas detonando cargas explosivas e incautó durante las pesquisas material para la fabricación de artefactos y croquis de instalaciones castrenses. Además habían acumulado información en fuentes abiertas de líderes políticos constitucionalistas.

La imagen de Yolanda Díaz el pasado 23 de julio festejando haber conseguido 31 escaños es más que reveladora. La fashionaria, Jímenez Losantos docet, intentó encubrir la pérdida de seiscientos mil votos con torpes movimientos de cadera. Un baile tribal que de ninguna manera evitará el progresivo desgaste de su experimento político, un conseguido homenaje al frankenstein sanchista.