A medida que evolucionan las frases, Leonor va tomando más seguridad y firmeza porque controla más la respiración y rompe la monotonía de la regularidad en la expresión. Es cuestión de ir ganando dominio en la expresión verbal según avanzan los minutos, para así poder hacer un cierre de discurso lo más brillante posible y obtener la mayor complacencia y los más calurosos aplausos de los asistentes. Regular bien la respiración resulta necesario para que fluya y se proyecten las palabras, además de aportar seguridad a su expresión facial de cercanía, que mantiene en todo momento.
Hay un avance en la expresión verbal, desde su primer discurso pronunciado, por la propia voz que adquiere tonos más graves por los años transcurridos. El cambio de voz en las personas de la niñez, a la adolescencia y juventud, en este caso, siempre pasa por una evolución constante. Suele cambiar entre los 11 y 14 años cuando la laringe se va transformando. Al transcurrir los años la voz se profundiza en un par de tonos según los tramos de edad, y en general, se hace más contundente. En casos de voces de tono medio, como es el caso de la princesa Leonor en su tramo de edad, sucede así, porque su voz es de tipo medio con tendencia a tono grave en un futuro. En casos de voces agudas o graves, los cambios pueden ser más profundos.
Destaca el dominio del espacio escénico y la capacidad de proyectar su voz, con un gesto de complicidad antes de pasar al atril, en que su padre, el rey Felipe VI, le dirige y toca su mano, en señal de afecto, y para dar seguridad y fuerza en la pronunciación al discurso, lo que sucede también al finalizarlo”.
(*) Julio García Gómez es analista de expresión verbal y gestual. Director de comunicación de la Fundación Economía y Salud y Fundación Casaverde. Licenciado en Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid. Formación internacional en NAB Atlanta (EEUU) y MIDEM de Cannes (Francia). Docente de habilidades de comunicación.