Análisis y Opinión

El aval explícito de los españoles

LA VERDAD POR DELANTE

· Por Enrique Calvet, ex europarlmentario y Presidente de ULIS

Enrique Calvet | Martes 07 de noviembre de 2023
Creemos que, desde un punto de vista de los fundamentos democráticos, arroparse en el voto de los militantes de un Partido (¿cuántos? ¿100000 a todo trapo?) para sentirse libre de realizar políticas que afectan a los aspectos básicos y fundamentales de la convivencia entre 47 millones de españoles y a la posible pervivencia de la histórica Nación española, que no nació precisamente ayer, es un engaño lamentable. No es que discutamos que el PSOE actual “pertenezca a sus militantes”, aunque todos hayamos conocido el muy hábil maniobrerismo del Doctor Sánchez; es que no importa. Los escasos miembros a corriente de pago de un Partido no son quienes para blanquear un cambio encubierto del espíritu de la CE del 78 o una transformación radical del concepto de España o un ataque frontal a las Instituciones democráticas.

Su consulta podrá decidir aspectos internos del Propio Partido (como abandonar el marxismo) pero no políticas torales que condicionan enormemente la vida de todos ( como pertenecer a la OTAN). Ligamos esta visión antidemocrática de la política a la reacción que está produciendo en buena parte de la ciudadanía, ya francamente alarmada, con activismo callejero incluido. Hay un creciente sentimiento de haber pasado líneas rojas catastróficas, de ya no tener Instituciones democráticas independientes que puedan proteger la España histórica ni la de la Constitución, de estar viviendo un momento histórico existencial sin que se haya consultado a la ciudadanía. El activismo callejero, que se puede deslegitimar si cae en el vandalismo o si se convierte en el arma de un solo Partido levantisco, con sus técnicas, sus activistas profesionales y reventadores conocidos, preocupa ya al Gobierno. Apoyaremos siempre cualquier manifestación, concentración, marcha o lo que sea de la sociedad civil, como el 18 de noviembre, o multipartidista y transversal, nunca el vandalismo o la instrumentalización Partidista. La situación abismal de la España de hoy sin duda lo requiere. Pero el Gobierno tiene en sus manos frenar la deriva hacia la violencia indeseable o hacia la quiebra de la convivencia.

Debe darse cuenta que lo que propone es de una trascendencia gigantesca y supone un cambio radical del concepto de España y que eso no ha sido sometido a la aprobación democrática del pueblo soberano. No sólo lo plantea un Partido que quedó segundo en las elecciones últimas, sino que estos aspectos trascendentes de la democracia española ni se discutieron en campaña ni figuraba en el programa de ninguno de los Partidos nacionales. Eso es absolutamente antidemocrático, por lo que el Gobierno, siempre con Sánchez a la cabeza, faltaría más, volvería a la senda democrática si sometiera la “amnistía” y otras concesiones destructivas de la convivencia e igualdad a un referéndum, o en el mejor de los casos, a unas nuevas elecciones en las que el tema central fuera explícitamente la amnistía y las concesiones. De ahí sí saldría el respaldo de los españoles, y no de los “magros militantes”. Ello, incluso, con la poco democrática ley electoral que tenemos. Así se acabaría el recurso, hogaño indispensable, a la presión callejera para pasar al debate, la explicación, el análisis y la visión de España. Volveríamos a cierta semejanza con la democracia, lejos de la autocracia.