Lo primero, sin duda alguna, es felicitar a doña Nadia por su éxito, largamente buscado, y, en nuestra opinión, totalmente merecido desde el punto de vista profesional y personal. La señora Calviño es una excelente economista y una dirigente europea de altísimo prestigio y capacidad, como hemos podido comprobar personalmente en nuestros mandatos en Bruselas y Estrasburgo. La felicitación es personal, pero la pregunta es: ¿nos podemos felicitar como españoles? La señora Calviño durante su paso por el Consejo de Ministros sin duda ha dejado evidencias de su capacidad profesional, y muy particularmente de su enorme capacidad para utilizar los resortes de la UE en favor de las políticas del Presidente Sánchez.
Desde el punto de vista académico y técnico, tiene sus detractores, como es natural, en particular por parte de los economistas clásicos preocupados por la deuda, y otros desequilibrios macroeconómicos. Pero doña Nadia se ha encontrado con una coyuntura económica muy difícil y extraordinaria, y ha gestionado crisis singulares a corto plazo. El debate está abierto. Subjetivamente, le reprocharíamos más bien el no haber acometido reformas estructurales indispensables (recuperación urgente de la unidad de mercado, reforma total y en profundidad del sistema fiscal, no del mero impositivo, plan de recuperación de la productividad por encima de otros objetivos, etc…), pero es reproche que se puede y debe hacer a todos nuestros ministros de economía desde la época de Solbes, y ella se ha encontrado con el peor de los panoramas para hacerlo. Nadie le puso el cascabel al gato, Nadia tampoco.
Más importante nos parece reprocharle el haber estropeado su gran logro al no culminarlo. Un éxito, casi colosal, de la señora Calviño, ha sido canalizar para España un montante único de dinero para reconstruir el tejido productivo español.¡ 170.000 Millones entre donaciones y créditos muy favorables! Su trabajo en la UE, y en particular de la mano del Comisario Gentiloni fue espectacular. Pero ella sabía que la puesta en práctica, que la utilización óptima de ese dinero prometido se enfrentaría a grandes dificultades, incluso estructurales, en España. Básicamente, la incapacidad de la elefantiásica y fragmentada administración pública de la España “multinivel” para desarrollar el plan de utilización, la merienda de negros de la voracidad autonómica y el deseo de la parte friki del Gobierno de desviar dinero hacia objetivos difícilmente justificables en estos momentos. Y aquí es, a nuestro subjetivo juicio, dónde doña Nadia nos falló.
En vez de centrar la mayor parte de sus energías en ir removiendo los obstáculos para permitir la llegada rápida de los fondos europeos y su óptima utilización, se olvidó del tema, de su propio logro, y se dedicó a hacer política y convertirse en aval y blanqueadora de las peores políticas populistas, o separatistas, del Gobierno de España más destructivo del bien común de la democracia española. Sin duda alguna eso le ha ayudado en su carrera personal, pero nos deja una Nación desaparecida. Ese es nuestro mayor reproche, siempre opinable. Pero ¿y ahora? En el puesto que va a ocupar va a tener mucha influencia y capacidad de decisión en que muchas inversiones que se canalicen hacia España lo sean rigurosamente y óptimamente en su intención y realización. Ella sabe perfectamente lo que hay que vigilar y cambiar. Si la señora Calviño, paradójicamente ahora liberada de rendir pleitesía a un Gobierno felón, recobra algo de patriotismo y pone sus capacidades e ingentes conocimientos a poner su granito de arena en la reconstrucción de España, nos felicitaremos como europeos españoles. Sino, pues ya saben, cada vez más pobres, cada vez más desiguales, cada vez menos solidarios…la moda actual.