Análisis y Opinión

¿Y?

· Por Julio Bonmatí, Observador de masas

Julio Bonmati | Domingo 28 de enero de 2024
Aclaremos la situación, ¿Vosotros, tú y lo tuyo, no os fuisteis para nunca volver? Así es, fuimos para quedarnos pero tras tratarnos un rato y conocernos, nos dijeron que allí no nos querían y hemos tenido que volver. Pero solo como estación de paso, otra meta volante. Por poco tiempo. Y ¿Cómo os sentís?

Bien, no nos afecta lo que otros puedan opinar, y a consecuencia de ello menos nos preocupa todavía donde nos puedan enviar o aparcar; si nos dejan comernos la galleta dentro, ¡fenomenal, en el interior la saboreamos!; y si nos obligan a ingerirla fuera, ¡fantástico, en el exterior la disfrutamos! Como podrás comprender, poca es la diferencia.

Y ¿Os da igual?

Según el qué. El sabor en ningún caso nos importa, pues nunca es el mismo; varía, y no poco, de un día para otro, y básicamente depende del azar; y donde nos la zampemos, a cubierto o a la intemperie, nos es indiferente mientras nos dejen degustarla juntos. Somos muy pocos, uno y a lo sumo este uno está acompañado solo de su contradictorio alter ego, como se puede ver, y nos entendemos bien. Entre nosotros, en la convivencia diaria por difícil que parezca, en aras de la supervivencia siempre al terminar la jornada se finiquita el debate e impera el sosiego y la serenidad.

Pero fuera si llueve la pasta del barquillo se humedece y dentro el calor la seca. ¿Tampoco su estado os afecta?

En uno y otro caso como no puede ser de otra manera aflora la alegría. Y es así porque húmeda o seca cuando es uno quien con el paladar la cata, el otro es quien se ríe; y a la inversa cuando la mastica el otro con los dientes, es uno quien sonríe abiertamente.

Parece imposible ¿No tenéis ninguno realmente ninguna preferencia?

Sólo se incomoda el alma si dejas que se guisen mundanas jerarquías en tu cabeza. Al tenerla [la preferencia]: si al final te haces con ella, se supone que te esforzarás en conservarla lo que a su vez te obliga al trabajo y a consecuencia del deseo de su presencia te vuelves su esclavo; y si al final no te haces con ella, el deseo incumplido te crea frustración, tristeza y amargura y a consecuencia de la continua añoranza por su ausencia te vuelves su esclavo.

¿Y cuándo se acabe la oblea?

Por las universales leyes de la física y de la química antes o después el bizcocho irremediablemente se fundirá con la nada, imponiéndose de forma natural para quedar sólo y únicamente a la vista [o fuera de la vista, según se mire] esta última [la nada]; y al no quedar otra, el yo con el ego en buena sintonía por la ley de los rendimientos decrecientes implosionarán para deshacerse para siempre del alter, ni su nebulosa se mantendrá aquí ya más allá de un efímero nanosegundo. Y para seguir conservando la paz que tanto nos calma y mientras no se demuestre lo contrario supondremos que partió definitivamente al más allá.

Pero entonces solamente quedará o ya no quedará: ¿La nada y el yo?; o mejor dicho ¿El yo con la nada?; o bien pensado ¿El yo dentro de la nada?; o simplemente ¿La nada?

Muy bien, genio. Si cualquiera de tus conclusiones por un casual es acertada y al final es así, ahora soy yo quien pregunta:

¿Y?

Ni idea.

Pues eso digo yo. ¡Anda, préndelo de nuevo, métele juego, dale un par de caladas sin dejar tus babas, y pásalo!