El camarero, informático peruano avispado en el exilio y coñón en barra, repitió la misma pregunta entre la clientela en jerga chupy: “Vosté, qué trabajo le daría a la exma”. Por servicio patriótico, gratis sin comisión, copia de ofertas, alguna chusca, de clientes colaboracionistas: Asesora para la presidencia de la Conferencia Episcopal (anciano). Ojeadora de titis culés, baleares e ibicencas (joven con sudoku). Modelo cincuentona tipos fondona, gorda y flaca (señora). Catadora de fiambres, denominación origen ibérico-bellota (jugador de ajedrez). Adjunta en Las Ventas, para sacrificio sin indulto a toros y bichos que manseen (señor con gorra). Deshojeadora de margaritas de plastico ‘me quiere no me quiere’ (chica con fular) Controladora de cierre de bares, discotecas, terrazas y tablaos (agente con chaleco amarillo). A la cola del paro, ni más ni menos y sin un duro (Señor Luis, 87 años). Contadora de nubes, con Zapatero (jubilado). Traductora para entender o desatender recomendaciones de la Comisión de Venecia (mujer con gafas). Probadora de paracaidas y caidas en Asuntos Exteriores (jovenzuela). Vigilante en Valdebebas (chico). Para ayuda en casos y episodios de Depresión, ansiedad y extres postraumático (opositora). Ja, ja, ja. Armengol, voy a pensarlo (Veterinaria jubilada en ministerio de Hacienda).
Pasada la mañana, lo de Armengol llegó al telediario. Antes supimos que el ministro de Transporte y Movilidad Sostenible “destituye al cargo de Puertos del Estado que tramitó la compra de las mascarillas del caso Koldo” (El Pais). Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, por las tuyas a remojar. A pesar de lo dicho por el mismo y pubicado a cuatro vientos, Óscar Puente se apartaba y apartaba a Álvaro Sánchez Manzanales del caso Koldo-Ábalos-Sánchez-PSOE. Una posible barrera para defensa. Que no tapó el comportamiento de la hasta ese momento presidenta del Congreso de los Diputados. Ni impidió la condena en el telediario. Armengol, sola ante camaras y flashes, hilaba frases, muy mal. Rehuía preguntas sin ofrecer la claridad, transparecia y responsabilidad que pedía al Partido Popular.
Acabado el telediario, quién se merece qué. Documentos, explicaciones, espectáculos, dolor, tergiversaciones y sumario. Siesta. En la almohada, la imagen triste para ella y penosa para los demócratas españoles de la tercera autoridad del Estado en mal momento. Sin otra ayuda que ofertas simples de personas que desayunan en un bar. A la presidenta del Congreso Armengol, insegura, pidiendo.