Y, en cuanto a las series producidas en España, las cifras tampoco decepcionan. Muchas han cosechado un éxito rotundo a nivel global, entre ellas la superconocida “La casa de papel”, el drama adolescente “Élite”, la serie de época “Las chicas del cable”, “El inocente” de Mario Casas o hasta un docu reality, “Soy Georgina”, que sigue la vida de la mujer de Cristiano Ronaldo.
Ante semejante listado, queda evidenciado que una de las claves es que la representación lleva la posta. El objetivo, según ha declarado Ávalos, es que todo el mundo se vea reflejado en la pantalla. No importa si es un documental, una serie o una película, tiene que haber esa conexión, que todos los espectadores se vean identificados. España es una gran incubadora porque es un país diverso y Netflix está muy centrado en mejorar la brecha de género en el audiovisual. En una industria tradicionalmente masculina, la apuesta por mujeres guionistas, directoras y protagonistas es un respiro que llega tarde, pero a pasos seguros. Un buen ejemplo del éxito que significa esta apuesta es la serie “Valeria”, una comedia romántica moderna con base en Madrid que está basada en un bestseller escrito por Elísabet Benavent. La adaptación a la pantalla fue realizada por un equipo liderado por una mujer y el equipo de producción está compuesto en un 57% de jefas de departamento y un 50% del equipo son mujeres.
Y es justamente esta iniciativa de la que surgió la idea de un programa de mentoría de mujeres directoras, a través del que Netflix busca invertir en España en la próxima generación de directoras. Con este precedente de crecimiento exponencial en tan solo cinco años de abierto el hub de Tres Cantos, no caben dudas de que con programas de este estilo se realzan las distintas identidades que se encuentran a lo ancho y largo del país. La estrategia es local, desde el punto de vista de la narración y el lenguaje. En cuanto a la accesibilidad, el doblaje y la subtitulación se realizan en más de 48 idiomas para tener el máximo alcance posible.