Análisis y Opinión

‘Errejongate’: los destrozos cuando se vota y aúpa a los peores

El "Errejongate" tiene bastantes paralelismos con el caso Clinton-Lewinsky, incluyendo el de la posible enfermedad mental del protagonista.

CARTA DEL PRESIDENTE

· Por Alfonso Merlos, Presidente de "El Mundo Financiero"

Alfonso Merlos | Domingo 27 de octubre de 2024
Platón y Aristóteles definían la aristocracia como ‘la forma de gobierno de los mejores’, un concepto que tenía un claro origen: ‘aristos’ o excelencia y ‘kratos’ o poder. Así describían ambos pensadores un sistema de gobierno ideal en el que estaba al mando una elite que sobresalía por su sabiduría, por su virtud, por su experiencia en el mundo. España, especialmente desde la avenida a las alturas de los neocomunistas de Podemos, pero también por cuanto salpica a los procesos de selección interna en otros partidos políticos (en la izquierda y también en la derecha), es probablemente en la esfera occidental el ejemplo de libro de que hemos votado y aupado, especialmente de una década a esta parte, a los hombres y mujeres que más destacan por su ignorancia y analfabetismo funcional, por sus defectos, por su absoluta inexperiencia en el mundo profesional y en las cosas de valor: simplemente escoria a los márgenes del verdadero progreso de la sociedad.

Del ‘Errejongate’ se pueden sacar ya, sin temor a equivocarse, un par de conclusiones de fuste. La primera, que Errejón no es ningún acosador sexual ni la artista que le ha denunciado es una víctima. En todo caso, que el primero es un presunto acosador sexual y la segunda una presunta víctima. Y esto, porque los demócratas aún hemos de preservar para España lo que despojos políticos y desvalidos intelectuales como los que han crecido en el ‘podemismo’ y sus aledaños se han concentrado en destruir desde su vocación sectaria y totalitaria: un principio sagrado como el de presunción de inocencia.

Esto, como primera providencia. La segunda es correlativa: cuando un país, por modas, por dejación, por falta de coraje democrático se deja arrastrar por corrientes perecederas como la que aupó hace una década a desechos de toda índole como los que convergieron en Podemos, los daños y perjuicios para el sistema se dejan sentir de manera inmediata, y pronto llegan las secuelas.

Y ahí estamos. Librándonos poco a poco -demasiado lentamente- como sociedad de especímenes que nunca debieron llegar al sitio al que llegaron, pero sin despertar por completo. Si fuese así, ¿alguien se explica cómo presuntos servidores públicos y presuntos servidores de la información pueden admitir ahora que sabían que alguien estaba perpetrando gravísimos delitos sin denunciarlo antes por puraobligación con el interés general y con la propia higiene del Estado de Derecho? ¿Les alcanza el conocimiento a estas meras marionetas, a estos cobardes palanganeros y palanganeras para ver hasta dónde llega el delito de encubrimiento, que consiste en proteger u ocultar a una persona que ha cometido un delito con el fin de evitar su persecución o castigo?

Y ahí está el verdadero atasco que sigue padeciendo España. El de presuntos servidores públicos y presuntos servidores de la información, instituidos unos y otros en simples bultos sospechosos,conformes unos y otros con ser simples felpudos y alfombrillas de baño bajo la bota de la ola progresista del momento. Lacayos de tercera regional. ¿Lo vemos?