Convocatoria de urgencia, toque de rebato, triquiñuela. Cualquier cosa. Un motivo, posible, es lo dicho por el vicepresidente Vance, en la Conferencia de Seguridad en Múnich, reafirmado por Trump. Otros motivos, probables, sinuosos o como disculpa, pueden encontrarse en el amparo o desamparo europeo, a la sombra de intereses singulares. De convocante, convocados; y de las prisas y apuros en las necesidades electorales de líderes, partidos y grupos de paises, naciones o coaliciones.
Las sospechas, sobre qué pudo animar a Macron a llamar y a los llamados a asistir, se pudieron aclarar en Madrid, en la tribuna de Nueva Economia Forum si el ponente, Magnus Brunnet, Comisario de Asuntos de Interior e Inmigración, en viaje Madrid-Roma, hubiera tenido en cuenta el asunto y se hiciera dos preguntas con respuestas que no hay por qué tapar: ¿Si la UE conocía la postura USA, cómo se puede interpretar la urgencia de Macrom para reunir en Paris, deprisa, a los que ha llamado por oir a Vance? ¿Por qué van los convocados?. Brunnet es un austriaco, de 52 años, educado en Londres y Viena, que sabe que su pais no está en la OTAN y que, como aspirante a comisario, pedía a los Estados miembros más colaboración con los gobiernos regionales en la gestión con la inmigración. Había visto a Sánchez el día anterior. Intercambiaba sonrisas con Elma Saiz, ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Daba cobas, en inglés, con el ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska. Y buscaba, como la mayoria de comisarios europeos, salir del lance sin dar un titular. Austríaco y fuera de la OTAN. Bagage, comisario de Asuntos de Interior e Inmigración de la UE. No es momento para ver los equilibrios entre grupos que producen cargos políticos en la UE y lo que salen de ellos, basta con apuntarlo. Puede ser una excusa, para aceptar el hacer, bien o mal, del comisario. Pian, pianito, Brunnet empezaba a contestar preguntas, todas, con la interjección ¡Ham!. Iba, según lo usual, a lo suyo. Y lo conseguía. Habia salido bien de algo sobre Venezuela. Pero, ay, el lapsus en despedida: Gracias por dejar que me dirija a ustedes y escucharme. Trabajar juntos porque va a haber elecciones y no debemos dejar sitio a los radicales.
Fue el momento en el que el comisario Brunnet entró en relación con la teoría del vicepresidente Vance que anunciaba como peligro para las democracias europeas las tretas que apartan de la vida política a alguien. ‘Si tienen miedo a sus votantes, los EE.UU. no pueden hacer nada por ustedes’, había avisado.
Cuando hemos entrevisto lo tratado en París, hay temas que hacen agua: Hay postura común frente a la guerra en Ucrania. No en la financión, cómo se paga, a quién se da cuenta ni quién manda. Ejército común europeo para la Paz ¿?, en ciernes e indefinido. En España, mientras, el gobierno juega al gato-ratón con la Oposición PP, supeditanto lo importante al incordio electoral con la frase ‘partido a partido’, de Simeone, válida en el fútbol; torpe entre ministros.
Queda pendiente lo que Vance apuntó: Democracia en retroceso. Miedo a los extremos aunque sean demócratas. Financiación. Equilibrio geopolítico mundial. Inmigración. Energía en verde. La vida no siempre es rosa. Sacar las castañas del fuego en Europa, si hay castañas y fuego. Y más. Parece que, aunque debieron y pudieron hacerlo, eso no se atendió en París. Solo las urgencias europeas Macron&CIA.