Muchos consultores financieros tienen experiencia, formación y una buena red de contactos. Algunos incluso dominan el marketing, las ventas y la parte técnica. Y aun así, no despegan. Saben lo que tienen que hacer, pero no lo hacen. Se quedan atrapados en bucles estratégicos, dudas, falta de foco o simplemente soledad.
¿Te suena?
Spoiler: no es un problema de talento ni de conocimiento. Es algo más profundo, y casi nadie habla de ello.
«Si quieres ir rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado.»
Puede sonar a tópico de autoayuda, pero encierra una verdad que muchos consultores financieros prefieren ignorar: avanzar solo tiene un coste oculto. Y a veces, muy caro.
Porque, aunque nos pasamos el día recomendando a nuestros clientes que se rodeen de buenos asesores, a la hora de gestionar nuestro propio negocio… preferimos tirar de intuición, remar solos y convencernos de que podemos con todo.
Y claro, a base de ensayo y error se aprende. Pero también se pierde tiempo, dinero y energía.
El ego y el miedo: los dos saboteadores
En el mundo del asesoramiento financiero se da una paradoja curiosa. Quienes mejor entienden el valor de la ayuda externa son, muchas veces, los últimos en pedirla para sí mismos.
¿La razón? Ego y miedo. Ego porque creemos que ya lo sabemos todo. Miedo porque pedir ayuda parece una señal de debilidad.
Pero si te paras a pensarlo, ¿qué sentido tiene?
Cuando un empresario intenta tomar decisiones financieras sin apoyo profesional, decimos que está asumiendo demasiados riesgos. Y sin embargo, cuando nosotros seguimos estancados, desorganizados o sin escalar nuestros resultados, pensamos que "ya se nos ocurrirá algo".
Aquí es donde entra en juego una figura que muchos aún subestiman: el mentor financiero.
Lo que un mentor financiero puede darte (y Google no)
Un buen mentor no te recita teoría ni te lanza consejos genéricos.
Tampoco te hace sentir pequeño. Te hace pensar en grande.
Un mentor de verdad te ofrece:
Y sobre todo: te acompaña con honestidad. Incluso cuando lo que tienes que oír no es lo que más te apetece.
Cómo elegir un buen mentor (y no un vendehumo con followers)
El problema no es encontrar mentoría. Es encontrar una buena.
Porque hay muchos que venden consejos pero pocos que hayan pisado el barro.
Si estás buscando un mentor financiero, estas cuatro claves te pueden ahorrar un buen disgusto:
1. Experiencia real. Ha hecho lo que tú quieres hacer. Y puede demostrártelo.
2. Enfoque práctico. No te llena de pizarra y PowerPoint. Te habla de decisiones reales, en contextos reales.
3. Escucha activa. No impone, acompaña. Y entiende que cada consultor o intermediario financiero tiene su propio modelo de negocio.
4. Química y valores. Si no conectas con su forma de ver el mundo, no hay mentoría que valga.
Tres errores típicos que frustran una mentoría
Para que funcione, la mentoría no solo depende del mentor. Hay errores típicos que conviene evitar:
1. Elegir por fama. Tener miles de seguidores no es sinónimo de saber hacer crecer negocios.
2. No tener objetivos claros. Si no sabes lo que quieres conseguir, es difícil que alguien te ayude a llegar.
3. Buscar atajos. Un mentor no es un salvavidas exprés. Es un acelerador con dirección.
La pregunta que te lo cambia todo
Hay una pregunta que puede marcar un antes y un después en tu carrera como consultor financiero:
¿Cuánto te está costando seguir avanzando solo?
Tiempo, energía, frustración, ingresos que podrías tener ya...
No se trata de que no puedas. Se trata de que hay un camino más rápido y menos doloroso.
Y quizá, sólo quizá, ha llegado el momento de dejar de remar en solitario.
El mejor consultor no es el que va solo, es el que sabe a quién tener al lado para llegar mucho más lejos.
¿Te has planteado alguna vez buscar un mentor? Si te resuena este texto, escríbeme. A veces, la conversación correcta abre caminos que ni imaginabas.