Análisis y Opinión

Tiempos de trazo grueso

Tino de la Torre | Domingo 20 de abril de 2025
El trazo grueso nos está envolviendo. De forma local e internacional. El señor Trump no solo rubrica las decisiones y órdenes ejecutivas que toma, sino que además lo hace en un tamaño muy poco discreto. No hay que ser un experto en la materia para darnos cuenta que una firma tan grande y con tantas subidas y bajadas puntiagudas afirman la seguridad que tiene en cualquier cosa que hace. Su firma, que se ha hecho mundialmente conocida, se parece a los gráficos de las bolsas de las últimas semanas. Que lo de los aranceles parece que se arregla un poco las bolsas se lanzan a una escalada en cuestión de minutos. Que llegan noticias desalentadoras o anuncio de nuevos aranceles pues se desploman como si cayeran al vacío.

Quizá esa firma que tantas veces hemos visto desde que estuvo en la Casa Blanca por primera vez podíamos haberla considerado como un presagio de la montaña rusa que estaba por venir. Si lo llego a saber…

El tamaño del rotulador, lo grueso del trazo, mostrar al mundo esa firma en ese papel que debe ser de buen gramaje… Y además dentro de esa carpeta que cada vez que se abre lleva una mala noticia. Una puesta en escena que creo que busca abrumar al personal. En mi caso al menos lo consigue.

Los tiempos están cambiando. Lo de “mano de hierro en guante de seda” parece que ya no se lleva y la diplomacia -antaño de formas exquisitas- no existe como tal. Es más, se nos informa al vulgo con un lenguaje tan comprensible como hacer mención a besos en la retaguardia como forma de decir que hay gentes o países que manifiestan conformidad con los postulados de esa persona.

Debe ser que si las cosas se explican de otra manera menos prosaica hay riesgo de que no nos enteremos. O eso creen.

La vida ya no se escribe con una tipografía estilizada sino con la gruesa, la que se ve desde lejos, la que se escribe no para informar o para compartir un pensamiento sino para advertir de que “te estás equivocando, por aquí vas mal”.

Nos quedamos sin sitio para lo sutil o para los idealismos: libertad, lealtad, justicia, amistad como los héroes de Marvel o como aquí en España “nuestro” capitán Trueno. Aquello era vencer al mal y quedar bien. Eran el ideal a perseguir y un punto de referencia. Pero todos esos han muerto o aparecen en las pelis recién salidos del gimnasio (con esa tableta de chocolate del abdominal).

Y a héroe muerto (o jubilado) héroe puesto. Y a falta de otros van subiendo al pedestal (o al candelabro) de la notoriedad los de las islas de las tentaciones y demás entes. Un torrente de vulgaridad y simpleza que no cesa. En este caso con minúscula y también con mayúscula haciendo referencia al fenómeno que todo lo resolvía con tan mal gusto que provocaba a algunos la risotada.

Un Torrente que con su despliegue de talento ha inspirado a muchos. Incluso en sus celebraciones y jolgorios. Algunos hasta con altas responsabilidades de Estado.

La vida con este trazo gordo ha orillado el buscar las calles “por donde nunca pasa nadie”, pasear por un parque con ausencia de ruidos (vayan a cualquier parque y disfruten de los altavoces en cada esquina). Se nos empuja a una vida más tosca y al mogollón, haciendo colas para todo. Hasta para subir y bajar del barco del crucero de “placer” (en este caso escribo de oídas, porque si puedo me libraré de la experiencia).

Tentado está uno de seguir la corriente y proponer estas líneas escritas en mayúsculas y en “bold” (ya saben la tipografía más gorda) y meter algún “puto” en el texto. De momento me contengo, pero ya veremos…

Volviendo al rotulador de trazo grueso recordé que un psicólogo decía que una obsesión solo se puede erradicar habiendo otra obsesión. A ver si le da por otra cosa.