Ernesto Ruiz es Consejero Delegado de Ferris Hills, S.L.
Los mayores de 65 años se convierten en una de las oportunidades más importantes del mercado para lograr el resurgimiento del sector inmobiliario. La natalidad desciende, al mismo que tiempo que la mortalidad; ya afirmó la ONU que en 2050 España será el tercer país más viejo del mundo, solo detrás de Japón y Corea del Sur y el 34,5% de la población tendrá más de 65 años. A raíz del aumento de la esperanza de vida, la reacción del sector ha sido inmediata: aumentos en las creaciones de residencias de ancianos y centros de día, más complejos vacacionales para la tercera edad, etc.
¿Pero sabemos, realmente, si el anciano quiere cambiar su residencia y perder su intimidad? En muchos casos, a los centros de la tercera edad les envuelven connotaciones negativas como el abandono, el miedo al cambio, la soledad o la dependencia. Es por ello, que gestionar el ingreso de nuestros mayores a estas residencias, no siempre puede aportarnos la posibilidad que buscamos.
Ante ello, las segundas residencias en la costa se gestionan como inversiones para la futura jubilación. La localización les permitirá disfrutar de buena temperatura todo el año y esto, demostrado por numerosos estudios, beneficiará al estado anímico y a la salud de los que se plantean esta posibilidad.
La propuesta será que llegado el momento, se proceda a la mudanza del nuevo hogar en la playa y se alquile el primer domicilio. La rentabilidad que proporciona esta actividad, sumada a los ingresos de jubilación, le permitirá un descanso necesario y deseado para el resto de su vida. Tendríamos, entonces, la solución idónea, aunque estaríamos a faltos de contemplar que no todos los ancianos se pueden valer por si mismos.
Ante este hándicap, una posibilidad puede ser fusionar: una residencia de la tercera edad, con un segundo domicilio y con un complejo vacacional preparado para las necesidades de sus inquilinos. Necesitaremos, un espacio grande, cercano a la costa, alejado del bullicio de una gran urbe y con el personal capacitado y adecuado para tratar con los ancianos.
Aunar el concepto complejo residencial y domicilio obteniendo como resultado que el usuario disponga de un apartamento completo para mantener su independencia, pero con zonas comunes que le permitan relacionarse y estar atendido según sus demandas.
Comedor, zonas de televisión, área de videoconferencia/informática, área de gimnasia, centro de fisioterapia y podología, spa, área de atención sanitaria, espacio de talleres, área de lavandería, iglesia, peluquería, discoteca, zona de juego, piscina o sala de cine, entre otros, serán algunos de los beneficios de los que dispondrá los vecinos de los apartamentos. De esta forma, un residente del complejo puede llevar a cabo su comida en su domicilio privado o asistir al comedor, respetando la intimidad de cada uno, sus posibilidades físicas y, sobre todo, sus necesidades.
Además al no compartir vivienda con nadie, como pasa en las residencias, el anciano podrá recibir visitas sin dar explicaciones y por el tiempo que a este le sea necesario, ya que tiene total libertad para gestionar su espacio.
El objetivo de este público de la generación senior es buscar una vivienda en la playa que reúna las ventajas de su propio hogar con las necesidades a las que se enfrente su situación. Buscaremos la combinación perfecta entre el respeto de la intimidad personal, la opción de tener actividades en grupo y la asistencia sanitaria inmediata las 24 horas los 365 días del año.
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