Análisis y Opinión

El engaño como estrategia islámica

Luis Sánchez de Movellán

LA DUDA INCORRECTA

Por Luis Sánchez de Movellán

Luis Sánchez de Movellán | Miércoles 14 de enero de 2015
Estamos hartos de oír decir que el Islam es tolerante, que no busca imponerse por la fuerza o que es una religión pacífica. Son argumentos favoritos de los apologistas musulmanes y de agentes suyos para intentar demostrar que el Islam es una religión beatífica y de que Mahoma no obligaba a nadie a convertirse al Islam. Hay suras coránicas que lo dicen (v. gr.2:256: “No cabe coacción en religión”), pero lo que la mayoría de la opinión pública no sabe es que las suras (capítulos) del Corán pertenecen a dos períodos distintos: el primero, en el que se crean suras en Meca, del año 612 a 622 d.C.; y el segundo, en el que se crean otras posteriores en Medina, del año 622 a 632 d.C.



Las suras de Meca (mecanas) nos hablan de cosas muy poéticas, de paz, alabanzas, bellísimas historias y, por supuesto, que no hay coacción en religión. Pero no hay que olvidar que durante su estancia en Meca, Mahoma y sus acólitos eran una minoría perseguida. Cuando más tarde se ve forzado a refugiarse en Medina, allí constituye un gran ejército, endurece sus enseñanzas y las suras medinesas van a abrogar las mecanas.

El principio de abrogación, en dónde unas suras sustituyen a otras o las abrogan, está establecido, según los eruditos islámicos, en Corán 2.106: “Si abrogamos una aleya o provocamos su olvido, aportamos otra mejor o semejante ¿No sabes que Dios es omnipotente?”. Un ejemplo palmario del principio de abrogación lo vemos en Corán 9:5, donde los mahometanos endurecen su posición en contra de los judíos y sobre todo contra los cristianos. Esta llamada Aleya de la Espada, nos dice: “Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los infieles dondequiera que los encontréis ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá (oración de los viernes) y dan el azaque (limosna), entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso”.

Esta aleya de la Sura 9 (“El arrepentimiento”), anula para los musulmanes las 124 aleyas que exhortan a la tolerancia hacia otros monoteístas. El fundamento de esta abrogación es llamado “mansuj”, y es la base para la anulación de aleyas más antiguas por otras posteriores y más nuevas. A la vista de esto se desmorona el mito de que el Islam sostiene la libertad de religión como sus apologistas falsamente sostienen.

Hay un principio, llamado la doctrina Taqiyyâ, por el cual es tarea sagrada de los mahometanos el mentir acerca de las creencias, métodos y objetivos del Islam a los que no son musulmanes. Esta actuación sibilina y mendaz, denominada Al-Taqiyyâ, podríamos traducirla aproximadamente por disimulo u ocultación, y consiste en mostrar una faceta acorde con la moral del lugar en el que los musulmanes residen para ganarse la confianza de los infieles (no-musulmanes), pasar desapercibidos hasta que dejen de sentir peligro (lo que se traduce en ser mayoría en la región) y poder mostrarse abiertamente imponiendo su Weltanschauung.

Lo peligroso de la doctrina Taqiyyâ es que elimina palmariamente toda posibilidad de diálogo entre el Islam y otras creencias, ya que nunca sabremos si lo que nos dicen los musulmanes es verdad o una impostura premeditada y alevosa. Es una vieja táctica que siempre utilizan los líderes islámicos a nivel internacional en sus negociaciones con los melindrosos gobiernos occidentales, y a nivel local cuando los musulmanes son minoría en una nación.

No olvidemos que en el Islam es perfectamente aceptable mentir y engañar al kafir (infiel) porque esta religión vive en un estado de guerra permanente contra los no musulmanes y el engaño es una táctica legítima para ellos. La palabra o la promesa de un musulmán a un no-creyente no vale nada ante los ojos de Alá, es decir, no acarrea consecuencias si es quebrantada. Por todo ello, hay que desconfiar sistemáticamente de todas las promesas, evasivas, falsas moderaciones, manifestaciones de repulsa y lágrimas de cocodrilo por las víctimas de los terroristas, pues a buen seguro que los musulmanes que las realicen lo único que estarán haciendo es practicar esmeradamente la doctrina Al-Taqiyyâ.