Exterior

Impacto mundial del discurso del representante permanente de Rusia ante la OSCE

Andréi Kelin, representante permanente de Rusia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

CONFLICTO DE UCRANIA

Discurso pronunciado por el representante permanente de Rusia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Andréi Kelin, en la sesión del Consejo Permanente de la OSCE

Redacción | Domingo 01 de febrero de 2015
Viena.- 29 de enero de 2015.- Publicamos a continuación el importante discurso pronunciado por el representante permanente de Rusia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Andréi Kelin, en el transcurso de la sesión del Consejo Permanente de la OSCE con relación al conflicto de Ucrania, y que ha tenido un enorme trascendencia, especialmente en lo que se refiere al incumplimiento de los Acuerdos de Minsk por el Gobierno central, con nuevos datos aportados que esclarecen en parte el motivo por el cual no se alcanza un acuerdo para el alto de las hostilidades, que ha estado siendo el objetivo político de Rusia desde el inicio del conflicto.


Sobre la situación en Ucrania y el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk por el Gobierno central

Estimado señor presidente,

Calculo que llevamos a cabo unas 70 consultas relativas a la crisis en Ucrania en las sesiones del Consejo Permanente. Al mismo tiempo, han sido escasos los intentos honestos de analizar, de manera constructiva, las causas reales y buscar, conjuntamente, una salida de esta situación. También ahora sólo se escuchan acusaciones gratuitas contra Rusia, el supuesto Estado agresor, mientras hay que hablar de la agresión de las autoridades ucranianas contra sus propios ciudadanos que viven en Donbás.

Los sucesos de los últimos días volvieron a confirmar las advertencias que hicimos, en particular, en el Consejo Permanente de la OSCE. El alto el fuego declarado a finales de diciembre en la zona del conflicto fue aprovechado por Kiev para aumentar su potencialidad ofensiva y preparar el nuevo intento de solucionar la crisis por la vía militar.

Todo este tiempo Kiev se estuvo preparando para la guerra. Y no lo oculta. En las zonas adyacentes a la línea de contacto se concentraron fuerzas y recursos militares, incluidas las armas pesadas, se anunciaron nuevas movilizaciones, se están haciendo planes para una mayor y ya insoportable militarización de la economía.

El resultado lo vemos ahora cuando los uniformados ucranianos despliegan nuevas fuerzas, aumentan la intensidad de los ataques a los pueblos y ciudades calificando, cínicamente, estas actuaciones criminales -que causan muertes entre ancianos, mujeres y niños- como “ejercicio del derecho a la autodefensa”. Según los datos del Centro Conjunto para el Control y la Coordinación (JCCC), sólo entre el 23 y el 27 de enero 29 civiles murieron y 57 resultaron heridos. El 27 de enero las fuerzas ucranianas realizaron un ataque con misiles y artillería contra la ciudad de Lugansk y sus alrededores. Además dispararon su artillería contra los distritos Kievski, Kúibishevski y Petrovski de la ciudad de Donetsk, las ciudades de Górlovka y Yenakievo. Durante las últimas 24 horas se registraron 68 casos de tiroteo contra la población civil. Ni Washington, ni Londres, ni hablar de Ottawa, se tomaron la molestia de exigir a las autoridades ucranianas poner fin a estas actuaciones mortíferas.

Al mismo tiempo no observamos ninguna señal de que Kiev esté dispuesto a frenar las acciones combativas, a entablar un diálogo con la población de Ucrania Oriental que esté en desacuerdo con las autoridades centrales, a iniciar un proceso de arreglo político y una reforma constitucional global, cumpliendo, de esta forma, las exhortaciones de muchos países europeos, del Consejo de Seguridad de la ONU, del Consejo de Europa y otras organizaciones internacionales.

La postura de los dirigentes ucranianos es comprensible. Si en lugar de combates empieza el proceso de paz será imposible pedir dinero y armas a las capitales occidentales y solicitar aumentar la presión sobre Rusia para que sea más dócil. De ahí todas las acusaciones de agresión y las fantásticas cifras, que enumeran los efectivos rusos presentes en Ucrania y crecen todos los días. Es imposible dejar de ver que algunos de los trágicos episodios de los últimos días son usados por Kiev para argumentar sus peticiones y solicitudes. Así sucedió en la reciente reunión de la Comisión Ucrania-OTAN, en el Foro de Davos, lo mismo pasará, seguramente, en la próxima reunión del Consejo de la Unión Europea.

Vuelvo a llamar su atención sobre el hecho de que de las doce disposiciones vinculantes del Protocolo de Minsk en Kiev sólo se acuerden del uno: el control de la frontera. Y se olvidan del resto de los compromisos, como la ley sobre el estatus especial de la región, la amnistía, la mejora de la situación humanitaria en Donbás y el programa de reconstrucción.

Entretanto, Donbás sufre un completo bloqueo, fruto de las acciones de Kiev dirigidas a ahogar a la población de la región. A la suspensión de las prestaciones sociales que corresponden por ley a los habitantes de la zona, se impide el suministro de alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad. Todas las cargas son detenidas por representantes de los batallones voluntarios. De hecho, la única vía de suministro operativa es la ayuda humanitaria desde Rusia. Pero no es suficiente: continúa la destrucción de la infraestructura: hospitales e instalaciones de suministro de agua y electricidad. Las agencias humanitarias de la ONU, Médicos sin Fronteras y otras organizaciones no gubernamentales levantan la voz de alarma advirtiendo de una inminente catástrofe humanitaria. Urge aclarar una cuestión muy simple, si Kiev considera Donbás parte de Ucrania. De ser negativa la respuesta, muchas cosas quedarán esclarecidas.

De momento, lo único que está claro es que las autoridades ucranianas intentan crear a la población de los territorios que están fuera de su control, unas condiciones de vida insoportables. El número de refugiados, que descendió a finales del año pasado, se volvió a disparar. Muchos de ellos huyen a Rusia.

Al mismo tiempo, cada vez hay más ucranianos que se están dando cuenta de los verdaderos objetivos de sus líderes, obsesionados por la guerra y que se niegan a ser partícipes de los crímenes contra sus compatriotas. Según varias fuentes, también ucranianas, aumenta el número de jóvenes sujetos a reclutamiento que se escapan de la movilización.

Tomando en consideración todo lo expuesto, nos dirigimos a los representantes de los Estados que tienen influencia sobre las autoridades ucranianas, ante todo a Washington. Ya es hora de dejar de apoyar en todo al partido ucraniano de la guerra, a los halcones de Ucrania, y a encubrir sus acciones inhumanas; es inadmisible que se fomente la continuación de las hostilidades en el este del país. De seguir las cosas su curso actual, el único resultado que se podrá esperar será una gran catástrofe.

Estimado señor presidente:

Nuestra postura es contraria. A pesar de lo complicado de la situación estamos convencidos de que conseguir la paz y la concordia en Ucrania es una tarea posible. Su condición imprescindible es el diálogo nacional inclusivo. Es obvio que los derechos e intereses de todas las regiones y ciudadanos, sin excepción, deben ser asegurados en su totalidad. Abogamos por que se continúe el trabajo en el marco del proceso de paz iniciado en Minsk, cuya parte principal deben ser los contactos directos entre Kiev, Donetsk y Lugansk. En este caso no importan las personalidades sino sus competencias y la capacidad de responder por las decisiones tomadas.

Esperamos que la discusión iniciada en Donetsk en el marco de las consultas previas tenga continuación. En particular, en lo que se refiere al alto el fuego, la retirada de la artillería pesada y los sistemas de lanzamisiles de la línea divisoria, el inicio de trabajos para definir la línea divisoria y el intercambio de prisioneros.

Gracias por su atención.