AUTORRELIZACIÓN, PROPÓSITO, INNOVACIÓN O EXCELENCIA, ENTRE LAS CLAVES
Por Daymé Grandía Carvajal
Redacción | Viernes 13 de febrero de 2015
Cinco son, a juicio del MIT, los elementos necesarios para promover proyectos innovadores con capacidad disruptiva en el ámbito de las nuevas tecnologías (TIC) y con posibilidades objetivas de convertirse en tendencia: talento, educación, inversión, cultura del riesgo y tolerancia al fracaso y la presencia de grandes empresas interesadas en la adquisición de startups. España presenta su mayor fortaleza en los dos primeros factores. De hecho, los emprendedores que trabajan en el entorno de las TIC se distinguen por una formación más sólida en comparación con los representantes de otros sectores. Así, la mitad de ellos acredita una de las variables más reputadas como vector de éxito: la educación multidisciplinar.
¿Qué necesita un país para generar negocios en el sector de las nuevas tecnologías (TIC)? Ésta es la cuestión medular a la que intenta responder el MIT Technology Review en español, en su I Barómetro de Emprendimiento de Éxito en España, publicado la semana pasada con el patrocinio de Chivas Regal.
España cuenta, entre otros activos, con una notable reactivación de la inversión privada en el segmento del capital riesgo, tras los duros años de sequía impuestos por una crisis que no cesa. Debe sumarse a esta tendencia el decidido apoyo mostrado por algunas de nuestras principales empresas al adoptar, con prontitud y habilidad, un papel de incubadoras y aceleradoras de proyectos externos que requieren del apoyo técnico, financiero y organizacional de las compañías señeras. Es el caso destacado de Telefónica y sus programas Wayra y Open Future, por ejemplo.
Con todo, el aspecto más llamativo y novedoso del informe es el relativo a la mentalidad del emprendedor, con notable incidencia en la cultura del riesgo y la tolerancia al fracaso. Llamativo por cuanto el optimismo constituye, hoy, el rasgo de carácter más sobresaliente de este grupo, hasta tal punto que el 76% de los participantes considera que la crisis ha tenido un impacto más positivo que negativo en sus negocios.
El aserto podría resultar paradójico, tal vez incomprensible, si obviásemos que la visión del éxito empresarial ha cambiado drásticamente en los últimos tiempos. En la actualidad, el éxito ya no se mide en términos exclusivamente económicos. Se trata, más bien, de la combinación de estos logros materiales con otras fuentes de satisfacción de naturaleza social y personal. El informe no se detiene en la enunciación genérica de esa nueva actitud, ya que despliega los cinco elementos que, a su juicio, la dotan de forma y sustancia:
Autorrealización, que consiste en alcanzar la satisfacción con uno mismo gracias al trabajo. Contiene otras variables internas como la propia definición de crecimiento personal, la autonomía, la confianza en sí mismo, la capacidad de sacrificio, etc.
Propósito, que supone la dimensión social del negocio y resulta el aspecto con el que más se identifican los emprendedores de éxito. La actividad empresarial debe tener un impacto positivo en el entorno, desde la generación de empleo al despliegue de iniciativas de reputación (RSC).
Innovación, que es una forma de referirse a la contribución de la empresa al progreso general de la sociedad, aportando soluciones tecnológicas novedosas para responder a las tendencias observadas en su seno.
Excelencia, que denota un incremento de la competencia, capacidad y desempeño del emprendedor resultante de la fijación de unos objetivos cada vez más ambiciosos.
Beneficio, que es el resultado de la interacción de todos estos factores y permite la evaluación de cada uno de ellos.
El informe, liderado por Daniel Medina y Javier Iglesias al frente de un amplio equipo de colaboradores, reviste un carácter eminentemente empírico al obtener sus conclusiones de las entrevistas y encuentros celebrados con un total de 110 emprendedores españoles de éxito.