Más de la mitad de la población angoleña no tiene acceso al precario sistema de salud que existe en el país (Foto José Luis Barceló, copyright 2015).
SEGÚN PUBLICA NEW YORK TIMES
Por José Luis Barcló (Enviado especial a Angola).-
José Luis Barceló Mezquita | Sábado 21 de marzo de 2015
Según ha publicado The New York Times en su edición del 19 de marzo, la República de Angola es un país que sobresale por aparecer en los medios de comunicación cargado de multimillonarios del petroleo y los diamantes que conducen Porsches y Ferraris por las escasas carreteras que rodean la capital Luanda, ya que fuera de ese tramo periurbano apenas se puede conducir con normalidad por las carreteras que sobreviven de la colonia portuguesa. Es Angola, sin embargo, también el país de los niños pequeños que mueren de mueren de hambre o de enfermedades ocmo la malaria. Las nuevas cifras de Unicef muestran cifras de contraste, según publicaba Nicholas Kristof en su columna de The New YorkTimes, "Deadlist Country For Kids", pues es la nación africana cuya corrupcion ha llevado a que ocupe el puesto número 1 del mundo en la velocidad a la que los niños mueren antes de cumplir cinco años. "La mortalidad infantil" es una frase estéril, pero lo que significa es que aquí, niños desnutridos arrugados con extremidades escuchimizadas, cabello decolorado y descamación de la piel, son el síntoma que mejor lo define. En Lubango, al Sur de Angola, comenta Kristof que entró en una clínica y "encontré una madre con un niño pequeño que parecía a punto de morir. Estaba inconsciente, sus ojos en blanco, su piel fría y su respiración trabajosa, así que me llevó a la madre a las enfermeras sobrecargados".
Justo en ese momento, a 20 metros de distancia, una madre diferente comenzó a gritar. Su hijo desnutrido, José, acababa de morir. Los occidentales a veces piensan que la gente en los países pobres se acostumbran a la pérdida, que sus corazones se han acostumbrado a la muerte. Nadie viendo que la madre junto a su hijo muerto podría pensar los lamentos son también una coral de fondo en Angola. Uno de cada seis niños en este país morirá antes de llegar a los cinco años. Es la cronica de una muerte anunciada por el simple hecho de haber nacido.
Y esto es sólo la punta del sufrimiento. A causa de la malnutrición generalizada, más de una cuarta parte de los niños angoleños sufren retraso del crecimiento físico. Las mujeres tienen un riesgo de por vida de 1 en 35 de morir durante el parto.
En un hospital de Lubango, -prosigue Kristof-, "conocí a un niño de 7 años de edad, Longuti, luchando por su vida con malaria cerebral. Pesaba 35 libras." Su madre, Hilaria Elias, que ya había perdido dos de sus cuatro hijos, no sabía que los mosquitos causan la malaria. Cuando Longuti primero se enfermó, ella lo llevó a una clínica, pero no había medicamentos y no pudo hacer una prueba de malaria. Ahora Longuti está tan enfermo que los médicos dicen que incluso si sobrevive, padecerá un daño neurológico irreversible y tendrá problemas para caminar y hablar de nuevo.
Sin embargo, los niños como Longuti que son vistos por un médico son los afortunados. Sólo alrededor del 40 por ciento a 50 por ciento de la población de Angola tiene acceso al sistema de salud, dice el Dr. Samson Agbo, un experto en pediatría Unicef.
En lugares como Cuango o Cafunfo, la esperanza de vida se sitúa entre los 28 y los 34 años de edad: "ha mejorado algo en los últimos años", nos relata un enfermero local -no hay médicos-, mientras comprobamos asombrados las calles de Cafundo como adoquinadas por basura, entre los charcos emponzoñados que acaba de dejar la lluvia.