Análisis y Opinión

Pablo Iglesias y la seducción platónica

Pablo Iglesias, líder de Podemos.

MARKETING MARXISTA PARA POLITCOS NO MARXISTAS

Por Enrique A. Fonseca Porras y David Álvaro García, consultores de marketing político y autores de “El método Podemos: marketing marxista para partidos políticos no marxistas”

Sábado 23 de mayo de 2015
Si Pablo Iglesias no fuera Pablo Iglesias, diríamos que se ha vuelto loco. Parece que quisiera dinamitar su propio proyecto político en menos tiempo de lo que tardó en crearlo. De otro modo es difícil explicar suS declaraciones en el canal venezolano TeleSUR. A cinco días de las elecciones, nos habla de un posible fracaso de su partido y su consecuente dimisión. Y lo hace en una televisión de Venezuela, con todas las connotaciones políticas que eso conlleva. Todo esto después de haber desaparecido de los actos públicos en la semana más intensa de campaña. A estas alturas, algún asesor de Podemos se habrá dejado el sueldo del mes en tabaco. Pero Pablo Iglesias es Pablo Iglesias. El hombre que ha seducido a millones de españoles en menos de un año. Conviene recalcar el verbo “seducir” porque existe un componente romántico en su estrategia de marketing. Podemos no se limita a ganarse la confianza de los votantes sino que ofrece expectativas que generan ilusión. Con las que enamora, en una palabra.




No es la primera vez que un político consigue esa seducción masiva. Kennedy enamoró a buena parte de los americanos haciéndoles soñar con llegar a la Luna. Vaclav Havel colocó en el imaginario de los checos la idea de una nueva nación que fuera ejemplo de libertad. Robert Greene, considerado por algunos “el Maquiavelo del siglo XXI”, analiza estos casos en “El arte de la seducción”, obra que también está entre la bibliografía de cabecera del líder de Podemos.

A lo largo de sus páginas, Greene nos desvela los sucesivos pasos para “conquistar almas”. A su manera, Pablo Iglesias ha seguido todos ellos de forma ejemplar. Estrategias como “desarmar a tu objetivo y hacerle ser consciente de sus propias debilidades” han sido trasladadas a nuestro tablero político en términos como “emergencia social”, “gente sin casa y casas sin gente” o “puertas giratorias”. Al mostrar las vergüenzas de nuestro sistema, Pablo Iglesias nos hace ser conscientes de nuestras propias frustraciones. Tal y cómo se explica en el libro “si una persona está completamente satisfecha con lo que tiene, nadie puede seducirla”.

No podemos olvidar que en el juego de la seducción es igual o más importante el “cómo” que el “qué” se dice y esto Pablo Iglesias lo sabe bien. Durante años lo ha ejemplificado en la figura de Lenin, quien, en palabras del propio Iglesias “no vendía materialismo dialectico sino paz y pan” de tal forma que el ideal comunista sería más seductor y atractivo para todas aquellas personas que se mostraban alejadas de la arena política y que lo único que querían era ver sus problemas solucionados.

Pero “El arte de la seducción” va mucho más allá. Otro de los pasos clave es la falsa retirada. Ese momento en el que el seductor finge perder el interés por el seducido y se aparta. Greene explica que debemos ejecutar este movimiento de una forma rotunda, que no deje lugar a dudas. Nuestra “víctima” debe ser perfectamente consciente de que nuestra actitud ha cambiado.

El objetivo de esta táctica es hacer notar nuestra presencia mediante nuestro vacío. Es en este momento cuando el seducido tiene la oportunidad de recordarnos y echarnos de menos. De caer en la cuenta de lo muy importante que somos para él/ella/ellos. Si no ejecutamos esta falsa retirada como es debido, corremos el riesgo de reducir la tensión emocional y, por tanto, dejar de ser interesantes ante los ojos de nuestro público o persona deseada.

En el caso que nos ocupa, Pablo Iglesias decide retirarse cuando más se le espera. Y, por si quedaba alguna duda, da muestras de estar decepcionado en una entrevista. De querer dejar la política, incluso. Y los simpatizantes de Podemos, algunos de los cuales empezaban a perder la pasión con asuntos como la marcha de Monedero, caen en la cuenta de lo mucho que podrían perder si el proyecto fracasa.

Es en este momento cuando, continuando con Robert Greene, “el perseguidor pasa a ser el perseguido”. La víctima de nuestra estrategia de seducción se ha dado cuenta de que todas las expectativas que le hemos puesto delante no son gratis. Que tiene que tomar la iniciativa. Así que, sin necesidad de pedirlo de manera explícita, es el propio seducido quien viene hacia nosotros sin siquiera tener que pedírselo. A escasos momentos de unas elecciones, está muy claro el modo en el que alguien puede volver al redil ¿no? Y es que Pablo Iglesias es mucho Pablo Iglesias…