Análisis y Opinión

Kazajistán, un estado que se desarrolla gracias a una convivencia religiosa en paz exitosa

El profesor de derecho Carlos Uriarte.

EN EL CORAZÓN DE EURASIA

· Por Carlos Uriarte Sánchez, Profesor de Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

Miércoles 27 de junio de 2018
No es ningún secreto que la religión juega un papel muy importante no solo en la vida personal individual, sino también en la de los Estados en general. La religión ha determinado y sigue haciéndolo el curso del desarrollo de muchos países hasta la actualidad. Existen Estados monoreligiosos, como El Vaticano, los países del Golfo Pérsico, y los hay multirreligiosos también. Así mismo, muchos Estados se han enfrentado entre sí a lo largo de la historia; siendo en numerosas ocasiones, estas disputas propiciadas por motivos religiosos.

Desafortunadamente, tales historias suceden en nuestros días. Los conflictos religiosos modernos se han vuelto más agudos y más peligrosos que antes. Hay muchos ejemplos. Uno de los conflictos de "larga duración" (junto con los conflictos árabe-israelíes) es el conflicto entre India y Pakistán. Éste no es sólo un enfrentamiento entre países con diferentes estructuras religiosas, sino también un conflicto en el que se conformó la identidad nacional precisamente como consecuencia de esta lucha religiosa: por un lado, las tendencias del islam dentro de Pakistán; y por otro, el hinduismo y el islam dentro de la India. Todas estas "diferencias", por supuesto, no benefician a ninguna parte y debilitan a los Estados internamente, pudiendo así mismo, internacionalizar estas disputas regionalmente. Además, estos conflictos obstaculizan el desarrollo económico y social de estos países.

Siguiendo nuestra explicación, existiría un tercer tipo de Estados: el Estado secular. Estos Estados se encuentran libres de la influencia de cualquier religión. A pesar de que pudiera existir una religión mayoritaria, se asegura a sus ciudadanos un desarrollo pacífico, siendo el Estado neutral ante la religión y garantizando éste la libertad de religión y la armonía entre las distintas religiones reconocidas por las autoridades del país. Existen muchos ejemplos de países seculares en el mundo con distintas formas de abordar este fenómeno.

En este sentido, nos gustaría destacar el ejemplo de Kazajstán. Son varios los países que toman a este país centro asiático como modelo de cómo es posible construir una sociedad donde todas las principales corrientes religiosas son absolutamente pacíficas conviviendo en armonía.

Debemos recordar que, al comienzo de la formación del estado kazako, las autoridades decidieron favorecer el secularismo. En una región tan inestable como Asia Central, ésta era casi la condición más importante para garantizar un desarrollo exitoso en la configuración del nuevo Estado tras la desintegración de la entonces Unión Soviética. En la nueva Constitución de Kazajstán se declaró inmediatamente que las asociaciones religiosas y los ciudadanos son iguales ante la ley. Se definió inequívocamente que ninguna religión puede establecerse como religión de Estado o religión obligatoria. Esta inteligente decisión permitió eliminar de inmediato muchas cuestiones peligrosas e innecesarias para el joven Estado, que hubieran podido generar inestabilidad, y hubieran tenido todas las posibilidades de surgir por motivos religiosos.

Hoy en el año 2018, en Kazajstán, la religión no es sólo uno de los factores de armonía interétnica y estabilidad social, sino también una de las fuentes del renacimiento de la cultura. Después de todo, para el desarrollo de la cultura, es necesario tener en cuenta los valores religiosos que poseen indudablemente un potencial espiritual y moral, siendo estos percibidos como un elemento positivo de enriquecimiento de la sociedad.

Nos gustaría traer en este contexto a colación, un evento verdaderamente significativo que ha ocurrido recientemente en Kazajstán: los católicos polacos presentaron el altar "Estrella de Kazajstán". Fue fabricado en Polonia y consagrado por el Papa Francisco. Existen alrededor de una docena de altares en el mundo. Y Kazajistán se ha convertido en el segundo lugar después de Jerusalén, donde se envió el altar.

Dicho altar fue fabricado por el maestro polaco Mariusz Drapikovsky, quien entrelazó en su diseño de manera muy elegante la imagen de Jesucristo con una cruz, y un exquisito patrón kazajo nacional. Ahora el altar se encuentra en la iglesia de la aldea de Ozernoe, en la región norte de Kazajstán. El lugar fue elegido no por casualidad. Fue allí, donde supuestamente, en marzo de 1941, después de una oración comunitaria de los polacos exiliados donde apareció de repente un lago rico en peces. Fue una verdadera salvación para las personas que se encontraban en situación de verdadera hambruna. Según el jefe de la región, más del 40 por ciento de los católicos en toda la república viven en el norte de Kazajstán, y para ellos ese regalo no tiene precio. En la actualidad, las autoridades de la región están desarrollando un plan para mejorar la infraestructura con el objetivo de que los peregrinos y los turistas comunes puedan visitar más fácilmente el lugar sagrado.

Por cierto, sobre los turistas y nuevamente sobre el componente cultural del patrimonio religioso del país podemos afirmar lo siguiente: la cultura de Kazajstán es rica y se encuentra estrechamente vinculada a la historia de la formación en esta parte del mundo de varias religiones. Todo esto puede verse reflejado en una gran variedad de monumentos que se encuentran diseminados por todo el territorio de la República y que son de gran interés no sólo para científicos e investigadores sino también para viajeros ordinarios. Los objetos religiosos junto con otros monumentos históricos de Kazajstán anualmente son visitados por decenas de miles de turistas provenientes de todo el mundo.

De esta manera, podemos afirmar como hemos visto con el ejemplo kazajo, que es posible que diferentes confesiones coexistan de manera pacífica en el territorio de un Estado. Del mismo modo, esta circunstancia aumenta el atractivo económico de un estado favoreciendo su desarrollo.

Es importante traer en consideración, que los científicos y expertos, al analizar el ejemplo de Kazajistán, a menudo han defendido el peligro de un desarrollo "independiente" de la experiencia religiosa del país. Pero la historia de los últimos 26 años de independencia kazaja nos permite poder afirmar que se ha demostrado con éxito el fracaso de estas reflexiones. Es la tolerancia en el ámbito religioso, como hemos visto en el caso de Kazajistán, uno de los factores centrales que previenen los conflictos sociales y políticos y construyen una sociedad civil moderna.

En conclusión, podemos observar cómo en la actualidad en Kazajstán existe un proceso de mejora y formación de un espacio confesional nuevo, en muchos aspectos único, que, en mi opinión, seguirá sirviendo de ejemplo para muchos países que viven en condiciones de incesante confrontación religiosa.