Dice Lin Yutang “el espíritu de la sabiduría está atado a una bestia que llevamos dentro, ata a este demonio con una correa vieja y gastada y en cualquier momento puede romperse la correa”. Parecería que la correa que ata a la bestia del robo que viene en la mochila, ahora le llaman corrupción, se ha roto por todos los espacios del mundo mundial.
En la correa religiosa robar es un pecado. Ya lo dice el mandamiento, No Robarás. El castigo es divino. En la ley civil robar es un delito que se supone se castiga en la tierra con la aplicación de la ley.
Lo que Harvey Weinstein ha significado para el destape de abusos sexuales en el mundo mundial, el caso de Odebrecht ha destapado los casos de corrupción en Iberoamérica y se multiplican en la esfera de lo privado y de lo público.
Varios ex presidentes ya han sido condenados y parecería que el caso mas simbólico es el de Lula da Silva de Brasil condenado a 12 años de cárcel por delito de corrupción.
Aún en la cárcel, Lula aspira a la candidatura presidencial en las próximas elecciones a celebrarse el próximo octubre y las encuestas lo señalan como el favorito para ganar la presidencia.
Dicen que la República Dominicana “es un país muy especial”. En la década de los 80, el ex presidente Salvador Jorge Blanco, acusado por el gobierno del presidente Joaquín Balaguer, fue condenado a 20 años de cárcel y una multa de 100 millones de pesos por corrupción. La sentencia fue anulada. De nuevo acusado y condenado, solo cumple dos meses de cárcel.
A principios del nuevo Siglo, el gobierno del presidente Hipólito Mejía retiró las acusaciones y las atribuyó a “persecuciones políticas del presidente Joaquín Balaguer”.
A propósito, decía Joaquín Balaguer: “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”.
Parecería que los despachos de los presidentes, funcionarios y empresarios en Iberoamérica carecen de esa “puerta”.